Años atrás leí que una de las grandes desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo. Realmente es así, cuando andamos con prisa, acelerados e impacientes nos toma más tiempo y el precio a pagar es más alto. Existe una diferencia muy marcada entre una persona que anda con prisas y otra persona que anda rápido pero enfocado y con metas muy claras. El artista plástico Valentín Acosta es el creador de un cuadro que lleva el nombre de: “La hora pico”. Ese cuadro es valioso y refleja el comportamiento psicosocial de nosotros los dominicanos. La obra del artista Acosta nos enseña la falta de planificación en el día a día; podemos observar una especie de desesperación y prontitud y como las personas se exponen al peligro debido a la prisa desenfrenada.
Tuve el privilegio de conversar con Pedro Giovanni Sánchez, nació en Jarabacoa y siendo adolescente se trasladó con su madre y hermanos a los Estados Unidos de América. Mi amigo Giovanni decidió estudiar economía y finanzas; hoy en día Giovanni es una persona bicultural y gracias a su cosmovisión tiene la capacidad de discernir las fortalezas y debilidades de nuestra bella República Dominicana. El ha estado trabajando por muchos años en la bolsa de valores, un día me comentó que debido a la competitividad y a la naturaleza de ese ambiente financiero, las empresas toman mucho en cuenta la capacidad de poder transar negocios en milisegundos. Todo es rápido, agresivo, desafiante y ambicioso, porque la meta final es tener productividad y ganancias financieras. Es que mientras más rápido se puede cerrar un negocio, más transacciones se pueden realizar.
Debemos tener presente que ser productivo no es lo mismo que andar rápido y a toda prisa. Ser eficiente no es andar como “la jon del diablo”. Giovanni me expresaba que la transportación marítima, aérea, las computadoras, el internet, los celulares y, recientemente la inteligencia artificial, todas fueron diseñadas para proveernos más eficiencia y rapidez; claro, esto a generado otros aspectos de corte existencial y éticos, pero ahora no es el momento de tratar ese aspecto. A pesar de todo esto -y quiero usar un término que yo mismo he inventado- vivimos en una especie de “trastorno de percepción del tiempo”, andamos acelerado y al mismo tiempo relajados. Hemos adoptado una cultura agresiva y peligrosa cuando estamos detrás del guía de un vehículo. Poseemos un nivel de inmediatismo enfermizo e improductivo; mi amigo Giovanni lo define como “un accidente cósmico”.
Hay otro aspecto de la rapidez en nuestra cultura, y este consiste en que todos queremos hacernos de dinero de forma rápida y sin sacrificio ni consecuencias. La misma rapidez que usamos para lograr “resultados efímeros” es la que usamos para manejar un vehículo sin tomar en cuenta las implicaciones; es tan así, que somos uno de los países que posee un número muy alto en accidentes automovilísticos; de hecho, podemos decir que mucho más accidentes cuando hablamos de motocicletas. Somos rápidos para atropellar a los transeúntes, somos rápidos para sacar ventajas sin tomar en cuenta las consecuencias colectivas. Somos rápidos para ofender y seguir a carcajadas como si nada ha pasado. Somos rápidos para administrar incorrectamente los bienes del Estado dominicano, usando una ética que no ayuda a nuestro crecimiento económico de nuestros pueblos y de nuestras familias.
Decía alguien que ningún hombre con prisa puede considerarse civilizado; somos civilizados cuando pensamos en los demás, cuando dejamos un legado construido a través del tiempo y de forma pausada. Claro, si somos objetivos e intencionales, podemos decir que nos queda otra opción: ¡Ser rápidos para construir! Rápidos para sumar, para proteger, para salvar a los transeúntes. Rápidos para frenar y no rebasar cuando hay un tapón en el tránsito. Ser rápidos para construir una economía más equitativa en un país como el nuestro que está lleno de riquezas. Ser rápidos para construir una identidad cultural que nos saque del círculo de la conformación. Rápidos para producir los cambios necesarios que este país necesita. Rápidos para transformar el Estado dominicano, el campo, la educación y la familia. Si deseas vivir una vida rápida, adelante, pero hazlo sin atropellar, hazlo con excelencia.