Los vecinos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) demandan otro tiempo. Un tiempo en que esos mismos mozalbetes distribuyan una hoja suelta explicándole a la masa estudiantil y a los transeúntes (víctimas permanentes de la basura y los gases lacrimógenos) cuáles son sus demandas reales.
Los trabajadores que se desplazan, también parecen demandar otro tiempo. Un tiempo en que la deuda externa, pactada por un grupito de malos dominicanos, no se pague con un aumento de los impuestos, sobre todo los de la medicina, alimentos y la gasolina, sino con a confiscación de bienes mal habidos y la congelación de cuentas bancarias.
Solo así se evitarían los enfrentamientos con machetes, palos y piedras entre infelices choferes de guaguas y sus adolescentes, o infantiles, buscones, y el estudiantado y los trabajadores, con las mal llamadas “fuerzas del orden”, hartos ya de que se debata si deben ir sentados o de pie en el transporte público, en una ruta (la nacional) donde no se llega a ninguna parte.
Los y las profesionales también demandan otro tiempo. Un tiempo donde la competencia no los convierta en feroces enemigos en el lugar de trabajo, y la oficina, o el consultorio, sean un espacio para la inteligencia compartida y el compañerismo, no una escalera al poder, o un despliegue de las terribles artes de la competencia.
Lo niños y niñas parecen demandar otro tiempo. Un tiempo para el desayuno escolar y meriendas; zapatos, uniformes y mochilas; vacunas a tiempo, medicinas gratis, y protección contra el incesto y la pederastia; contra el abuso cotidiano de los gritos de madres cansadas, o el forzado trabajo doméstico porque la niñez aprende a través del juego, con el acceso a baratos juguetes plásticos colgados de los clavos de la sala “para que no los rompan”. Tiempo donde haya tiempo para escuchar su lógica:
¿Las balas botan un líquido cuando las disparan?
¿Por qué entonces en las películas la gente dice “te voy a liquidar”?
¿Para qué sirven las mesitas de noche de día?
¿Por qué la gente que vive en Arroyo Hondo no se ahoga?
¿Dios no existe porque lo mataron los malos?
¿El jefe de los Ninja es hermano de Juan Bosch?
¿Lasflores nacen de colores porque se siembran con semillitas de colores?
Preguntas recopiladas por el atento oído de la poeta y maestra Carmen Sánchez, en su actividad cotidiana con la niñez de preescolar.
Los y las artistas demandamos otro tiempo. Un tiempo donde no tengamos que llorar solo cuando la armadura se resquebraja en el anonimato de un parque de la Zona Colonial, en La Habana, o Buenos Aires. Y Belkys Ramírez, Tony Capellán, Jorge Pineda, Pascual Meccarielo, José Cestero, José Alcántara, Freddy Ginebra, Carlotta Carretero, Karina Noble, Ruth Emeterio, Santiago Alonso, Oscar Hungría, Frank Almánzar, Tony Vicioso, Ilonka Nacidit, Héctor Montás, Héctor Valdez, Martha Rivera, Iris Pérez, Sabrina Román, Miguel De Mena, Carmen Imbert, Marianela Medrano, César Zapata, Homerito Pumarol, Frank Báez, Rosa Silverio, Emelda Ramos, Taty Hernández, Pedro Mir, Hafiz, Junot Díaz, Carmen Natalia, Aida Cartagena, Julia de Burgos, Sylvia Plath, Delmira Agostini, Alfonsina Storni, Sor Juana Inés, Germana Quintana, Lidia Ariza, Eliseo Diego, Clemente Soto Vélez, Juan Bosch, Doña Carmen Quidiello, Langston Hughes, Claudio y Viena, Glaem Parks, Avilés Blonda, Abelardo Vicioso, Marcio Veloz Maggiolo, Roberto Fernández Retamar, Pablo Armando Fernández, Matos Paoli, Corretjer, María Luisa Sánchez, Sylvia Plath, Lasana Sekou, Carlos Drumond De Andrade, Clarice Lispector, Alinaluz Santiago, Carmen DeLuca, Ángela María Dávila, Jeannette Miller, Mercedita Morales, Marianela Boan, Daime del Toro, Chachita, Mundo Poy, Sonia Silvestre, Duluc, Sarah González, La Sophy, Armando Manzanero, Bennie More, Nat King Cole, Emely Dickinson, Tito Rodríguez, el Trío Los Panchos, Sixto Vicioso, Gilberto Santa Rosa, Willie Colón, Héctor Lavoe, Rubén Blades, Cheo Feliciano, Toño Rosario, Johnny Ventura, Maridalia, Arístides Inchautegui, Chiche Cordero, Yoryi Morel, Rosa Tavárez, Ada Balcácer, Luis Días, Fausto Rey, Dagoberto Tejada, Polibio Díaz, Silvio Rodríguez, Sabina, Pablo Milanés, Danny Rivera, Roldán, John Lennon, Miguel Hernández, Lorca, León Felipe, Xiomara Fortuna, Sylvia Rexach, Pete Seeger, Borges, Roa Bastos, Cortázar, Luis Rafael Sánchez, Ana Lydia Vega ( perdón por las omisiones) y Carmen Sánchez, la poeta que clama en sus versos por otro tiempo, no lo hagan solo en sesiones furtivas. Cuando el tiempo nos reúne y la poesía rebosa y lloramos como lo que somos: entes frágiles.
Demandamos un tiempo de plenitud donde, como exige la poeta Carmen Sánchez:
“Metida en este cuerpo inmenso
Toda caos
Ajena a calendarios
Ida de fechas
Negada de agendas
Fecunda
Combinando fuerzas para la huida
…o el regreso…
rompa las distancias
Que de mí me separan.
Demandamos otro tiempo, donde rompamos las distancias que nos separan y habitemos en algo más que “un espacio cobijado de palabras”. Otro tiempo, donde haya algo más que “un ramito de albahaca en plena vía, como algo tan último y tan desheredado, con todo roto y en todo plano y en toda dirección”.
Un tiempo donde podamos decirle a Carmen Sánchez, que existe algo más que “un anonimato que nos hace hermosos en la misma medida en que se nos pudre el corazón”.
¿Será que el 2018 viene con aires nuevos, y podemos desde ya aprestar el alma para la esperanza?
El mar, siempre una opción, como nos indicaran Virginia Woolf y Alfonsina Storni, sonríe sin prisas, a distancia. Única balsa, la poesía, se balancea en el agua estancada de frustradas expectativas.
El 2018, mediara entre la necesidad de partir y la obligación de quedarnos. Permanecer con ellos y por ellos, por nosotros, por todos los que están no estando y han creído, y creen, que la palabra, el arte, es remo, agua fresca, horizonte que se otea en el país que construimos, a pesar de todos los pesares y la aparente victoria de la rampante humana elementaridad sobre el pensamiento.
Permanecer aferrados/as al mismo llamado del poeta español Miguel Hernández, en su poema al Año Nuevo:
“Sangre que no se desborda
Juventud que no se atreve,
Ni es sangre, ni es juventud,
Ni reluce, ni florece.
Cuerpos que nacen vencidos,
Vencidos y grises mueren”.
Permanecer conscientes de la advertencia de la poeta norteamericana Sylvia Plath a su recién nacida, en su poema “Año Nuevo en Dartmor”:
“En esto consiste la novedad: cada pequeño y ordinario
Obstáculo envuelto en cristal, externo, centelleando…
Con falsete de santo.
Pero tú no sabes interpretar
El terreno resbaladizo, esta pendiente blanca, espantosa, ciega…
No hay manera de aprehenderlo con palabras que conoces…
Solo hemos venido a mirar”.
Y, como un clavo ardiendo, al pragmático humor de Mario Benedetti, en sus haikus:
“No quiero verte
Por el resto del año
O sea hasta el martes”.
Y:
“Me gustaría
Que el año comenzara
Todos los sábados.
¡Por la vida, y la existencia más allá de la vida, y por nuestros muertos, tan vivos, o más vivos, que los que estamos preparándonos para recibir al 2018!