Hará más accesible y competitivo al sistema financiero y la sentirá positivamente el usuario de los servicios en el bolsillo
Por: Mario Méndez
Sin prisa y sin pausa el Banco Central trabaja en el proyecto para la creación de una moneda digital.
Desde que Las Bahamas fue pionera en América Latina con la introducción de su MDBC o dólar de arena en el 2020, ya suman diez los países en la región que han emitido las suyas. Unos veinte lo han hecho a nivel mundial y 100 estudian la posibilidad de hacerlo.
Una encuesta hecha entre de funcionarios gubernamentales de la región, dada a conocer por el FMI, revela que la mitad de los participantes confirmaron estar considerando opciones de MDBC minoristas (diseñadas para el público general) y mayoristas (concebidas para su uso por parte de instituciones financieras).
Lo que hemos sabido del Banco Central de la República Dominicana es que consciente de que el fuerte de una moneda de este tipo es la confianza y la seguridad, la institución quiere tomarse su tiempo para madurar el proyecto. No está afanado en estar entre los pioneros.
Tampoco quiere ser de los últimos en dar el paso. Estudia la experiencia de otros países para nutrirse de los hallazgos y da tiempo a que la transformación digital de la banca dominicana, que está en auge, avance más, a fin de asegurarse una buena gestión de los riesgos.
Son notables los avances que ya exhibe el sistema financiero del país.
Los usuarios que realizan transacciones por la banca en línea (Internet banking) sumaron 6,080 millones en 2022.
Además, ya está en operación el primer banco múltiple completamente digital, de capital local, y contamos con un banco que permite a los usuarios hacer todas las transacciones vía digital.
Adicionalmente, el país cuenta con más de 50 empresas de tecnología financiera (fintech) que proveen servicios en segmentos como pagos, gestión de finanzas personales y empresariales, financiamiento alternativo, activos financieros y mercados de capitales, entre otros.
La experiencia de algunos de los pioneros parece darle la razón BCRD en su prudencia. La lenta aceptación y problemas de acceso en una primera fase a las MDBC en esos países ponen de manifiesto la importancia de invertir en la toma de conciencia por parte del público y en infraestructura sólida para fomentar la adopción de MDBC.
Para un país como la República Dominicana, que recibe más de 10,000 millones de dólares en remesa, la idea de que el Banco Central emita una moneda digital es de especial interés, pues uno de los beneficios que se atribuye a la moneda digital es que puede reducir los costos de las remesas transfronterizas, además de reforzar sus sistemas de pagos y ampliar su acceso.
La opinión predominante en la banca central de América Latina es la de que la inclusión financiera y la soberanía monetaria son factores cruciales a favor de las MDBC minoristas, ya que facilitan la integración de las personas no bancarizadas y frenan la sustitución monetaria con monedas estables o criptoactivos.
De manera que valdrá la pena la espera. Para el gobernador del BCRD, Héctor Valdez Albizu, este proceso para la creación de la moneda digital tomará varios años, “entre tres o cinco años”.
Días más o días menos, una moneda digital del BCRD será un hecho que hará más accesible y competitivo al sistema financiero y lo sentirá positivamente el usuario de los servicios en el bolsillo.