La política del burro

La política del burro

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

La práctica ha enseñado que, si un burro tropieza con una piedra en el trayecto de un camino, nunca choca con la misma, aunque vuelva sobre sus pasos mil veces. En la década de 1970 el presidente Joaquín Balaguer se refirió a un artículo mío en el cual criticaba que cada aguacero fuerte traía consigo un apagón de la energía eléctrica.

La simple lectura de la edición de cualquier diario nacional, desde la feliz muerte de Trujillo, encuentra una repetición de los hechos de hoy, como si se tratara de calcar una situación, en veces bastaría con cambiar la fecha y hallaríamos muy poca diferencia en los problemas, a saber:

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-Suministro precario de energía eléctrica, ello, pese a los miles de millones de dólares invertidos en el servicio nacional de energía

-Falta de confianza en los capitalistas criollos que prefieren buscar ventajas en pagar aranceles bajos, obtener exoneraciones de impuestos sobre la renta, impuestos internos, por fala de espíritu empresarial, de buscar el riesgo-beneficio que se obtiene de la siembra, cosecha, almacenamiento e industrialización de la materia prima que exportamos para comprar caros productos terminados a partir de materia prima criolla. Incluye venta de rones, chocolatines y algo imperdonable, hasta en el tabaco nos hemos dejado ganar.

-Aún no hemos sido capaces de superar el problema del tránsito y transporte como si fuésemos accionistas o cómplices en la compra de vehículos de motor que no producimos, pero consumimos de los más caros del mercado mundial.

-Gastamos y consumimos en el sector vehículos sumas atentatorias contra el ahorro nacional, aunque lo sabemos, es imperdonable que no lo abordemos con decisión de Estado y con equipo colgante, crear un verdadero sistema de transporte colectivo eficiente, limpio, a precio popular.

-Controlar por medio de un castigo impositivo a los “fantasmosos” que quieren romper ojos con vehículos lujosos, en Estados Unidos y en Europa, e imponer un tributo del mil o dos mil por ciento sobre el valor de compra del automóvil de que se trate

-Controlar el peso de los camiones de carga como un modo de extender la vida útil de los caminos y carreteras que usan.

-Construir carreteras con una vida útil asegurada en afirmado, con la disposición de las aguas de lluvia que no se aposenten en las orillas, lo mismo para las calles y avenidas.

-Castigar con toda severidad a los inspectores y supervisores que dan el visto bueno a constructores de viviendas, carreteras, puentes, edificios, urbanizaciones.

Tenemos tanto tiempo haciéndolo mal que creemos que actuamos correctamente. Ojalá que este Gobierno siga la práctica del burro, que no tropieza dos veces con la misma piedra.