Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Romanos 1:23
Un hombre luego que le embarazó, decidió abortar el feto de la novia; y junto a su madre, planificó asesinarla, y empacarla en una maleta, para hacerla desaparecer. Un acontecimiento así nada tiene que ver con la naturaleza del Dios incorruptible. Ni tampoco aquel que planifica la muerte de su hermano durante dos años para quitarle una herencia; nada tiene que ver con Jesucristo; sino con la imagen de animales, aves, cuadrúpedos o reptiles.
Lo corruptible en griego según el diccionario bíblico significa afanizo (?fa????853), lit., es hacer desaparecer, desvanecer; vino a significar «corromper» (a, negativo; faino, hacer aparecer). Puede ser afanes #852 que es una partícula negativa, no aparente o manifiesta. Se dice de la obra destructora de la polilla y del orín (Mateo 6.19-20). La corrupción no es inherente a un sistema político o de gobierno, sino a la naturaleza humana, sin Cristo.
Para ser parte de la naturaleza divina, cuenta el apóstol Pedro, hay que huir de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia, es decir, de los deseos carnales y mundanos, alejados de la palabra y los propósitos de Dios. (2 Pedro 1:4).
Desde que Adán permitió el pecado, el hombre asumió una naturaleza corruptible; entró la semilla de la corrupción, de la lascivia, el interés sexual, no del amor; de la avaricia y codicia, el amor por el dinero, la fama, la gloria humana, no por el servicio sincero y desinteresado hacia el prójimo.
El propio salmista David llegó a decir: He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. (Salmo 51:5); es decir, desde su nacimiento, el pecado estaba en el; o el pecado está detrás de la puerta, cuando le damos la espaldas a Dios, como describió la Sagrada Escritura la situación cuando Caín decidió atentar contra su hermano Abel. (Genesis 4:7).
Pero cuando aceptamos a Cristo en el corazón y obedecemos las Escrituras hay un renacer, hay una esperanza viva, para reflejar la imagen de Dios, no corruptible, de su Hijo Jesucristo, en nuestra vida. El apóstol Pedro lo dice de esta manera: Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.(1 Pedro 1:3-4).