El futuro
Y se muy bien que no estarás.
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original. Julio Cortázar.
Antes de iniciar mis reflexiones en este Encuentro de hoy, me voy a referir a una llamada que me hizo mi querido amigo de infancia Miguel Ceara Hatton, que hoy se juramenta como ministro de Economía, Planificación y Desarrollo.
Se refería a una afirmación que hice en el sentido de que el PRM aunque era un partido nuevo, muchos de sus miembros venían de la vieja escuela del PRD. Me decía que si bien era cierto, no menos cierto es que la mayoría de sus dirigentes actuales eran personas con una impecable trayectoria profesional y no política, que se habían sumado a este proyecto por convicción. Asumo la observación. Vamos ahora al tema de esta semana.
En las democracias desarrolladas el Congreso es un organismo de contrapeso del Poder Ejecutivo. Es decir, los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial deben ser independientes para que sirvan de garantes uno de los otros.
John Locke fue el primero que habló de la importancia de que los gobernados participen en el gobierno y la necesidad de contrapeso en los dos poderes que había concebido en sus obras, especialmente en sus Tratados sobre el Gobierno Civil. Era enfático al decir que las leyes debían estar al servicio de la sociedad.
Pero fue Montesquieu el que le dio forma y contenido a la concepción del Estado Moderno. Afirmaba que la separación de los poderes del Estado era la verdadera garantía, más aún, la esencia misma de la democracia. Para que no se pueda abusar del poder, decía Montesquieu, es preciso que el poder detenga al poder.
Nuestro país, nadie lo pone en duda, ha tenido un desarrollo democrático accidentado y caótico, para llamarlo de alguna manera. La democracia se ha desarrollado compitiendo duramente con el clientelismo político, el nepotismo y la corrupción. Con escasas excepciones, los legisladores han sido ante todo líderes políticos que sólo piensan en defender a su organización o facción. Su voto es consecuencia del mandato, no de su conciencia ni de sus convicciones.
Otra característica de los congresos dominicanos es que han estado a los pies del Ejecutivo. El caso de Joaquín Balaguer durante los 12 años es el ejemplo más claro y evidente. La oposición, entonces encarnada por el PRD, trató por todos los medios de enfrentarse, pero sus demandas y exigencias fueron sometidas por el voto abrumador reformista.
En otros casos, el Congreso ha estado dominado por el partido de la oposición, o por un fragmento del partido de Gobierno y entonces los procesos se han hecho cuesta arriba. Eso ocurrió cuando Salvador Jorge Blanco le hizo la vida imposible al presidente Antonio Guzmán.
Desde su curul como senador del Distrito Nacional boicoteó todas las iniciativas presidenciales, por el simple hecho de que eran enemigos políticos.
Lo mismo hizo Jacobo Majluta cuando Salvador Jorge Blanco fue Presidente. Ocurrió con Leonel Fernández en su primer período. El Congreso, dominado por la oposición, le hizo la vida imposible.
El contrapeso, a mi juicio, y en mi humilde opinión, no es hacer oposición, es analizar a conciencia los proyectos de leyes. Evaluar si contribuyen o no al futuro del país.
La Ley de Partidos es el mejor ejemplo. Estuvo casi 20 años en la agenda legislativa y lo que se aprobó no es precisamente una joya legal, pues se adecuó a los intereses políticos. Una simple pregunta. ¿Por qué el Congreso de la República se ha empeñado en dividir sin criterios el país, creando provincias, municipios y distritos municipales? Sencillo: más pastel para repartir!
Hoy 16 de agosto de 2020, se inaugura un nuevo gobierno y un nuevo Congreso.
El PRM tiene la mayoría en las dos cámaras. Los partidos de oposición jugarán un papel en la dinámica interna de las dos cámaras, especialmente en la de los diputados.
Podrá servir de contrapeso al Poder Ejecutivo? Yo espero que así sea. Es lo mejor para nuestra débil democracia.
Ojalá que este nuevo Congreso, en el que participará una nueva generación de jóvenes, asuma su papel de legislar.
Quisiera, sueño, ansío, proclamo, busco, deseo… que no se escuchen en los medios que el llamado “hombre del maletín”, que no es otra cosa que el dinero sobornador para adecuar las leyes a ciertos intereses, desaparezca.
No quisiera ver legisladores repartiendo canastas, juguetes ni cajas de difuntos, para asegurar el futuro voto de sus electores.
No quisiera escuchar, en ninguna de las dos cámaras, que sus legisladores, pero principalmente los directivos, se benefician de dietas jugosas por cualquier viaje.
Sueño con la democracia participativa.
Sueño con el Estado de Derecho.
Sueño con una justicia verdaderamente independiente. Con fiscales y jueces probos.
Sueño tantas cosas, tengo tantos años soñando, que no quisiera volver a vivir que mis sueños se convirtieron en pesadillas.
Ya estoy en el atardecer y no tengo ni tiempo ni fuerzas para seguir soñando, y mucho menos para una decepción más! Nos vemos en la próxima!