La manada dicta

La manada dicta

Carmen Imbert Brugal

Mantener el tema en la palestra es importante. Reiterar el hito, resaltar lo inédito. La manada dicta y así como había que debatir o perecer, procede el comentario, eludirlo sería impertinente. Repitieron hasta el hartazgo la necesidad de “debates” para sopesar la catadura de los aspirantes a cargos electivos incluyendo a los aspirantes a la presidencia. Más allá de los requisitos establecidos en la Constitución, de las disposiciones de la Ley Orgánica de Régimen Electoral, las organizaciones de la sociedad civil querían ver a los políticos juntos frente a las cámaras, respondiendo sus interrogantes y lo consiguieron.

Consideran insuficientes la valoración de los programas de gobierno, las presentaciones en sus cenáculos, espacios que algunos aprovechan para demostrar, sin rubor, sus simpatías.

El encomio al presidente candidato, porque en la cima de su popularidad e invulnerabilidad, aceptó participar en la jornada de preguntas, no impide la glosa de los otros intervinientes, candidatos a las senadurías de Santiago, DN, y el lance entre las mujeres presentes en la boleta electoral como postulantes a la vicepresidencia que resultó el mejor momento, a pesar de las críticas previas a su inclusión.

Llegó el día y comenzó la función. Impecable el espectáculo, al gusto y exigencias de los organizadores, preguntas incluidas, inserción que evitó la entrada a terrenos peligrosos. Sin obviar la plusmarca presidencial es insoslayable mencionar la lamentable presentación del candidato a la senaduría de Santiago que representa al PLD. Quizás consecuencia del miedo escénico, de un ataque de pánico, lejos de la política del compadreo, ajeno a la conceptualización, el veterano político arriesgó su historial en el servicio público que comenzó en el 1986.

El desempeño del ex – diputado reformista, obligaba a un elegante retiro de la contienda por el cargo que hasta hoy no se ha producido. Su derrumbe posibilitó calibrar la experiencia y donaire expositivo del candidato de la Fuerza del Pueblo y el afán agresivo del otrora ministro de Salud. En el caso de los contendientes en procura de la senaduría del DN, presenciar el innecesario servilismo otoñal de un político vendido como antisistema, paladín de la lucha contra la corrupción, fue más patético que decepcionante.

Del segundo encuentro procede destacar la permanencia de estereotipos que provocan asombro cuando se trata de ponderar la aptitud de las políticas dominicanas. Inconcebible el demérito y el atrevimiento de confesar, por ejemplo, el desconocimiento de la trayectoria y capacidad de una profesional como Zoraima Cuello, presente en el Estado y en la academia hace décadas, con aportes indiscutibles. Las virtudes de la vicepresidente son conocidas. El ejercicio del poder ayuda a mezclar competencia con altivez y como arma de contingencia asumió la descalificación de sus rivales. El día más esperado, el del récord, sirvió para ratificar cualidades, repetir estrategias defensivas y permitió al candidato del PLD competir y mostrar garras. Pregonar con alborozo que los tres candidatos se comportaron como caballeros es una muestra deleznable de aldeanismo.

El escenario obligaba a las buenas costumbres. Ellos, los caballeros, simulan ser indulgentes, el trabajo sucio está a cargo de otros.

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