POR ÁNGELA PEÑA
Son los dos cuentos relacionados con la Navidad de mayor significación en la literatura dominicana, tan trascendentes que José Alcántara Almánzar, exigente crítico literario nacional, considera que uno de ellos, La Nochebuena de Encarnación Mendoza, está entre los grandes cuentos no sólo de Juan Bosch, su autor, sino de la lingüística latinoamericana y de lengua española.
El otro es Cuento de Navidad, que el genial intelectual escribió por encargo de la revista Carteles de La Habana, en 1956, cuando vivió en el exilio perseguido por su oposición al régimen de Rafael Trujillo. Para Bruno Rosario Candelier, que no sólo es un reputado literato sino un consagrado estudioso de la obra del ex Presidente, éste tiene más rasgos propios de la época navideña porque el tema central es el nacimiento de Jesús.
Sin embargo, no lo considera un cuento. «Técnicamente es un relato, pero forma parte de la narrativa». Fue concebido para niños, revela, pero tiene una estructura y una realización que no son propiamente para un público infantil porque lo cansaría, explica.
«Está dividido en capítulos, por su extensión, lo que indica que ya no es cuento, porque los cuentos no se dividen en capítulos. Es un relato, un relato largo», añade.
Pero es La Nochebuena de Encarnación Mendoza el que más ha cautivado a los dos escritores tanto como a su colega Miguel D. Mena, que también analizó este cuento de dimensiones universales. Alcántara lo estudia e integra en su Antología de la Literatura Dominicana. D. Mena confiesa leerlo con reiterada frecuencia. Rosario Candelier lo narra casi textual, de memoria.
Alegría con tristeza
En La Nochebuena de Encarnación Mendoza Juan Bosch logró combinar alegría con tristeza, melancolía con sufrimiento, lo que es una característica de la Navidad nuestra. En otros países la Navidad es pura alegría, regalos, fiestas, celebraciones.
Entre nosotros siempre tiene un sentido del ser amado que se fue, el que ya falleció, el enfermo que está postrado, el niño que no tiene madre, entonces, ese elemento tristón siempre ensombrece la alegría de la Navidad, manifiesta José Alcántara Almánzar.
«La Nochebuena de Encarnación Mendoza es un cuento magistral, es la historia de un prófugo que se escapa y la guardia lo persigue para capturarlo.
Se oculta en un cañaveral y un niño lo descubre, cree que es un muerto y va y dice que lo encontró. Al hombre lo atrapan, lo matan, montan el cadáver en un burro, está lloviendo copiosamente como a veces ocurre aquí en Nochebuena, y cuando pasan por el bohío donde vive la mujer con los hijos aparece el niño que lo había visto, que no sabía que era su papá.
Ahí Bosch asesta un golpe al lector, le reserva una sorpresa final cuando el menor dice: Mamá, mamá, ese fue el muerto que yo vide en el cañaveral. Y ahí concluye el cuento», refiere Alcántara que considera la obra «con un cierre perfecto, sorpresivo. No todos los finales tienen que ser sorpresivos, pero si lo son, tienen que causar una laceración, ser punzantes, como es ese».
Para el destacado escritor, La Nochebuena de Encarnación Mendoza «va mucho con el espíritu de lo que es el dominicano, de esa injusticia inveterada, ancestral entre nosotros.
Encarnación es una doble víctima del sistema porque lo castigan doblemente hasta matarlo y además porque, como en los demás cuentos de Juan Bosch donde no hay cabida para el amor ni para la felicidad, en éste se cumple también esa norma. Todo está dicho con una economía de recursos impresionante y con una objetividad que sorprende».
Bruno Rosario Candelier, sin embargo, encuentra rasgos de piedad y de ternura en La Nochebuena de Encarnación Mendoza, expresados en el niño con el perrito porque, para él, Juan Bosch «era un hombre muy tierno, a pesar de que a veces daba señales de lo contrario». A él también le impacta el final de la historia.
«Es desconcertante lo que acontece en este cuento, es algo que de alguna manera sacude la sensibilidad del lector cuando descubre al terminar que el niño ha delatado la presencia de su padre. Ese es el final inesperado que tiene ese cuento, lo cual conmueve porque lo insólito es que el fugitivo, a quien perseguía la policía por el «asesinato» de uno de sus miembros de quien se defendió precisamente el muerto, resultó ser el padre del niño».
Desde el punto de vista literario llama la atención en ese cuento «la técnica de anticipación dramática, una técnica que ya empleaba Homero en La Ilíada.
Los críticos literarios a esa técnica la llaman prolepsis, que consiste en anticipar paulatinamente lo que va a acontecer después, con el fin de ir llamando la atención del lector.
Por ejemplo, en este cuento dice Bosch, casi comenzando: «Empezaba a sentirse tranquilo Encarnación Mendoza, porque tenía la seguridad de que había escogido el mejor lugar para esconderse durante el día, cuando comenzó el destino a jugar en su contra». Ya con esa frase, comenta Bruno, «le está diciendo al lector que algo negativo, trágico, va a acontecer, sin decirlo todavía, y frases como esas, las repite tres o cuatro veces».
Rosario entra en otros razonamientos literarios. Al igual que José Alcántara expresa que con el cuento Bosch contribuyó a la modernidad de la cuentística dominicana y aprecia el infortunio de un fugitivo que para estar con su familia el día de Nochebuena, «como ha sido tradición, encuentra la muerte». Ambos subrayan que el relato tiene como elemento alegórico de la Navidad criolla el deseo de cenar en familia, que es la aspiración de Mendoza.
«La Navidad para nosotros es la reunión familiar. En el caso de Encarnación Mendoza el hecho de ser pobre no impide que sienta ese deseo tan poderoso que lo impulsa a querer estar con los suyos y hacerse pasible de ser muerto», dice Alcántara que, como Bruno, considera este cuento propio de estas fiestas.
Miguel D. Mena no opina exactamente lo mismo. «El título engaña. Más que la remisión a historias bíblicas, aquí se trata del dolor, la violencia y el absurdo. El dolor por la constancia de no estar con la familia. La violencia generada por otras violencias.
El absurdo, porque en la última frase del cuento se cierra la elipsis, se vuelve al principio, queda ese efecto de shock que sólo crean las obras maestras. Más que sujeto, la Navidad en este cuento es pretexto de cumplir cierto ritual de nacimiento, de comunidad, de familia fuerte. En la cuentística de Bosch siempre encontramos este aliento de la familia como el último resorte del ser», expresó D. Mena.
Sensibilidad espiritual
En Cuento de Navidad parece reflejarse un Bosch poco conocido por el carácter bíblico del relato, con todos los personajes que rodearon la Natividad. Alcántara Almánzar, que como Rosario Candelier se asombra de la extensión de este relato con el que Bosch «rompe con lo que sería una noción convencional del género, porque se supone que un cuento es algo breve», piensa que el autor maneja «con mucha plasticidad, con mucha elegancia, un tema que puede caer en lo trivial, como es el de la Navidad», y destaca que Bosch, «que no era particularmente creyente, demuestra que era un gran conocedor de las grandes historias bíblicas».
Bruno asevera: «No podemos afirmar que era practicante de religión pero sí demuestra ser un gran conocedor de la Biblia. Era además respetuoso del creyente. Yo sostengo que en él había una sensibilidad espiritual que no cultivó probablemente por la educación que recibió en el seno de su hogar, por el influjo paterno. No fue un hombre religioso pero sí tuvo una sensibilidad espiritual y cósmica».
Los dos se refieren a Judas Iscariote, el calumniado y a David, biografía de un rey, para apoyar la condición de estudioso de las Sagradas Escrituras del notable intelectual.
Este Cuento de Navidad «enfoca la significación que el Nacimiento de Jesús supuso para la historia de la humanidad», comenta Bruno Rosario Candelier. Destaca que en él se refleja la dimensión humanística con que Bosch orienta este acontecimiento.
Se centra en el primer capítulo en el que don Juan observa que «los hombres se comportaban como enemigos entre sí por la ambición de posesión y de dominio y por esa misma razón el narrador recrea el texto bíblico en el que Dios castiga con el diluvio a los hombres por su perdición, y al ver que el castigo fue en vano porque volvió a lo mismo, decidió enseñarle el camino del amor y del perdón a través del hijo que nacería un 25 de diciembre».
Añade que «el segundo capítulo narra ya el nacimiento de Jesús en la aldea de Belén y describe con todos sus detalles la llegada del Arcángel Gabriel anunciando a María que daría a luz un hijo del Señor que sería fruto de su esencia y de cómo y por qué fue escogida una criatura pobre para ser madre de Jesús. Ese es un aspecto que Bosch enfatiza, la condición de pobreza de la familia en cuyo seno nació el Mesías».
Hay que recordar, agregó, que «Bosch tenía una visión social de la vida y una especial predilección por la clase desposeída».