Hoy, 21 de marzo, se abre la primavera en el calendario de las estaciones. La primavera nos da sentido de vida, de amor, de fuerza y belleza, en estos días cuyas circunstancias excepcionales nos llaman a reforzarnos de humanidad y civismo.
Para celebrar la vida, el arte. Por eso La Primavera, de Botticelli, es una de las obras mayores de la historia universal de las artes que nos invita a acercarnos con sosiego y esperanza a la genialidad del artista. Esta obra que conocimos en las galerías de los Uffizi y que visitamos en múltiples ocasiones, es un cuadro de de 2,03 metros por 3,14, que inspiró al maestro Botticelli entre 1477 y 1482, en pleno apogeo del movimiento renacentista del Neoplatinismo.
El artista ha logrado en esta obra, unos matices tiernos en los colores, con toques cristalinos de transparencia, muy difíciles de lograr con el óleo.
Los tonos son suaves, tiernos, delicados y de una ambientación erótica y espiritual, que caracteriza esta obra como una de las expresiones universales de la genialidad visual.
Su lectura, de derecha a izquierda, representa al Dios del viento Zefiro intentando alcanzar a la ninfa Chloris por quien siente una pasión y la convierte en su esposa Flora, reina de la Primavera eterna que nos regala para siempre. El reinado de las flores es una metáfora maravillosa que todos los años se repite a partir del 21 de marzo, pues, si obedecemos al curso de las estaciones y a la genialidad de la mitología, la diosa Flora viene al mundo para sembrar flores en la tierra para la eternidad… Es también una señal de esperanza frente a todos los obstáculos de la existencia, la primavera llega después del invierno, de los obstáculos climáticos, cierto es, pero con sabiduría sus mensajes morales y humanísticos la primavera es un renacer de fe y esperanza que llega siempre y en el que necesitamos creer cada día más, un símbolo de belleza y ciudadanía que ha inspirado muchos movimientos y generaciones ansiosas de cambios y progreso, La Primavera, es el triunfo de la vida sobre todos los obstáculos…
En la composición del cuadro, marcando un espacio geográfico y metafórico,Venus se posiciona discretamente, casi en el centro, pero resguardada hacia el fondo, con una expresión mágica de discreción y sutileza, recibiendo las flechas de amor que le dirija Cupido y en dirección de las Tres Gracias que permanecen formando una rondalla, seguidas por Mercurio.
Podríamos decir que el cuadro se organiza en varios discursos visuales y estéticos que señalan y evocan cada uno de los personajes mitológicos que inspiraron al maestro renacentista.
La intensidad de esta obra está en su equilibrio visual y narrativo, pues se analiza con los ojos y se siente con la siquis y nos sitúa frente a la belleza de Pulcritud, el placer y la voluptuosidad de Voluptas y la castidad de Castitas, todo esto guiado por el espíritu y a inteligencia del Ordenador Mercurio y la juventud de Flora Maestra y dueña de la fecundidad.
Esta obra, icono de la pureza y de la belleza existencial , convertida en una sinfonía femenina, fue un encargo de Lorenzo di Pierfrancesco de Medici, que supo inspirarse de los Fastos de Ovido, para cumplir con elevación e inteligencia con la ambigüedad de los mensajes renacentistas, empujados hacia la tentación cientista pagana y la moral cristiana de la Alta Edad Media que veía con señales de pecado toda inspiración sofisticada de los deseos.
El maestro evidencia en su composición tres espacios fundamentales, el bosque oscuro donde surjen milagrosamente laureles y naranjos, frutos altos en sabiduría y filosofía que marcaron toda la antigüedad helénica y romana, siendo el laurel símbolo de triunfo y victoria frente a la oscuridad y la guerra… y el naranjo, código botánico del azahar esencia floral de paz, sosiego, amor y prosperidad. La cromática intensamente oscura del bosque se enciende con el naranjo y el piso responde al mismo propósito plástico de Boticelli haciendo de estos dos espacios una advertencia visionaria de modernidad en la composición. La palidez de las pieles femeninas la transparencia del ropaje en las diosas, así como las luces que emanan de los cuerpos, confirman un dominio exclusivo y genial de Botticelli en su propio lenguaje, único, con la claridad y la oscuridad, tanto real como filosófica,
Es la obra universal que inspira la mistificación de los sentidos y todas sus contradicciones con los dictados de la doble moral o de la moral mal entendida porque es una obra que llama a vida, a la fuerza de existir, es un regalo de la naturaleza que nos brinda un paraíso terrestre donde el Amor pueda triunfar, siempre.
Hemos querido con esta obra llamar al recuerdo de la belleza existencial, de la fuerza del ser humano de su genialidad creativa e inventiva, queremos invitar a nuestros lectores en estos días de responsabilidad cívica compartida que se compartan con sus amigos, familia el arte, la literatura, la filosofía, el buen humor y el humor inteligente y construir nuestro futuro con el esplendor de la Primavera, la primavera del alma del espíritu y de la genialidad de la humanidad con toda sus armas para resistir… Resistiremos… Hemos de resistir.