Se alimenta de carne y heces en descomposición, lo que hace que en los bosques de Inglaterra, en el mes de julio, se pueda ver a aficionados acarreando cosas como pañales sucios o pescados descompuestos para atraer a este enigmático insecto.
«Nunca olvidas tu primera vez», dice el entusiasta de las mariposas Neil Hulme.
«Mi padre y yo estábamos caminando por el bosque y nos encontramos con una mujer de unos 30 años, agachada. Y unos hombres vestidos de tweed, con cámaras y grandes objetivos, la estaban fotografiando por detrás».
Cuando se acercó, se dio cuenta de que le estaban sacando fotos a la mariposa que se había posado en su trasero.
Hulme se quedó cautivado por la criatura, sobre todo cuando echó a volar y se posó en su cuello.
«Los paparazzis de la mariposa me rodearon», recuerda. «Con un optimismo ciego, saqué mi mano como haría un halconero, y la mariposa se posó en mi dedo. Fue una experiencia increíble. Ya estaba enganchado».
Así empezaron décadas de romance, que le ha llevado a dedicar casi cada segundo de cada verano a perseguir a esta misteriosa mariposa.