Con la victoria de Gustavo Petro en Colombia, Suramérica se distancia de las políticas exteriores de Estados Unidos
Por: Ronny de la Rosa.
La nueva “Marea Rosa” que incomoda al capitalismo. A lo largo de la historia, las grandes potencias han marcado sus estrategias políticas, que van desde un capitalismo abierto impulsado por Estados Unidos, a un socialismo moderno liderado por China y Rusia.
Este umbral, mantiene polarizado el eje global, donde los pueblos y los gobiernos, se inclinan hacia una u otra parte del espectro, cambiando por completo las políticas internas y sus relaciones exteriores, vital hoy en día, en esta “Aldea Global”, descrita por el filósofo y profesor canadiense Marshall McLuhan.
Tras la caída de la Unión Soviética en diciembre de 1991, parecería que todo estaba acabado para el socialismo, la izquierda o todas las corrientes progresistas y revolucionarias, situación que hizo temer a gran parte del mundo, que luchaba por no volver a ese comunismo fallido.
Llegada de “La Marea Rosa”
Luego de década y media, el rojo que emulaba las luchas sociales, bajo los ideales del marxismo impulsado por filósofos como Karl Max y Friedrich Engels, parecía retomar fuerzas, esta vez, con un tono más moderado, denominado como “La Marea Rosa”.
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Este término fue utilizado por primera vez en 2005 por el periodista estadounidense Larry Rohter, quien describió la victoria del entonces electo presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, como una vuelta a la izquierda, pero ahora, con matices modernos y progresistas, que cambiaba el tono rojo de las luchas clasistas, por un rosa que daba paso a la inclusión e igualdad social.
A mediados de la década del 2,000 América Latina contaba con un bloque izquierdista sólido y que en menos de diez años, alcanzó tanta fuerza, que amenazaba el “statu quo” del capitalismo.
Hugo Chávez lideraba la ofensiva de la corriente, que contaba con el apoyo de Luis Inacio “Lula” Da Silva en Brasil; Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina; Manuel Zelaya en Honduras; Rafael Correa en Ecuador; Tabaré Vázquez y José “Pepe” Mujica en Uruguay.
Además, se sumaban Evo Morales en Bolivia; Daniel Ortega en Nicaragua; Ricardo Lagos y Michelle Bachelet en Chile; Fernando Lugo en Paraguay; Ollanta Humala en Perú y Mauricio Funes en El Salvador, entre otrora líderes de la región.
Así, el socialismo logró dominar la región desde 1999, con la llegada de Chávez al poder en Venezuela, quien formó bloques regionales, para permitir el intercambio comercial y hacerle frente a posibles bloqueos de Estados Unidos contra sus gobiernos.
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De este modo, en 2004, las naciones que empezaban a construir la nueva corriente de izquierda, formaron La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, conocido como la ALBA-TCP.
La conformación de este frente, que permite, entre otros intercambios, el libre comercio entre los países miembros, incomodó a Washington, que vio como estas naciones se aliaron para blindar sus economías, en caso de embargos y sanciones como ocurre en Cuba desde hace décadas.
Pero ni siquiera allí, Colombia se montó en la ola regional y optó por elegir la centro-derecha, que dominaba el país hasta esta semana.
Miedo al comunismo
Luego de la caída de la Unión Soviética y su vínculo directo con el comunismo, el impulso que llevaba ésta ideología, se vio ralentizada por el temor de los pueblos, de repetir la historia que vivió Euroasia en los noventa.
La nacionalización de las empresas, el rompimiento de relaciones internacionales, el erróneo manejo de la economía, entre otras características del comunismo soviético, provocaron un resquemor en una Colombia, que iba en franco crecimiento.
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Esta fue la base para que el país andino no volteara en aquel entonces hacia la izquierda, pese a que poco a poco, aumentaba la ola regional a principios siglo.
¿Pero por qué ahora Colombia sí se sube al tren?
La respuesta a esta interrogante no sería una, sino que, varios factores influyeron en el fin de una era política y el comienzo del socialismo colombiano, al cual temió durante décadas.
La merma económica y el planteamiento de una reforma tributaria en medio de la pandemia, motivaron a manifestaciones históricas en abril del 2021, contra el gobierno del actual presidente Iván Duque, convirtiéndose en el principal detonante que puso fin al dominio uribista.
Además, el desgaste de la figura del principal líder político de la nación, el expresidente Álvaro Uribe, quien por dos décadas dominó el escenario político, es otro de los elementos que acabaron con la hegemonía de la centro-derecha colombiana.
La desigualdad social se cierne como otro de los factores que motivaron la victoria del izquierdista Gustavo Petro, quien, dentro de sus promesas de campaña, señala la igualdad social como eje fundamental de su gobierno.
Sumado a la carencia de una figura confiable, que permitiera la continuidad de políticas centro-derechas, en las que tanto confiaba el país suramericano.
¿Qué le espera ahora a Colombia?
El gobierno que asumirá Gustavo Petro el próximo 7 de agosto, trae consigo importantes retos, ya que para implementar sus promesas de campaña, deberá impulsar reformas, que necesariamente tienen que ser aprobadas por el Congreso, donde no cuenta con el apoyo mayoritario.
En general, El Pacto Histórico, la coalición política que llevó a Petro al poder, contará con 20 senadores de un total de 108 curules y 28 diputados de un total de 188, una minoría que, a no ser por alianzas con partidos no tradicionales, tendría las manos atadas para aprobar las propuestas del Ejecutivo.
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Algunas de estas políticas de gobierno incluyen pasar la base económica del país del petróleo a la producción agrícola; el aumento de impuestos a grandes empresas; un plan de jubilación efectivo, así como la incursión y transición a energías renovables.
Todos estos proyectos, rompen por completo con las políticas tradicionales del país, lo que representa un peligro para esa mayoría congresual, que es quien tiene la última palabra en la implementación de estas estrategias, que por años, han criticado.
Política exterior
Pero no solo a lo interno Colombia cambia de dirección, sino que, además, a nivel externo varía por completo sus políticas de Estado.
Ahora, pasará de ser un aliado histórico de los Estados Unidos, con quien hacía contrapeso al gobierno Venezolano, a distanciarse por completo, lo que pudiera traducirse en una animadversión que genere consecuencias a corto y largo plazo.
Pese a este panorama, Colombia se enfrenta a un momento crucial de su historia, con un gobierno que pierde y suma enemigos externos, pero que tiene retos importantes a lo interno, sombreando un futuro incierto para la nación suramericana, que al igual que el resto todo el mundo, aún sufre los efectos económicos de la pandemia.