El indiscutible éxito alcanzado por la administración del Presidente Danilo Medina no hubiera sido posible sin la constante y tangible aportación del Ministerio de Obras Publicas, a cargo de Gonzalo Castillo, un administrador de empresas estrecho amigo y colaborador del Jefe del Estado.
Tal concreción puede palparse en toda la geografía nacional en la construcción de obras sumamente importantes para la ciudadanía, priorizando las cosas pequeñas –una característica distintiva en la gestión de Medina-, como la pavimentación de calles, reconstrucción de caminos vecinales, canalización de ríos, edificación de muros de gaviones para salvaguardar a la población de las crecidas que inundan los predios adyacentes a sus riberas.
Según informes, Obras Publicas trabaja ahora junto al Ministerio de Educación en la construcción de 1,300 escuelas y el asfaltado de sus accesos; pero su brazo bienhechor abarca desde modestas estancias infantiles hasta faenas de gran calado como la carretera Uvero Alto-Miches, mís de 110 kilómetros, y otras vías.
Las “visitas sorpresa semanales” que ha popularizado Medina, y que a petición suya el PNUD evalúa, contienen una alta cuota de construcción de obras, especialmente de escuelas, centros de salud, pequeños acueductos y viviendas. En tal sentido, la preocupación del Ministro Castillo radica en “dar respuestas positivas, que redunden en beneficio de la ciudadanía”, un aspecto sobresaliente al observar los arraigados problemas de seguridad ciudadana en las carreteras. La desconfianza y el temor de conductores y pasajeros parecen riesgos del pasado debido a la protección y auxilio en las autopistas. La falta de recursos –“la administración es buena cuando el dinero escasea”-, al parecer no ha sido óbice para alcanzar las metas de una gerencia que enfatiza el efectivo control.
El Ministro Castillo, y su equipo, realizan enorme aportación al país, la cual amerita aprobaciones.