En los últimos 60 años, las conquistas en la democracia dominicana son incuestionables. En ese lapso de tiempo hemos tenido todo tipo de gobiernos, desde gobiernos autoritarios hasta tener gobiernos democráticos. Igualmente, hemos tenido un amplio número de reformas constitucionales que se han producido por distintas circunstancias. Entre las que se encuentran una reforma constitucional debido a la transición de un periodo dictatorial a una democracia, hasta reformas debido a la conveniencia del momento.
En nuestro sistema de gobierno, el Presidente de la República, en su condición de jefe de Estado y de gobierno de conformidad con lo dispuesto por la Constitución dominicana. Al tener una democracia representativa como sistema de gobierno, el presidente representa a todos los dominicanos y resulta ser el encargado de la política interior y exterior de nuestro país. Además, resulta interesante que, en los últimos años, gran parte de nuestras reformas constitucionales o en sus debates, el tema principal sea las distintas potestades y las limitaciones que debe tener el gobernante. Lo cual es un tema digno de atención y que genera críticas a favor o en contra debido a las atribuciones del jefe de Estado.
La polémica de la duración del mandato debe considerarse razonable para equilibrar una necesidad de evitar un mandato excesivamente largo que pueda acentuar los elementos autoritarios de todo poder fuertemente personalizado y que uno excesivamente corto pueda evitar que un mandatario disponga del tiempo para intentar llevar a cabo su programa. Es ese, sin duda, uno de los elementos problemáticos de la ingeniería constitucional del presidencialismo. Pues si resulta que cuatro años puede ser demasiado poco tiempo para que un buen gobierno lleve a cabo su programa, puede ser también demasiado malo para que un mal gobierno lleve a cabo sus destrozos. La duración del periodo, por esas razones anteriormente mencionadas se ha establecido convencionalmente en cuatro años. Y, por último, el centro del debate sobre la posible repostulación por el límite de poder que debe tener el presidente, es tanto la duración del presidente y la reelección.
Anteriormente, teníamos el criterio de prohibición de la reelección, al agotar el presidente el periodo constitucional, cosa que cambió en 2015 para establecer una repostulación y el famoso nunca jamás. A pesar de eso, en el pasado han buscado la forma de habilitar el presidente de turno, que no es nada nuevo en la historia dominicana. Por eso es necesario blindar los límites del periodo presidencial por la salud del sistema democrático. El problema central del presidencialismo dominicano se encuentra en ese límite de poder, que debe considerarse para la existencia de un nuevo liderazgo político. En cualquier caso, nos encontramos ante la dificultad de buscar la fórmula idónea en los sistemas presidencialistas. Algunos prefieren un modelo como el de México de una duración de 6 años y nunca más, otros piden un modelo como el de Uruguay donde no hay reelección inmediata (lo estableció la Constitución de 2010) y otros modelos que siempre tienen puntos a favor y otros en contra, pero en mi opinión el modelo actual o como lo conocen algunos como “modelo estadounidense”, es el más saludable para la democracia y la alternabilidad. Al final, sin importar que modelo sea, en nuestra siquis como sociedad cada cuatro años el tema de la reelección es el tema de debate, aunque las reglas de juego(Constitución), pueda habilitar o no al presidente de turno para optarla.