Es lo que ha vaticinado la reciente encuesta Gallup-Hoy: la debacle electoral del candidato presidencial Luis Abinader, del PRM, quien no obstante su electorera alharaca salió maltrecho del trabajo de investigación con el precario favor del 30.6 % de los encuestados, frente al robusto 60.3 de respaldo a la continuidad del Presidente Danilo Medina.
La hecatombe por dondequiera que se miren los resultados de la encuestadora a dos meses de la elección del 15 de mayo, pues Abinader no solo enfrenta a Medina, quien encarna la reelección presidencial más consolidada de nuestra democracia moderna, sino que desafía a la historia nacional, que no exhibe ningún candidato ganador en su primera presentación electoral, mucho menos postulado por un partido nuevo aunque de reciclados dirigentes, una escisión más del PRD, aliado a Medina.
En 1996 Leonel Fernández ganó su primera partida, pero el PLD no era nuevo, llevaba 23 años de fundado y, además, llegó impulsado por la contradictoria alianza del binomio Balaguer-Bosch.
Pero la aspiración de Abinader es elevada a pesar de las reconocidas dificultades del PRM para alcanzar representatividad nacional con candidaturas propias al Congreso y los ayuntamientos, así como los problemas en la captación de recursos para financiar la campaña electoral. En gran medida, la escogencia de la empresaria Carolina Mejía como vicepresidenta obedeció más a razones económicas que políticas, una movida para forzar a su padre, Hipólito Mejía, a recaudar entre los suyos y tenerlo contento.
El PRM no podía permitir que la muestra Gallup-Hoy se asentara en la opinión pública, especialmente el dato referente a que el 74.3 % cree un ganador en la primera vuelta. De ahí su intento por descalificarla bajo el manoseado argumento de la presión oficial.
Pero la debacle de Abinader asoma en lontananza.