Salí de mi casa con mi esposa para hacer una diligencia, de repente me paré porque percibí a un hombre que se movía de forma ambigua, confundido o quizás perdido. Decidí perder la vergüenza y me lancé hacia aquel hombre difuminado, preguntándole: “Amigo, usted desea alguna ayuda”. El me miró de forma distante, me evaluó y me expresó con su cabeza que estaba confundido. Me acerqué a él y le estreché mi mano derecha. En ese instante comenzamos un diálogo con más libertad. Después de algunos minutos, sin yo preguntarle o cuestionarlo, me expresó que tenía varias posiciones en el gobierno. Miré a mi esposa, y nuevamente giré la mirada hacia donde él; los cargos que él tenía reflejaba la realidad del Estado dominicano. ¡Eran muchos, tres funciones pagadas por el Estado! Cuando nos despedimos me quedé absorto, ensimismado y reflexivo por el exceso de poder de nuestros gobernantes.
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Ese comportamiento sociopolítico nos deja ver al desnudo las mañas, la corrupción y el compadreo que nos sumerge en la sombra de la pobreza. Así es, es que una de las prácticas que el Estado usa es generar dependencia, y ya sabemos que la dependencia es similar a la subordinación, y yo diría es una especie de raquitismo que afecta las estructuras productivas del pais, provocando un debilitamiento en los sectores más necesitados e incluso, afectando las empresas privadas que deberían ser protegidas por el mismo Estado dominicano. Lo grande y triste de todo esto es que, esta práctica del Estado dominicano, de subordinar y crear dependencia ha existido por años y por décadas , es un comportamiento sistémico y hasta cierto punto certificado por los gobernantes que no han querido desatar el nudo que le da perpetuidad a lo caótico e improductivo.
Es por eso que el Estado dominicano se confunde con el gobierno y el gobierno aplaude esa confusión porque le conviene, le suma y lo proyecta hacia una dictadura justificada por el sufragio. El paternalismo pragmático es la semilla de los países tercermundistas, es una de todas las raíces que absorben el néctar y las riquezas que posee nuestro país. De esa forma los partidos y los gobernantes se enraízan de forma casi eterna en el Estado que le sirve de plataforma, y se autodenominan como la única salida, se venden como los únicos abastecedores. Sabemos muy bien y los “gobiernos también” que la mejor forma de ayudar a los que están atrapados en el ciclo de la pobreza es devolviéndole su dignidad, no haciéndolos esclavos a través de las migajas que promueven la dependencia y la subordinación.
Debemos entender y observar de forma crítica que el Estado dominicano es el mayor empleador y eso nos declara que existe y ha existido un exceso de poder en el gobierno de turno y en los gobiernos anteriores. Recuerdo una estadística que leí en el año 2023, decía que el Estado tenía 668,931 empleados, estoy más que seguro que esa cifra en el presente es mucho más elevada. Lo más desafiante de este comportamiento asistencialista, es que en nuestro país el Estado y el gobierno son palabras similares y se fusionan de forma desequilibrada; sin embargo, el Estado tiene carácter atemporal, independiente del gobierno.
En la práctica el gobierno controla el Estado, lo desnaturaliza y lo vuelve disfuncional, y donde reina la disfuncionalidad hay desorden, donde existe el desorden, existe el caos y donde existe el caos nace la Improvisación, y con la improvisación llega la mediocridad y la pobreza.