La rica experiencia de escribir literatura para niños

La rica experiencia de escribir literatura para niños

Los niños y las niñas requieren que se les tome en cuenta a la hora de escribir, porque los deleitamos, los hacemos partícipes de nuestra creatividad y los ponemos en actitud no solo de apreciar la literatura, sino de producirla.

Es hermoso ver a los chicos y chicas inspirándose y plasmando en el papel todas esas ideas que les surgen. Y para eso, además de su talento, tiene que haber una retroalimentación con el material literario que hayan acariciado sus manos y llegado hasta sus sentidos, aun sea de forma virtual.

La literatura tiene propósitos, pero el fin primordial debe ser el de producir goce, tanto en quien la escribe como en la persona que lee.

Es propio de la literatura infantil artística desarrollar competencias artístico-literarias como son el deleite, el deseo de conocer y de construir mundos imaginarios, la capacidad de expresión y, muy importante, reconocer el contexto histórico, social, cultural, estético y literario en que se desenvuelve la obra.

Con frecuencia surgen interrogantes: ¿es fácil escribir para la gente menuda? ¿Cuáles elementos hay que tomar en cuenta para hacerlo?

Primero debemos determinar qué queremos escribir y retrotraernos al tiempo dorado de los primeros años cuando todo era risas, juegos, sueños y fantasías. Solamente podemos producir para los infantes si nos sentimos niños y niñas nuevamente.

¿Cuáles son los temas que les agradan a los más chicos? La respuesta es: casi todos si se los presentamos en forma atractiva.

La naturaleza: los animales, las flores, los árboles, el ambiente, el aire, los ríos, la brisa, el mar, los colores, el paisaje, las estaciones del año y la gente son temas muy saboreados por ellos.

Se pueden abordar también el amor, el patriotismo y la amistad, entre otros sentimientos y valores.

Pero la inspiración y la espontaneidad hay que acompañarlas de ciertas reglas, para que el pequeño lector y la pequeña lectora se enamoren de lo que leen.

A esa escritura hay que impregnarle ritmo, musicalidad, imágenes y colorido. Que no les resulte aburrida, sino que los lleven por el mundo de la fantasía, o de la realidad, pero de forma lúdica y atractiva tanto si es poesía como si se trata de prosa.

Veamos este fragmento del cuento “Mamá, a aquella caracola le está naciendo un mar”, de Luis Martín Gómez, y reconozcamos en él algunas de las características ya mencionadas del texto literario: “Se le acercó al oído y escuchó olas. Ella no conocía el mar, pero lo imaginaba. Su madre le había hablado de esa agua azul atrapada en un hueco y de los rizos blancos que eran como el cabello del agua. Lo que ella no entendía era cómo un mar tan grande, con tantos peces y tantos corales y tantas aves y tanta arena pudiera estar metido en esa espiral pequeñita. ¿Sería que la caracola tuvo tanta sed que se bebió el mar entero?”.

Muchas veces los escritos, aun sin proponérselo el autor, cumplen una función didáctica y por eso los educadores se auxilian de ellos para tratar ciertos aspectos de la disciplina que imparten.

El niño y la niña fijarán mejor lo aprendido si lo describimos o explicamos en forma poética y simpática, y no de la forma fría y científica en que aparece en el libro de la asignatura, sin que eso quiera decir que vamos a prescindir de este último. Una manera de tratar ambos tipos de textos es introducirlos a la vez, como parte de una lección

Por ejemplo, si recurrimos a la tradición oral y cantamos:

“Dos y dos son cuatro,

seis y dos son ocho

y ocho dieciséis”.

¿No es mejor que recurrir a una operación matemática?

A propósito de esto, comparto este poemita de mi libro “Piloncito y jalao”:

Cómo hablan los animales

Los polluelos dicen pío,

hace la rana cra cra,

muge la vaca en el río,

y al perro se oye ladrar.

Maúlla el gatito manso,

y cacarea la gallina;

a lo lejos grazna el ganso,

zurea una palomilla.

Ruge el león en la selva

cuando el loro carretea,

bala un cabrito en su cueva,

y el elefante berrea.

Una serpiente que silba

se escucha en los matorrales,

y el avecilla que trina

alegra en los ventanales.

La abeja viene zumbando,

la blanca paloma arrulla,

el asno está rebuznando,

y, escondido, el zorro aúlla.

Allá, en aquel rincón

¿no oyes tú como chilla?

¡Cuidadito! ¡Es un ratón!

Y la gata está dormida.

 

No todo se puede manejar por vía de la poesía, pero algunos temas sí, sobre todo si se trata de un lector o de una lectora de poca edad, porque los más mayorcitos responden a otros intereses y pueden asimilar lecturas con un grado mayor de complejidad.

Para los primeros los textos deben ser sencillos, cortos, de fácil comprensión, sin abuso de las figuras literarias; pero armónicos, alegres, y con elementos familiares. En el caso de la poesía, de esa manera no solo la leerán y comprenderán, sino que hasta se las aprenden y declaman; si se trata de canciones, las cantan; y si son cuentos, los narran.

Cuando son más grandecitos /as se les pueden introducir tramas, imágenes, los textos pueden ser más largos, para que, además de leerlos, y saborearlos, también puedan hacer sus propias creaciones tomándolos como referencia.

Para que los niños y las niñas aprendan a disfrutar de la literatura hay que leerles en el hogar e inducirlos a que lo hagan; los padres deben ser los primeros lectores.

Compartir cuentos, poesías y otros textos literarios debe ser un elemento integrador; la familia debe participar de esa actividad y luego comentarla. Incluso, sus miembros pueden asumir los roles de los personajes de la obra. Es una rica y creativa experiencia.

A los infantes hay que llevarlos a bibliotecas y a actividades con cuentacuentos; integrarlos en cursos y talleres en los que se les motive a la lectura y a la escritura creativa, a partir de imágenes concretas, de lecturas y de temas.

Los libros deben presentarse de modo que el infante se enamore de ellos, que quiera manosearlos, leerlos, asimilar su contenido y hasta aprendérselo. Por eso deben ser hermosos, ilustrados, con muchos colores o con buenas ilustraciones aunque sean en blanco y negro, letras adecuadas para la lectura infantil, de diagramación atractiva y de material resistente.

En algunas escuelas hacen sus propias ferias de libros, organizan concursos literarios e invitan a los autores. Es emocionante la acogida que les dan a éstos, pero sobre todo, es fascinante la cantidad de recursos de que se valen para hacer más rico ese encuentro.

Para hablar de mi cuento “Las mariposas” he sido invitada a varias instituciones y la experiencia en cada una fue inolvidable: los estudiantes le pusieron música a una poesía y la entonaron; hicieron nuevas ilustraciones, alumnos y maestras han hecho poemas a partir de ese texto; adivinanzas, misivas, y ni hablar de las sorpresas que surgen en los diálogos. En fin, se ha producido una gama de creatividad en la que todos hemos salido gananciosos.

Vale la pena producir para la población infantil y apoyar a quienes lo hacen.

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