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En estos tiempos, en los que una pandemia global ha logrado colapsar los sistemas sanitarios, ha incidido de manera negativa en el crecimiento de la economía, ha cambiado las relaciones sociales, así como la calidad y cantidad de los empleos en los países ricos y pobres, lo más lógico, natural y racional sería que frente a un entorno como el descrito, tanto los ciudadanos como las empresas practiquen la cultura del cuidado, y no la de la indiferencia. La magnitud y profundidad de la crisis sanitaria actual, no tolera que los ciudadanos y las empresas dejen toda la responsabilidad solo a los gobiernos.
La responsabilidad, ya sea ciudadana o corporativa, consiste en una actitud proactiva de pertenencia a una comunidad y de reconocimiento de las obligaciones que se asumen con respecto a la sociedad a la que se pertenece. Ser responsable, en momentos de crisis sanitaria como la que azota a todos los países del mundo, es atocuidarse y cuidar a los demás, especialmente a los más vulnerables. En coyuntura como la presente, los ciudadanos y las empresas están llamados a ser parte activa de las soluciones, y no de los problemas. ¿Por qué dejar que sea el Estado dominicano quien asuma los efectos de la crisis sanitaria?
Los efectos sin precedentes de la pandemia COVID-19, lo ha cambiado todo: el estado emocional de los ciudadanos, la dinámica familiar, las relaciones laborales, el vínculo social, las emociones individuales y colectivas, la empatía corporativa, el ritmo de los procesos de producción y comercialización de bienes y servicios. En fin, el coronavirus ha recordado al mundo que el ser humano es el centro de todo. No es la acumulación de riqueza material, la vanidad, la codicia, el ego, la ira, el individualismo, la apatía, la insolidaridad, la megalomanía, entre otras malas acciones y actitudes toxicas.
A juzgar por hechos, hasta ahora, en República Dominicana, el gobierno ha sido la entidad que más esfuerzos ha realizado para mitigar los múltiples efectos derivados de la COVID-19. En este ámbito, se han puesto en marcha importantes iniciativas de carácter social. Por ejemplo: medidas para impulsar la recuperación del sector turismo, flexibilización fiscal, apoyo crediticio para la pequeña y mediana empresa, creación de un seguro de salud a cargo del Estado para turistas que puedan verse afectados por el coronavirus, implementación del Plan Nacional de Vivienda Familia Feliz, puesta en marcha del Plan Nacional de Vacunación “Vacúnate RD”, entre otras acciones sociales.
Las escaramuzas realizadas por el presidente Luis Abinader Corona, tendentes a mitigar los efectos de la pandemia COVID-19 en la salud de los dominicanos, así como para estabilizar el crecimiento económico y recuperar los empleos perdidos, merecen el reconocimiento y apoyo de todos los sectores que integran la sociedad dominicana. Más allá de la simpatía política partidista y de las creencias religiosas, hay que valorar y reconocer el empeño que ha puesto el gobierno de Abinader por adquirir suficientes vacunas para inocular a todos los ciudadanos.
La responsabilidad con que el gobierno dominicano ha enfrentado la crisis sanitaria y la recuperación del crecimiento de la economía, no se compara con la actuación pasiva, la tímida participación y la colaboración pusilánime, con la actitud que ha asumido un segmento importante de la ciudadanía, así como la indiferencia mostrada por la élite corporativa dominicana. Pretender que el gobierno asuma sólo los efectos de la presente crisis sanitaria, es casi igual que permitir un suicidio colectivo. Ahora es cuando cada uno tiene que hacer su parte: los ciudadanos vacunarse, los empresarios cumplir con su cuota social y los propietarios y ejecutivos de los medios de comunicación desempeñar sus funciones de informar, orientar y educar.
El nivel de empoderamiento con que el gobierno ha asumido la crisis sanitaria, proveniente del coronavirus, debería servir de estímulo positivo a los ciudadanos, al liderazgo corporativo, a los dirigentes sindicales, a los líderes de las iglesias, a los gestores de los gremios profesionales y a los propietarios y ejecutivos de los medios de comunicación. Sin lugar a duda, para salir de la situación actual lo menos perjudicado posible, será necesario que cada ciudadano y entidad pública y privada aporten lo mejor de sí mismo.
En momentos como los que actualmente enfrenta el mundo, caracterizados por crisis sanitaria, descrecimiento de la economía, incertidumbres sociales, pérdida masiva de empleos, es esencial que los ciudadanos y los sujetos corporativos actúen con responsabilidad y empatía. Hay que ser conscientes de que en las presentes circunstancias, la salud es una responsabilidad de todos. No solo del gobierno, sino de todos los ciudadanos y líderes políticos, empresariales, sociales, religiosos, académicos, sindicales y gremiales. En esta crisis sin precedentes, ¿cuál ha sido el rol de los bancos y sus Administradoras de Fondos de Pensiones y de Riesgos de Salud? ¿Ha estado el presidente Luis Abinader de brazos cruzados? Sea usted el jurado.