La posverdad de la AFP Popular

La posverdad de la AFP Popular

J. LUIS ROJAS

Aunque los dueños de las principales Administradoras de Fondos de Pensiones (Banco Popular, Banreservas, BHD León y Scotiabank), empleen todos los medios y recursos para justificar atributos que no tiene el Sistema de Capitalización Individual, no podrán ocultar las injusticias, inequidades, indignaciones e insatisfacciones provenientes de este perverso modelo de pensiones.

Las AFP son un negocio redondo, sin riesgos, en el que los dueños del capital (los trabajadores) reciben menos beneficios que los que lo administran (los propietarios de los bancos).

En República Dominicana, igual que en otros países del mundo, las leyes y las instituciones gubernamentales regulatorias, son extremadamente tolerantes y complacientes con las marcas corporativas y comerciales,las quede manera de consciente diseñan, ejecutan y controlan diversas estrategias y acciones de marketing, pretendiendo con ellas persuadir y engañara los ciudadanos.

En pocas palabras, se montan en la posverdad para manipular los sentimientos, las emociones, las necesidadesy las expectativasde las audiencias.

Según el diccionario de la Real Academia Española, la posverdad es la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.

Es decir, esas aseveraciones que dejan de basarse en hechos objetivos para apelar a las emociones, creencias o deseos del público.

Entonces, podría afirmarse quela posverdad es el nuevo instrumento del que disponela élite financiera para asegurar el control de todo y de todos.      

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La AFP Popular, filial del Grupo Popular, en su más reciente campaña de comunicación publicitaria, en la que utiliza como talentos a los comediantes Raymond Pozo y Miguel Céspedes, se nota un altísimo nivel de preocupación por detener el progresivo y evidente deterioro de su reputación, credibilidad e imagen pública.

Con la actuación de los referidos cómicos, se pretende persuadir a cientos de miles de trabajadores insatisfechos de los sectores público y privado, afiliados a la seguridad social, para que piensen y crean que la AFP Popular es confianza absoluta. 

Pretender visibilizar la credibilidad de una marca, empleando como recurso a dos comediantes, es como si fuese lograr algo imposible.

Los que gestionan el marketing de la AFP Popular, incurren en un gravísimo error cundo se valen de dos cómicos para que validen la supuesta confianza absoluta de ella. La misión principal de los cómicos consiste en divertir y hacer reír a las audiencias.

En la coyuntura actual, pocos negocios tienen tan mala reputación, credibilidad e imagen pública, como la que llevan en sus hombros las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).

Apoyarse en la ola de popularidad de dos comediantes, buscando con ello inyectarle confianza y credibilidad a una marca, no luce ser una estrategia de comunicación publicitaria oportuna, sostenible, confiable e inteligente.

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Cuando una marca o producto no cuenta con los atributos necesarios para satisfacer determinadas expectativas y necesidades de sus clientes, no basta con pagarles grandes cantidades de dinero a un abogado, un economista y a dos pamplineros, para que hablen como loros y defiendan con capa y espada lo indefendible.

Los que emplean la posverdad lo hacen para justificar malas prácticas, legitimar conductas incorrectas, limpiar imagen pública y jaquear los cerebros de importantes segmentos de las audiencias.

La costosa y desesperada campaña de comunicación publicitaria, que desde hace varios días lleva a cabo la AFP Popular, no es suficiente para ocultar las: brechas, deficiencias, injusticias e iniquidades que rodean el inhumano sistema de cuenta de capitalización individual, el cual es gestionado por las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), filiales de los bancos: Popular, Scotiabank, Banreservas y el BHD León. 

Las intenciones de los mensajes de la posverdad, sin importar los medios empleados para su divulgación, es lograr que las mentiras sean más creíbles que las verdades, que la subjetividad adquiera más valor que la objetividad y que la ficción supere la realidad.

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Los efectos multidimensionales derivados de los efectos de la posverdad, aniquilan la capacidad crítica y analítica de las personas.

La posverdad siempre ha pretendido proporciónales más relevancia a las cuestiones emocionales que a las racionales.

El mensaje clave de la campaña de la AFP Popular es ciento por ciento posverdad, debido a que su estrategia consiste en utilizar a dos comediantes como medio para visibilizar unos supuestos atributos positivos e invisibilizar los altísimos niveles de insatisfacción y ansiedades que tienen los cotizantes del sistema de capitalización individual.

Lo lógico y razonable sería que los directivos, ejecutivos y asesores de la AFP Popular, en vez de malgastar los ahorros de las pensiones de los trabajadores en esfuerzos comunicacionales inútiles, invirtieran en estrategias, actividades y en mecanismos que contribuyan a orientar más y mejor a sus clientes. Por ejemplo, decirles que sus pensiones son infinitas.

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La AFP Popular usa como recurso mediático la ingenuidad y la necesidad de acenso social y económico de Raymond y Miguel, para decirles, a través de ellos, a los afiliados de la seguridad social que los fondos de pensiones funcionan.

En cambio, más allá de un entorno de posverdad, como el que recrea AFP Popular, cada día son más los trabajadores públicos y privados que no quieren recibir los supuestos beneficios que les proporciona sistema de cuenta de capitalización individual actual.

¿Por qué la AFP Popular se auxilia de dos comediantes para decirles a sus audiencias cautivas y potenciales que tiene confianza absoluta?

La AFP Popular olvida que la confianza absoluta solo se logra cuando se hace lo correcto siempre, sin importar el momento, el lugar y la circunstancia. Por ejemplo, evitar que sucedan historias como la siguiente:

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“En el 2003, Lucas Javier tenía menos de 45 años de edad, razón por la cual fue inscrito automáticamente, y sin la debida información, a una AFP. En agosto del presente año cumplió 60 años de vida.

El 3 de febrero de 2022 habrá acumulado 29 años ininterrumpidos de trabajo en una institución del Estado dominicano. Si Lucas decidiese pensionarse hoy, la AFP que negocia con sus ahorros le daría una pensión de $27,356.00, lo cual equivale al 15 % de su salario actual ($179,380.00)”.

Las ansiedades, insatisfacciones e incertidumbres que se derivan del Sistema de Capitalización Individual actual, jamás podrán ser solapadas con mentiras disfrazadas de verdades, propagandas por cómicos vestidos de ingenuidad.

¿De dónde proviene el dinero que está gastando la AFP Popular para producir, realizar y difundir una campaña publicitaria, en la que dos comediantes abordan la confianza absoluta?