La muerte de la semilla es la vida del fruto

La muerte de la semilla es la vida del fruto

“En este amanecer de primavera, incluso mi sombra está repleta de vigor.”

Kobayashi Issa

Todos los procesos de cambio consumen una cantidad enorme de energía. Al final del invierno, vivimos tiempos de una transformación muy profunda. La oscuridad, el frío y el silencio han sido cómplices de la semilla, que espera el llamado al despertar que hace la primavera. Como en todo nacimiento, este momento es muy delicado y exhibe una gran vulnerabilidad.

El actor estadounidense Elliot Gould dijo: “Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar”. En primavera la vida se despierta. Aunque lo natural es que cada semilla logre desplegar su potencial y se transforme en árbol, flor y fruto, en realidad no es así.

Para salir de la tierra, la semilla realiza un gran esfuerzo. Después, si logra salir del silencio para mostrarse al mundo, corre el riesgo de que algún animal la tome como alimento, algún niño travieso la arranque o algún adulto descuidado la aplaste.

El despertar a una nueva forma de vida siempre exige la muerte previa del ser que éramos. Como en el proceso nos separamos de la vida conocida y de las relaciones que construimos, con frecuencia, la idea de morir dispara muchos miedos.

El poeta Antonio Machado escribió: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”. ¿Qué parte de ti debe morir para que tus proyectos-semillas tengan una oportunidad de nacer? La respuesta a esta pregunta marcará el rumbo de tus acciones primaverales. Sin acción la toma de consciencia se convierte en obstáculo.

En República Dominicana, la primavera de 2018 comenzará el martes 20 de marzo a las 6:15 pm. En la época pre-cristiana, los celtas llamaban a esta época “Ostara”, y su símbolo era el huevo por sus asociaciones con el renacimiento en otra forma de vida. Desde ese tiempo hasta nuestros días, el despertar de la vida luego del invierno, es un símbolo de resurrección.

El historiador escocés Thomas Carlyle dijo: “Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos”. Desde el Concilio de Nicea (año 325) se decidió que la Pascua de Resurrección se celebrara el domingo después de la primera luna llena, llamada luna de la semilla, que siguiera al equinoccio de primavera (del 19 al 21 de marzo). Esta es la razón por la todos los años en Semana Santa podemos disfrutar de la luna llena.

Los huevos de pascua del domingo de resurrección también rememoran las antiguas tradiciones indoeuropeas. Durante la pascua el Cristo renace, trayéndonos la esperanza de que la muerte puede ser vencida por quienes ponen su confianza en la vida. Regalar huevos de pascua, es ofrecer al otro nuestro deseo de que su vida renazca con alegría y vigor.

La primavera se conoce como un despertar de la fuerza germinativa que activa el despertar de las semillas. Desde el punto de vista astrológico, el año empieza con el equinoccio de primavera, cuando entra el signo de aries. Esta es una temporada en que la conciencia es fertilizada, para que sembremos los deseos del año que comienza. El tiempo es propicio para comenzar nuevos proyectos y comunicarlos al mundo. Cualquier semilla tiene que «morir» para que nazca la planta que dará paso al fruto.

La biblia dice: «la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga» Marcos. 4:27,28. Muchas veces, por no pasar por el proceso de muerte, nos convertimos en “conedores” de semillas, en vez de ser “sembradores”

Me gustaría que reflexionaras en lo que estás escogiendo, la semilla sobre la mesa, o la cosecha que puede producir el grano si cae en la tierra y muere.

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