La policía que queremos. Las sociedades requieren de constituciones, leyes y normas que regulen el comportamiento de sus ciudadanos.
Ninguna sociedad puede marchar bien sin que sus ciudadanos tomen en cuenta y practiquen en su cotidianidad los valores cívicos morales que deben normar sus vidas. Dichos valores se convierten en frenos o controles sociales. De lo contrario, se viviría en la barbarie .
Valores como el respeto a los demás, la solidaridad humana, la honestidad, respeto a la verdad, observar las buenas costumbres y modales, respetar a sus padres, a las personas mayores, defender la patria, a las instituciones, a los derechos humanos, el ornato, plazas y monumentos y nuestro medio ambiente.
Asimismo, defender y observar la constitución, las leyes y normas que norman la vida en sociedad, deben ser parte de la formación cívica que deben recibir todos los ciudadanos.
Los policías , nuestra policía que pagamos con nuestros impuestos para que preserven vidas y propiedades, también son ciudadanos, que igualmente deben recibir educación cívico_ moral en sus hogares, escuelas y en la institución para la cual trabajan.
Todos los mandos policiales requieren de este imprescindible alimento cívico, para aplicarlo en su diario vivir, en su responsabilidad. Pues lo más importante que posee la sociedad, es sin dudas, su gente, sus ciudadanos. A ellos deben servirles.
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La policía que queremos y necesitamos es una policía comprometida con esos valores, con el respeto a los derechos humanos de los demás, con la decencia pública, con la dignidad humana, con las buenas costumbres y modales, con a la defensa a la patria, es decir, una policía preparada para el cumplimiento de su deber en la sociedad que se le respete , bien remunerada y muy cercana a la ciudadanía.
La sociedad no ve bien a una policía o policías vinculados a acciones de irrespeto al ciudadano, a su vida y a sus propiedades, corrompida y colaboradora con las cosas malas que dañan la sociedad.
Tanto los altos mandos, como los mandos medios y la amplia base de la policía deben estar comprometidos con lo mejor de la sociedad y no con las cosas que la destruyen y la convierten en un lugar invisible.
Por eso nuestros niños y niñas, adolescentes y jóvenes además de recibir el pan de la enseñanza en la escuela, liceo, politécnico, colegio, instituto y universidad, también deben ser instruidos con valores cívicos morales.
Nuestros policías provienen de la entraña del pueblo dominicano. Y si en sus hogares y en la escuela no le dan educación cívica, pautas de convivencias cívicas en la sociedad, les será muy difícil asumir un comportamiento diferente.
La mentalidad de la policía tiene que estar a tono con el civismo, que valora como bueno y válido el respeto a los demás, celos por la patria y sus instrucciones, respeto a los derechos humanos de los demás, respeto a la vida del ciudadano.
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La policía que queremos los dominicanos es aquella que además de la formación policial que reciben para cumplir con su delicada función de preservar vidas y propiedades, deben ser beneficiario de un buen salario, también de una educación cívico_ moral para lograr un trato humano con la gente.
Las muertes recientes de forma infrahumana de ciudadanos en varios cuarteles deja mucho que desear y pensar. Dichas muertes ha exasperado a la sociedad, la cual muestra gran preocupación y desconcierto.
Realmente, nuestra policía está obligada a cambiar la forma inhumana de tratar a la gente. Así esperamos.