Si todos los habitantes que conviven en este planeta, pudiesen votar en las elecciones de los Estados Unidos, es posible que Donald Trump perdería 98% a 2%. No se hagan ilusiones. Las elecciones de noviembre 8 sólo es prerrogativa de los votantes de esa gran nación. Las posibilidades que Trump gane son remotas, de hecho, “Upshot”, el portal del periódico The New York Times, sólo le asigna una posibilidad de 14%.
La atención mundial está enfocada en esas elecciones. El solo hecho de que Trump sea un candidato, trae una ansiedad nunca vista en la comunidad mundial. Él constituye la principal amenaza a la seguridad de todos.
El epicentro de su campaña está basada en un trío de propuestas descabelladas: 1.- Construiría un muro en el sur del país para evitar que los mexicanos envíen rapistas, asesinos y delincuentes, 2.- Amenaza con etiquetar todos los musulmanes que viven en la nación, emulando lo que hizo Hitler a los judíos en la década de los treintas del siglo pasado, y, 3.- Que usaría armas nucleares – cada metro cuadrado – en el conflicto del Medio Oriente.
Durante toda la campaña presidencial, Donald Trump cultiva la violencia, manipulando medias verdades, fomentando angustias a granel y vendiendo odios. El temor se apodera por el mundo entero.
Según los más versados economistas, el caos económico que causaría una victoria de él, daría paso a una gran depresión, más severa de la que se produjo a finales de la década de los años treinta del siglo pasado.
No existe la menor duda que este señor es un mentiroso patológico, narcisista y agitador. El daño que haría con un teléfono y una pluma sería inconmensurable. Sería un panorama sombrío y desolador.
Mentiroso impenitente, se ha atrevido hasta decir que “Obama es el fundador del Estado Islámico y que Hillary, es la co-fundadora”. De hecho, Politicfact, una organización no partidista que se dedica a comprobar si los políticos en esa nación dicen la verdad, calculó que “el 70% de lo que dice Trump, es mentira”.
Narcisista al extremo, elogia que el enemigo lo declare el más inteligente, como fue el caso que exclamó; “Putin dice que soy un genio”. Declaró sin sonrojarse también; “Que con respecto al Estado Islámico, él sabe más que los generales”
Agitador empedernido, estimula que los vendedores de armas – aquellos que él dice defienden la segunda enmienda – agredan físicamente a Hillary Clinton. En fin, estamos en presencia de un verdadero psicópata.
Pero el atrevimiento y la fuerza de cara es infinito, hace unos días, solicitó a un Jefe de Estado extranjero (Putin) que intervenga los correos electrónicos y computadoras del partido contrario y que los publique en los EEUU. Un acto claro de traición al país. Esa infracción debería conllevar sanciones penales, pues cruzó la línea roja de la traición a su propia nación.