“El que persevera triunfa “esta es una frase muy conocida que frecuentemente tiene la razón. Sin embargo a veces es difícil entender o discernir cuando se actúa de manera persistentemente o cuando se pasa a la obstinación o terquedad. La línea divisoria entre ambas actitudes es muy delgada.
La perseverancia es una actitud y determinación para continuar hasta alcanzar una meta trazada, dando pasos de acción con un propósito definido. Estos pasos nos van llevando a conseguir poco a poco y paulatinamente el objetivo trazado, incluso a replantear otra forma de alcanzarlo. El perseverante aprende de sus pasos, de sus errores y los usa para mejorar sus estrategias, es flexible y se permite escuchar otras voces, consejos o forma de alcanzar su propósito.
En cambio, el terco es el que insiste en lograr algo a pesar de que los pasos que va dando no lo llevan o no lo acercan a sus objetivo, o continua a pesar de que su accionar o comportamiento no le conviene o le hace mal.
El terco tiene voluntad firme y pensamiento fuerte, no permite que le cuestionen y casi siempre cree tener la razón, vive en una lucha constante pues insiste en hacer las cosas aunque no vea resultados positivos, esto lo lleva a vivir en una lucha constante.
Al testarudo le da trabajo asumir los cambios, basa su accionar en la obsesión no en la razón, por eso suele ser difícil hablarles cuando está enojado.
La obstinación o terquedad lleva a posturas rígidas e inflexibles, mientras que la perseverancia se basa en la convicción de que algo es correcto sustentado en resultados positivos. La terquedad está fundamentada en un sentimiento y la perseverancia en argumentos. La terquedad lleva poco a poco a la sordera y ceguera de la razón, incluso a la obsesión, pues aunque hay un propósito definido, a este le falta resultados positivos.
La perseverancia implica firmeza con coherencia persiguiendo un objetivo, pero con conciencia y razonamiento, evaluando constantemente el resultado del esfuerzo. La perseverancia es una virtud y la terquedad un gran problema. La primera nos ayuda a alcanzar los objetivos trazados, en tanto que la segunda estanca y atrasa el crecimiento. El terco quiere demostrar lo indemostrable, basado en el orgullo, el impulso, insensatez, olvidándose de los límites.
Como convertirse en perseverante
• Aprender afrontar el miedo al cambio.
• Desarrollar la empatía.
• Desarrollar la capacidad de perdonar y pedir disculpas.
• Reconocer las buenas ideas de los demás.
• Reconocer que no siempre se tiene la razón.
• Desarrolla la capacidad de la humildad.
• Buscar puntos en común con los demás.
• Apoyar sus posturas en realidades.
• Aprende a escuchar otras versiones de una misma historia.
• Tener la mente abierta a escuchar las opiniones de otras personas.
• Aprende a confiar en los demás.
• Realizar y respetar los acuerdos. La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de MLC SCHOOL Twiter: @MLC_Schoolrd @SVirginiaP Instagram: @pardillavirginia.