En su movimiento orbital de traslación anual alrededor del astro sol, la tierra refleja artísticamente su posición con el fenómeno estacional. Así también músicos y poetas describen las cuatro estaciones. Vegetales y animales han venido participando por millones de años como actores en este hermoso espectáculo terrenal. El lenguaje metafórico nos autoriza a referirnos a nuestra primavera existencial, así como el ocaso otoñal que anuncia la cercanía del frío invierno mortal. Distinto a otras especies animales el Homo sapiens sueña, programa y ejecuta su ruta.
Haciendo un inventario de la labor como ser social y habiendo superado la media estadística vital dominicana diremos que un noventa por ciento del tiempo de vigilia lo hemos consumido estudiando, trabajando y leyendo. Uno que otro lector pensará que diez por ciento para diversión es muy poco, sin embargo, me adelanto a responderle que cuando se vive sano y con unos propósitos fundamentales claros y definidos, entonces toda la vida es placentera. Tuvimos la dicha enorme de contar con bases primarias cristianas y con guías terrenales locales como han sido la figura de Juan Pablo Duarte, Eugenio María de Hostos y Juan Bosch Gaviño. La profesión médica y la de patólogo como especialista me permitieron conocer al ser humano en su perenne ciclo de salud, enfermedad y muerte. Así conseguí derivar la naturaleza universal de los sueños y anhelos comunes que albergan en los cerebros y palpitan en los corazones de más de ocho mil millones de almas en el mundo.
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En la última década del pasado siglo tuvimos la oportunidad de ser actores en la implementación de algunas políticas sanitarias en el país. Para esa participación recibimos entrenamiento en el manejo de los conflictos naturales que se dan cada vez que se trata de aplicar una serie acciones concretas en el colectivo nacional. Recuerdo un seminario que duró toda una semana en la bella zona turística de las Ruinas de Copán en la República Centroamericana de Honduras. Fue en ese sitio y esa fecha donde empecé a leer y disfrutar las obras del antropólogo y escritor norteamericano William Ury acerca del manejo y resolución social de los conflictos humanos. Aprendí que vivir en sociedad implica un eterno conflicto y por ende para desarrollarnos felices y contentos debemos aprender a plantear y darle solución satisfactoria para las partes a las contradicciones naturales que se dan continuamente.
En febrero de 2024 Ury publicó el libro “Posible. Cómo sobrevivimos en una Era de Conflictos”. En dicho texto el autor se autodefine en el presente como “Posibilista” convencido de que un mundo de paz es posible. Narra sus experiencias en misiones de paz en el Medio Oriente durante el gobierno de Carter, igualmente su participación en Venezuela en los tiempos de Hugo Chávez, así como en las conversaciones que llevaron a los acuerdos de paz en Colombia. Se Trata de un erudito profesor de Harvard activo en la preparación e implementación de seminarios y talleres para el manejo de las discrepancias locales, regionales y mundiales. Vale la pena invertir las horas que se requieran para digerir las 364 páginas del texto.
Al igual que William Ury me declaro “Posibilista”, seguro de que un mundo de paz sigue siendo posible.