La postración nerviosa

La postración nerviosa

Con la pandemia todos hemos tenido ansiedades cuyas causas olvidamos

En mis años juveniles era común utilizar este término cuando había algún estado de angustia, de pánico, de depresión en algún paciente.

Hoy día en la quinta edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5), «la Biblia» de la psiquiatría moderna, se clasifican los trastornos según síntomas específicos: Trastorno depresivo mayor (a menudo denominado simplemente depresión), trastorno depresivo persistente (distimias), otros trastornos depresivos específicos o no específicos. Por igual, encontramos las ansiedades y las fobias, las cuales tienen su clasificación determinada en ese manual.

Como vemos, el diagnóstico de postración nerviosa, es obsoleto y ya no existe. Haciendo esa salvedad, permítanme ustedes usar el término, por lo sentimental de una evocación juvenil.

En una revisión-limpieza en mi biblioteca, pues estoy de mudanza, tuve en mis manos una revista de una de las tantas heredadas de mi padre, una parte de la colección Selecciones de Readers Digest, esta de los años 60, con la firma de Robert O-Brien, donde trata la postración nerviosa. Con la venia de mis amables lectores, me atrevo a hacer la aseveración en este «conversatorio», que a través de los años la conducta humana ha variado poco y que a medida que la ciencia avanza se cambian nombres y terapéuticas, pero en esencia somos iguales en los padecimientos médicos a través de la historia, salvo algunos ejemplos y enfermedades que cambian cada cierto tiempo.

¿Qué es exactamente una postración nerviosa? Se caracteriza ante todo por una angustia, o sea un estado de tensión emocional elevado, acompañado de una sensación abrumadora de aprehensión que carece de causa aparente. Con esta pandemia todos hemos tenido pasajeras ansiedades cuyas causas olvidamos. Pero la repetición de una circunstancia que una vez causó temor y angustia puede evocar reconcomios y reaparecer en las profundidades de nuestro subconsciente, para producirnos pánico y tristeza desconcertantes.

Otro elemento común en todas las postraciones nerviosas es el debilitamiento de los mecanismos de defensa inmunológico. En las primeras etapas de la vida la mayoría de los seres humanos aprendemos a protegernos contra situaciones que causan angustias, generalmente haciendo uso del raciocinio, aunque a veces este sea especioso.

En ocasiones los mecanismos de defensa funcionan más o menos eficazmente toda la vida. Sin embargo, a menudo cuando las tensiones emocionales y los temores se acumulan de forma agobiadora, como en estos momentos de pandemia, nuestras defensas físicas y emocionales se paralizan, se desencadena la angustia subyacente, entonces la persona sufre una postración nerviosa y cae en la desesperación. Por esta triste realidad tan estresante que está viviendo el mundo, colmada de angustias, miedos y desesperanzas, trae consigo un derrumbe emocional, el cual está ocurriendo con alarmante frecuencia, evidenciado en: trastornos de conducta, violencia intrafamiliar y de género, agresividad, desacatos sociales, suicidios, etc.

¿Cómo puede uno saber cuándo va de camino al desastre? El primer signo generalmente es una sensación vaga y prolongada de malestar. Acaso aparezcan al mismo tiempo trastornos físicos molestos, tales como: inquietud, fatiga persistente, apatía, llanto espontáneo, «dolor en el alma», insomnio o lo opuesto. Tal vez se presenten síntomas graves: intensos dolores de cabeza, palpitaciones cardíacas, mareos, desórdenes gastrointestinales, dolores musculares inespecíficos.

La tolerancia humana a la tensión emocional tiene un límite y cada ser humano su punto de fractura. Si a esto le agregamos un desgaste físico por la falta de sueño, la inapetencia alimentaria y sexual, los retos económicos y sociales, las demandas del trabajo, conflictos en la familia, etc., esa persona colapsará emocionalmente. Sabemos hoy que las depresiones y las ansiedades tienen, implicados elementos neuroquímicos, neuroendocrinos y alteraciones sistémicas. No espere usted el derrumbe, busque ayuda temprana de su médico amigo, que este de seguro lo referirá al terapeuta.

Parece lógico que la capacidad para mantener un estado de ánimo positivo o una emoción del mismo tipo tenga un impacto directo en la habilidad del individuo para experimentar felicidad, todo esto leído, hoy se diagnóstica como: distimia, depresión o ansiedad.

Sustento la teoría de que la forma más rápida de alcanzar un mejor estado de armonía mental y felicidad personal es no olvidando que la autoestima y el amor comienzan por usted, pero siempre con ayuda profesional.

El primer signo generalmente es una sensación vaga y prolongada de malestar

Publicaciones Relacionadas

Más leídas