La petición de Ozoria

La petición de Ozoria

Claudio Acosta

Al pronunciar la homilía durante la misa de acción de gracias con motivo de celebrarse el 100 aniversario de la fundación de la JCE, el arzobispo metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, pidió al órgano electoral que, como buen árbitro, depure a los candidatos que postularán los partidos en las elecciones del 2024. Y dijo porqué: “Ya ustedes saben que se han colado candidatos que después han tenido que ser sustituidos”. Por eso fue enfático al decir que el proceso electoral conlleva “una purificación”, pero también que sea orientado por los valores humanos y no por lo económico y político. Buenos deseos que todos los que creemos en la democracia compartimos, y que por eso quisiéramos que sean una realidad en el próximo proceso electoral para que así ganemos todos, no solo los candidatos y los partidos que resulten favorecidos con el voto popular.

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El problema está en que monseñor Ozoria le está pidiendo el milagro al santo equivocado, pues la depuración de los candidatos, la escogencia de los más aptos y mejor preparados, tanto ética como profesionalmente, es responsabilidad directa de los partidos políticos; es por eso que deben ser garantes de su desempeño como funcionarios públicos, y actuar en consecuencia cuando su mal comportamiento traiciona los principios partidarios, a sus electores y a la sociedad en sentido general.

Está claro que las cosas no están ocurriendo de esa manera y que por eso estamos escuchando la petición de monseñor Ozoria que, insisto, debió estar dirigida a las cúpulas de las organizaciones políticas. Si están dispuestas a escuchar y atender esa petición ya es otra cosa, pues si algo resulta más que evidente es que hasta ahora en los partidos no ha existido voluntad de asegurarse, como pide el obispo católico, que los aspirantes a cargos electivos no anden en malos pasos. Que en un país pequeño, donde por suerte o por desgracia nos conocemos todos, no debe resultar tan difícil ni complicado.