Decía el apóstol Pablo que Dios no es un Dios de confusión, sino de paz. (1 Corintios 14:33), siendo la paz uno de los atributos principales del carácter de Dios, contrario al desorden, a la confusión y a la intranquilidad.
La República Dominicana será la sede de la Cuadragésima-Sexta Asamblea Ordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA) en un contexto caracterizado por ciertas tensiones y propuestas vinculadas a la situación interna del hermano país de Venezuela.
Aunque el canciller Andrés Navarro ha expresado que esta asamblea de la OEA tendrá como tema central el “fortalecimiento institucional para el desarrollo sostenible en Las Américas”, no descarta que se considere y analice el tema de la situación de Venezuela.
El evento tiene lugar después que la OEA aprobó luego de diez horas de conversaciones, una declaración en apoyo al diálogo entre el Gobierno y la oposición, por medio de las gestiones de los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández.
De acuerdo con algunos diplomáticos y expertos, Venezuela ha tenido que negociar. La diplomacia es como un juego de ajedrez. Ante la eventual propuesta del secretario general de la OEA de invocar la Carta Democrática, Venezuela tuvo que aceptar el diálogo.
Es un llamado a la atención para que considere a la Asamblea Nacional y a los partidos de oposición. Y el gobierno se ha plegado al diálogo.
Pero al parecer no existe la suficiente confianza entre los actores. La oposición lidereada por la MUD ha considerado que esos esfuerzos de diálogos son un balde de agua fría para desactivar las protestas en las calles, y para el gobierno ganar tiempo y evitar que se convoque el revocatorio.
La oposición venezolana dejo plantado al equipo del gobierno cuando debió asistir a un diálogo en República Dominicana días antes de la Asamblea General; y el esfuerzo del expresidente Zapatero de convencer a López aún en la cárcel, para negociar el revocatorio parece que ha sido inútil.
Queda, pues, el tema del diálogo y la paz en Venezuela para ser posiblemente tratado en la Asamblea General de la OEA que tendrá lugar en la República Dominicana.
Ya las autoridades dominicanas se han manifestado a favor del diálogo; el presidente Danilo Medina ha favorecido el diálogo y ha dado facilidades para alcanzar la paz.
Falta entonces que se logre ese espíritu de persuasión, que el Espíritu Santo toque a los ministros de Relaciones Exteriores y a cada diplomático representante de su respectiva nación para que haya diálogo y un claro entendimiento, y que Santo Domingo sea no solo la capital de Las Américas, sino la capital de la paz regional. Que así sea!