Los sucesos violentos del pasado lunes 24 de junio frente al Congreso Nacional, protagonizados por diputados seguidores del expresidente Leonel Fernández, integrándose a manifestantes opositores y desafiando a las fuerzas del orden, mueve a la siguiente reflexión: ¿Cuál es la misión del legislador?
La función legislativa está contemplada en la Constitución, los reglamentos internos de ambas cámaras y la tradición. Ninguna de esas normas autoriza al legislador abandonar su curul para asumir en las calles la dirección de manifestantes, quienes tratarían de impedir la introducción de un proyecto reeleccionista.
Peor aún: los diputados forcejearon para romper un cerco policiaco-militar tendido en las inmediaciones para imposibilitar que los manifestantes asaltaran la sede del Congreso, mismo al cual ellos pertenecen y representan, según informaciones suministradas por el ministro de Defensa, general Paulino Sem, y el director de la Policía Nacional, general Ney Aldrin Bautista, a los presidentes del Senado, Reynaldo Pared, y la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho.
Aquel desorden mayúsculo, de peleas, bombas lacrimógenas y personas desmayadas, degrada la dignidad legislativa, golpea la institucionalidad del primer Poder del Estado y sienta un funesto precedente, porque alteró la paz y arriesgó vidas. Empero, guardias y policías actuaron prudentemente para evitar muertes.
El diputado Henry Merán, portavoz de los leonelistas, pudo haber muerto en la contienda al tratar de colocar una carpa desafiando a las fuerzas del orden. Ese mismo Merán había dicho que contaban con 104 votos para impedir la reforma constitucional que habilitaría al presidente Medina. Entonces, ¿por qué no hacen uso de esa mayoría y aplastan a los reeleccionistas en la Asamblea Revisora, y salimos de este atolladero? ¿A qué le temen?
Creo falsa la cifra. La violencia subvierte el voto democrático y pacífico.