La reforma policial … según los policías

La reforma policial … según los policías

Todo orden social debe ser siempre el producto de una negociación

Si a alguien hay que escuchar acerca de los problemas de la institución, es a los propios policías. A los actuales y a los retirados.

Ellos la conocen y saben donde hay debilidades y fortalezas, y por cierto, de dónde y de quiénes vienen las amenazas y dónde podrían estar, si fuere posible, las oportunidades de mejorarla.

No podemos “basurear” a los policías en ningún sentido. Ellos son, sin duda, reflejo y parte de nosotros; de un país que se dice que quiere mejorar, pero que todavía se atreve, como lo hizo la provincia de San Juan, a reconocer en Félix Bautista su digno enviado a la alta cámara legislativa, en donde se conocen asuntos tan delicados y estratégicos para nuestra evolución hacia la decencia nacional, como por ejemplo, la elección de los honorables miembros de la Cámara de Cuentas, siendo el senador Bautista uno de “los escogidos para escoger a los escogidos”.

En la PN actual y entre los oficiales retirados, especialmente los exjefes, hay personas con talento y experiencia para aportar al proceso de transformación de la PN.

El especialista en estrategia de organización, doctor Carlos Félix Gimbernard (Phd), en reciente entrevista, destacó que previamente a los cambios organizacionales deben cambiarse los códigos legales, los jueces, el sistema carcelario y otros elementos.

En entrevistas a los propios oficiales policiales, estos consideran que los problemas que más influyen en el crecimiento de la delincuencia son el desempleo, la inversión de valores, el tráfico y consumo de drogas, la corrupción administrativa, y la falta de educación en general, entre otros.

Si algo hay que hacer antes de hablar de transformaciones en la PN es de estudiar la realidad a que se enfrentan los agentes policiales en la las áreas de mayor delincuencia. Hay que entrevistar a profundidad a esos oficiales de alta gradación, algunos de ellos especialistas con estudios avanzados sobre el tema, dentro y fuera de la institución.

Y hay también que profundizar sobre las realidades barriales entrevistándose e integrando a los líderes comunitarios.

Y desde luego, hablar a fondo con los agentes, con esos que saben que ellos no tienen la forma de hacer bien su trabajo en las condiciones actuales, ni siquiera si fuesen mejor educados, capacitado y pagados adecuadamente para ejercer en determinados ambientes barriales.

También estudiar las características socio espaciales, y las especificidades delincuenciales de cada área o territorio. Y debe determinarse la idoneidad del modelo que se usa en algunos países de “jefes de áreas”, donde estos son tanto vigilantes como negociadores y administradores de la paz y la seguridad públicas.

Muchos policías, instintivamente, de un modo aprendido o inducido por la subcultura de la propia organización, son expertos en negociar algún tipo de “orden”, y a manejarse con los propios delincuentes para poder sobrevivir (económicamente), y para evitar que sus superiores los echen del puesto o que los delincuentes los maten.

Todo orden social debe ser siempre el producto de una negociación. (Ver The Negotiated Order), Mead, Park, Hughes Maines, Goffman y otros).

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