La Prisa

La Prisa

Virginia Pardilla, directora MLC School.

Vamos por la vida con rapidez, sin darnos cuenta de que la impaciencia cierra puertas de bendición, y la paciencia abre miles de oportunidades. La mayoría de los proyectos que emprendemos requiere de un tiempo determinado. La prisa, el efecto microondas y el querer todo para ayer nos llevan a no disfrutar del proceso.

La prisa nos lleva a la impulsividad, a la desesperación y a la falta de paciencia. Andamos con tan poco tiempo que, en el camino, cuando las cosas no están listas en el momento que queremos o cómo las esperamos, se tiende a maltratar a los demás, pues se nos olvida que si bien debemos llegar o alcanzar los objetivos, hay situaciones que requieren un tiempo para que salgan de la mejor manera.

En el día a día siempre van a surgir cosas inesperadas, y a veces la impaciencia no es cuestión de falta de tiempo, sino de paz para saber esperar y comprender que las cosas llevan un proceso, el cual a veces es distinto a cómo quisiéramos y sin embargo tenernos que aceptarlo como es.

Las personas impacientes suelen ser exigentes y estar constantemente irritados, reforzando emociones negativas en su mente y cuerpo, generando estrés porque no pueden esperar; la prontitud acelera el corazón afectando la salud del individuo, ya que puede llevar a la fatiga física y emocional.

La paciencia es una virtud necesaria para triunfar y alcanzar los objetivos que nos proponemos en la vida, lo bueno es que podemos trabajar con nosotros para aprender a gestionarla, con una actitud positiva, sabiendo esperar, darle el tiempo preciso y prudente a cada gestión; aprendiendo y entendiendo que las cosas no pueden llevarse a cabo con tanta rapidez.

La inmediatez es la respuesta a no tener tiempo por la impaciencia, y falta de confianza en los resultados. Los que viven su vida gobernados por la impaciencia, la viven con mucho estrés y ansiedad.  Debemos disminuir la prisa y entender que a veces, para poder continuar debemos hacer una pausa; tomar un tiempo para evaluar lo que se hará y la manera de hacerlo, así como clarificar las metas a alcanzar.

Cuando tenemos claro el objetivo que queremos, entonces debemos valorar qué es lo importante, lo urgente y lo necesario, para dedicar atención y tiempo a lo que no se puede postergar.

Trabajando con ritmo, pero esperando que las cosas fluyan. A veces para avanzar necesitamos parar, y sin embargo la prisa nos lleva a realizar todo corriendo.

Cuando tengas determinado lo que debes hacer y cómo, organiza las diferentes tareas a realizar:  las de corto, mediano o largo plazo, dedicándoles el tiempo necesario para alcanzarlo.

¿Dé qué sirve llegar a la cima si al hacerlo fuiste infeliz, estabas malhumorado o atropellaste en el camino a las demás personas?

Tómate cinco minutos diarios para ti cada día, y medita en tu accionar.  Cuando estés ansioso por la prisa, piensa antes de hablar o actuar. Respira lentamente tomando aire por la nariz y exhalando por la boca; al tomar aire vas a tomar vida y al votarlo vas eliminar estrés y carga emocional. Este cambio en tu respiración va llevarte a sentirte más relajado. Practicar la paciencia buscando la paz, cuando las situaciones no se estén dando como lo estás esperando, reduce la presión que la prisa impone.

La mayoría de las metas que nos trazamos necesitan tiempo, y por lo tanto debemos esperar para alcanzarlas. Muchas personas expresan que la falta de paciencia los lleva a tirar la toalla, abandonando hasta los sueños debido a la prisa. A las personas pacientes, les resulta más fácil proponerse y alcanzar grandes proyectos. La paciencia se convierte en una fortaleza. La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de MLC SCHOOL Twiter: @MLC_Schoolrd @SVirginiaP Instagram: @pardillavirginia

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