Parte I
Hemos recibido las buenas noticias de que los precios de productos, como la gasolina han disminuido. Lo que se traduce en ahorro, necesitado por muchos. No obstante, podría ser síntoma de una situación grave. El crecimiento sostenido de los precios o inflación de los bienes y servicios en las principales potencias mundiales se encuentra estancado. Los precios de la eurozona incrementaron un 0.4% anualizado en octubre, muy por debajo del límite máximo del 2% establecido por el Banco Central Europeo. Existe la posibilidad de que la tasa de inflación de la zona alcance una cifra negativa en el 2015. De hecho, ocho países ya han visto una reducción en su nivel de precios. La Eurozona podría encontrarse ante un problema deflacionario, similar al que llevó a Japón a su década perdida.
Desde el 2008, la Eurozona ha experimentado dos recesiones; y apenas creció un 0.6% en el trimestre del presente año. Países como Grecia, España e Italia aún están enmendando los problemas fiscales propiciados por alto endeudamiento. En aquel entonces, Alemania se perfiló como la piedra angular de la recuperación europea. El país, liderado por Angela Merkel, apoyado por la Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, presentó la reducción de gastos como solución única a la crisis, dejando a un lado reformas estructurales que propician crecimiento económico. Estas medidas han impactado negativamente la demanda, menguando, a su vez, las tasas de inflación. Esto, a su vez, podría engrandecer el desempleo en la zona puesto que al caer el consumo, los empleadores deben reducir costos para mantener su rentabilidad. Esto es un lujo que la Eurozona no se puede permitir. El desempleo juvenil en España e Italia se encuentra por encima del 40% y en toda Europa esta cifra es de aproximadamente 22%.
La expectativa de una disminución en los precios reducirá, aún más, la demanda, llevando a la Eurozona a una situación de espiral descendiente donde la demanda, no la oferta, será insuficiente. Una tasa de inflación negativa implicaría que el poder adquisitivo del dinero aumentará en el futuro y que los consumidores restringirán sus gastos a la espera de precios más bajos. Asimismo, al acrecentarse la caída de la demanda de productos y servicios, las deudas tendrán un costo efectivo mayor ya que los deudores pagarán más dinero del que reciben de sus acreditadores.
Indudablemente, la situación precaria por la que está pasando la Eurozona donde existen aproximadamente 20 millones de personas en el paro y, donde los jóvenes, el motor de la economía, postergan la creación de familias ya que son incapaces de sostenerlas y se quedan sin ganas de incentivar el consumo. Eso ha impactado el panorama político de Europa. Los individuos no se fían de sus líderes, dando paso a partidos políticos extremistas los cuales acentúan la opinión popular de que este conglomerado de países ya no representa una unión política ejemplar. El partido ultraderechista, Frente Nacional, liderado por Marine la Pen, consiguió el 26% de los votos en Francia. En Gran Bretaña, el Partido de la Independencia del Reino Unido, de corte antieuropeo y populista acumuló un 29% de los votos y en Alemania, Alternativa para Alemania, un partido euro escéptico, está amenazando los partidos tradicionales obligando a Merkel a asumir una postura más estricta con la Unión Europea.
La Eurozona se encuentra al borde de su tercera recesión en seis años. Según un artículo publicado por El País, las dos mayores economías, Alemania y Francia, han crecido un 0.1% y 0.3% respectivamente, mientras que la española y griega vieron un crecimiento de 0.5% y 0.7% respectivamente en el tercer trimestre. Definitivamente, a pesar de los augurios optimistas, esto es insuficiente. Sin lugar a dudas, la preocupante situación europea puede afectar, negativamente, el panorama económico mundial ya que esta zona representa casi un quinto de la producción mundial. En el próximo artículo discutiremos con mayor detalle las medidas a tomar.
Investigador asociado:
Iván Kim Taveras.