Sudáfrica . — Los grupos ilegales de cacería fueron capaces de comerciar grandes cargamentos de marfil de elefante africano el año pasado, a pesar de los llamados globales para desmantelar las redes de tráfico que a menudo actúan en connivencia con funcionarios corruptos de los gobiernos, denunciaron el sábado organizaciones conservacionistas durante una reunión internacional de vida silvestre.
El comercio ilegal de marfil «se ha mantenido constante en niveles inaceptablemente altos» desde 2010 y la «continua tendencia al alza» en la incautación en 2015 indica el papel clave de la delincuencia organizada en la caza furtiva, según a un documento dado a conocer por los organizadores de la conferencia.
La difícil situación de los elefantes dominó los debates del primer día de la reunión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus iniciales en inglés). Es probable que muchos delegados presionen para reforzar la prohibición internacional contra el comercio de marfil, así como el cierre de los mercados nacionales de marfil.
Namibia, Zimbabue y Sudáfrica, sin embargo, están a favor de vender sus reservas de marfil, alegando que el dinero puede ser canalizado de nuevo a las operaciones de conservación.
El principal consumidor de marfil del mundo, China, ha dicho que planea cerrar su mercado nacional de marfil. Estados Unidos ha anunciado una prohibición casi total de la venta interna de marfil de elefante africano.
El marfil se ha utilizado durante siglos para hacer esculturas, joyas, muebles, teclas de piano y otros artículos. Muchos conservacionistas dicen que las organizaciones ilegales lavan sus ingresos ilegales a través de mercados legales que permiten la venta de piezas antiguas de marfil o bien marfil exento de la prohibición del comercio internacional de 1989.
Debido a la caza furtiva, el número de elefantes que habitan la sabana africana se redujo en un 30% de 2007 a 2014, a 352.000 animales, según un estudio reciente. Las poblaciones de elefantes en Tanzania y Mozambique se encuentran entre las más afectadas.
Tom Milliken, coautor del reporte publicado en el encuentro de la CITES, estima que anualmente se decomisan unas 50 partidas de marfil de más de media tonelada, y en ocasiones de hasta cuatro. La existencia de envíos de este tamaño indica la presencia de grupos delictivos organizados en la caza furtiva, agregó Milliken, un experto de la organización conservacionista TRAFFIC.
«Nadie realmente está descubriendo quienes son ni se están realizando detenciones o enjuiciando a las personas que están realmente detrás de esto», dijo, añadiendo que los grupos de caza furtiva ven los decomisos ocasionales de marfil como una especie de precio a pagar como parte de su actividad lucrativa.