La República Dominicana ha decidido recuperar su espacio como un Estado Democrático, donde el soberano pueblo es que decide su porvenir y han tenido que ser los jóvenes de diferentes extracto sociales los que tomaron la antorcha.
Las protesta iniciada el lunes 17 de febrero frente al edificio que aloja a la Junta Central Electoral (JCE) ha sido el despertar de una sociedad apática, que por 20 años durmió sin importar lo que el gobierno hiciera con el dinero del erario público.
Con expresiones en carteles como: Mi voto se respeta; La Junta mató la democracia; Se van; Me robaron mi derecho, entre otros términos, jóvenes en todo el país se han sumado al reclamo de una acción que no tiene precedente.
Ha esto le agregamos los cacerolazos, que desde el pasado viernes se han expandido como pólvora a cada rincón del país, exigiendo transparencias en los venideros comicios electorales y exigiendo que se respete la democracia.
Los dominicanos se han hecho sentir en cada parte del mundo haciendo el llamado a elecciones libres, acciones que han tenido sus repercusiones ante el gobierno, el que ha tenido que recurrir a estrategias desesperadas para detener la euforia de un pueblo empoderado.
Las protestas se hacen en universidades, plazas comerciales, parques, restaurantes, en torres residenciales, urbanizaciones y sectores populares, el clamor se siente.
La sociedad ha despertado en el momento más adecuado, para decirle a un gobierno indolente, ante los males que nos aquejan, que quiere un Estado con garantías en sus instituciones por eso acudirá en masa a ejercer su deber como ciudadano.
Mañana nuestra nación cumple 176 años de su creación y el país estará ante algo nunca visto, el presidente hará como cada 27 de febrero su rendición de cuentas ante el Congreso Nacional y al mismo tiempo hay una convocatoria para una concentración en la Plaza de la Bandera.
La señal puede ser clara y contundente para el gobierno que hoy se siente acorralado por un país que ha decidido que nos más.