La política de Trump hacia RD

La política de Trump hacia RD

Melvin Matthews

Los merecidos elogios del entrante secretario de Estado de Estados Unidos, el republicano Marco Rubio, hacia la República Dominicana, durante la audiencia senatorial de su confirmación, esboza apenas la introducción diplomática de la nueva política exterior de Donald Trump, quien ayer accedió a la Casa Blanca por segunda vez, erigido el cuadragésimo-séptimo presidente de la nación más poderosa del mundo: Estados Unidos de América.

¿Qué deben alegrarnos sus enaltecimientos? Por supuesto que sí; los pronuncia un funcionario fundamental, titular de las relaciones internacionales estadounidenses. Como ha dicho el hijo de padres cubanos, hay un gobierno –el de Luis Abinader– que “está haciendo las cosas bien” junto a Argentina (Javier Miley) y Ecuador (Daniel Noboa) y debemos seguir recibiendo el apoyo de la superpotencia norteamericana; reconoció que la República Dominicana enfrenta un verdadero desafío debido a la inestabilidad política permanente de Haití, que salimos bien y rápido de la pandemia Covid-19 y que somos una potencia turística. Todo eso está muy bien, menos el señalamiento de que Panamá persuadió al gobierno dominicano para cortar relaciones con Taiwán y reconocer a China.

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En cuanto al tema haitiano, es la primera vez que la política exterior de Abinader hacia Haití recibe el reconocimiento de un alto cargo de Estados Unidos, lo que pronostica un descenso considerable de las críticas sobre supuestas violaciones de derechos humanos durante las deportaciones de indocumentados allende la frontera.

Sin embargo, no debemos perder de vista que todos los aspectos de política exterior que postuló Marco Rubio, tienen como telón de fondo el MAGA “Make America Great Again” –hacer grande a Estados Unidos otra vez–, cuya estrategia global procura redimensionar a la superpotencia en términos nucleares, económicos, políticos, tecnológicos y culturales dentro y fuera de su propia geografía. Rubio no vaciló en responder que el principal enemigo de Estados Unidos es la República Popular China, que ha expandido su comercio y la diplomacia hasta los confines del planeta, incluyendo occidente y, en particular, hacia Latinoamérica y el Caribe.

La influencia China y la amenaza de recuperar Taiwán, constituyen la causa eficiente de la preocupación del Departamento de Estado, más allá de la guerra de Ucrania, la crisis del Medio Oriente y otras situaciones internacionales.

En consecuencia, creo que, a cambio del renovado vínculo con Trump, el gobierno de Abinader debe prepararse para distanciarse más de los comunistas de Beijing y unirse a Washington, que tratará de elevar el estatus diplomático internacional de Taiwán para prevenir que caiga en manos de Xi Jing Ping.

Abinader mantuvo buenas relaciones con Joe Biden y entra con buen pie a la segunda gestión de Donald Trump.

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