A la vida y a los humanos, le han relativizado los valores; le han prostituido la palabra y le han lavado el rostro para estructurar la sociedad de los iguales. Ahora todos nos parecemos más al resto. La individualidad dice ZYG Munt Bauman, la consiguen unos pocos que han aprendido a tomar distancia para no contaminarse. La pérdida de la identidad generalizada en la sociedad ha puesto en evidencia a tantas personas enfermas y disfuncionales, desde la ética a los valores, de hacer lo correcto o no sentir resaca moral, a no reconocer los límites, la vergüenza, el miedo al cuestionamiento social, grupal o familiar. El desgaste, la despersonalización, el teatro y el cinismo, como práctica social en la política, en los grupos y en la vida socializada, así se expresa y se refuerza, para mal, como conducta o comportamiento normales, debido a su alta repitencia.
A la vida y a las relaciones le han quebrado el sentido de pertenencia; le han robado el apego sano, y han cualquierizado los vínculos. Ahora se practica el repartir, el dar, la ventaja, el beneficio, el negocio, la oportunidad, la circunstancia, el momento, etc. Todo se ha reducido en “ganar ganar” sin importar la palabra, ni el afecto, ni la referencia, ni el rostro. Hoy todo es relativo, todo nos resbala, como la persona BAN: “bulto, allante y movimiento”. Para mal, hoy se hace difícil construir, mantener y trasparentar una verdadera amistad. Una amistad, vista desde las actitudes emocionales positivas implica: apego sano, vínculo sano, fidelidad, respeto, empatía emocional, compasión, valoración, reconocimiento y filiación con la práctica de vida. En la amistad no hay interés sexual, económico, social o material; es una relación apoyada en propósito humano, socio-cultural, o en hábitos sanos y espirituales que ayudan a crecer y le den oxigenación a la vida. Es una relación, la amistad, que estimula el cambio, ayuda a madurar, protege, abre camino, crea esperanza, ayuda a sanar heridas, permite gratificar de forma sana y armónica los momentos que se comparten. Es decir, permite vivir a cada quien, dentro de la individualidad. En la amistad no se puede practicar la envidia, los celos, la manipulación, el cinismo, el chantaje, el chisme, ni la discordia. Pero peor aún, en la amistad, no caben los negocios, la trampa, la utilización, la oportunidad, ni la cultura del favor.
Repito, en la amistad para que sea un acto libre, afectivo, voluntario permanente, debe ser trasparente, armónico, sincero, fiel, dando constancia de la entrega por la afectividad y la reciprocidad. A la amistad, el mercado, la vanidad, el relativismo, el individualismo, el yo ismo, las actitudes emocionales negativas: envidia, resentimientos, el miedo, la culpa, los celos, la ira, el enojo, etc. Han imposibilitado o han suicidado a la amistad. Sin embargo, hay amistades construida y fortalecidas por años y por décadas; Amistades que han vencidos chismes, trampas, personas tóxicas y lugares tóxicos. Para ellos, los amigos y amigas han decidido respetarse, considerarse, valorarse y apoyarse en cada circunstancia y en cada momento, donde hay angustia, dolor, pérdida, confusión, depresión, derrota etc.
Aquellas amistades inquebrantables están fortalecidas por la fidelidad, por la solidaridad, la compasión, el amor sin interés y sin codicia. El humano no puede vivir sin amigos(a).
La felicidad y los momentos felices se viven y se asumen, pero también se trasciende a través de una amistad. Así se vive más ligero, más armónico y más fluvial. Pero sobre todo, si en la amistad se práctica la entrega sin la espera. Las personas sabias y maduras cultivan y mantienen amistades, debido a su crecimiento espiritual, emocional y social. A la psicología de la amistad no la derrota la vida liquidad, ni las redes sociales ni la crisis posmoderna.