Zaida Ginebra de Lovatón fue presidenta de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía.
Era querida, admirada y seguida por la mujer pobre del país que esperaba sus recetas adaptadas a sus posibilidades económicas, por eso no se escuchaba de su voz la preparación y los ingredientes de platos sofisticados, aunque resultaban alimenticios y sabrosos.
De lunes a viernes, por Radio Comercial, su palabra enérgica también fue denuncia y crítica a los actos de corrupción y la arbitrariedad del gobierno balaguerista de los 12 Años.
Aparte de respetada por el oficialismo de entonces, era temida por intérpretes, compositores, locutores, porque la vigorosa dama no transigía con comportamientos ni letras de canciones o vocablos y expresiones inmorales.
Prohibió interpretaciones, suspendió presentaciones de artistas en la televisión.
Con firmeza, despojó de sus carnés a hombres y mujeres del micrófono, en su condición de presidenta de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía, posición que ocupó desde 1979 hasta su muerte.
El Nacional publicó tras su fallecimiento: “se caracterizó como mano dura al enfrentar artistas que escenificaban actos inmorales y atrevidos”.
Se trata de Zaida Ginebra de Lovatón, quien junto a su esposo Máximo fue una activista histórica del Partido Revolucionario Dominicano.
Lovatón fue senador y presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Doña Zaida, como le llamaban, estuvo presente en los combates de la Revolución de Abril, del lado constitucionalista, y su residencia de la Benito Monción, en Gascue, fue refugio de combatientes perseguidos de esa conflagración como para otros de los 12 Años, como fue el caso de José Francisco Peña Gómez, a quien ocultó cuando lo amenazaban y buscaban.
Precisamente, el carismático líder del PRD fue quien pronunció el panegírico el día de su sepelio, exaltando virtudes y cualidades sobresalientes de ese roble perredeísta.
Al margen de estos arriesgados actos patrióticos de solidaridad, y de su lucha por elevar el nivel social y económico de los más pobres, doña Zaida fue excelente repostera y cocinera.
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La han ignorado
Por todos esos méritos, en tres ocasiones se ha decidido por ley del Congreso y por resoluciones del Ayuntamiento del Distrito Nacional, que una calle de Santo Domingo lleve el nombre de Zaida Ginebra de Lovatón.
La primera fue en 1998, cuando la Cámara de Diputados aprobó, a solicitud de la diputada Yadhira Henríquez de Sánchez, que tres vías del Distrito Nacional llevaran los nombres de Abigail Mejía, Rogelio Lamarche Soto y de doña Zaida.
Los dos primeros fueron reconocidos con esa distinción. Doña Zaida no fue objeto de ese homenaje.
La segunda fue la resolución número 29/2007, cuando el Ayuntamiento del Distrito Nacional, atendiendo una petición de Máximo Lovatón Ginebra, resolvió, el 13 de septiembre de 2007 que se designara una calle de la capital con el nombre de Zaida Ginebra de Lovatón, pero esta tampoco se ejecutó.
Y la más reciente es la ordenanza número 3/2022 en la que Hugo Beras, secretario del Ayuntamiento, pide la designación.
Fue aprobada el 16 de marzo de este año. Aún no se ha materializado.
“De gran calidad humana”
Doña Zaida, definida en un editorial de El Caribe como una mujer “de gran calidad humana”, nació en Puerto Plata el 27 de enero de 1914, hija de José Emilio Ginebra Pelegrín y Marina María de la Rocha Carmona.
De su matrimonio con Máximo Lovatón son sus hijos Máximo, Zaida, Colombina, Rosario y Tomasina.
Falleció alrededor de las 5:00 de la tarde del 23 de agosto de 1985, en la clínica Abreu, donde fue llevada luego de sufrir un infarto en su residencia. Tenía 72 años de edad.
Al velatorio asistieron, también, el presidente Salvador Jorge Blanco, Jacobo Majluta, presidente del Senado de la República y el expresidente Juan Bosch. Además de Peña Gómez, habló Salvador Pittaluga Nivar en nombre de la familia.
Aclaración: José Pilía Moreno Duarte, sobrino de Alfonso Moreno Martínez, envió la siguiente aclaración: “El exilio del doctor Alfonso Moreno Martínez fue junto a sus dos hermanos José María Martínez (Pilía), pues ya habían asesinado a su hermano menor Juan Antonio Arcadio Moreno Martínez y sus vidas corrían peligro pues eran luchadores en contra del régimen de Trujillo”.