La tercera ley de Newton. Las bien coordinadas y organizadas protestas de los profesores, juntamente con la huelga del 25 y 26 de abril pasado en la región del Cibao donde, no se confirmó, pero alguien reportó la presencia de civiles armados, deben ser analizadas en laboratorio socio-político de precisión, porque era de esperarse que en algún momento las acciones del Ministerio Público contra exfuncionarios del pasado gobierno e importantes miembros de instituciones policíaco-militares pusieran en ejecución una contraofensiva que disminuyera el grado de agresividad o contundencia del aparato judicial que ha estado sentando importantes precedentes en la lucha contra la corrupción que históricamente ha sangrado el erario sin consecuencias visibles o contundentes.
Definitivamente lo sucedido en el Cibao y las protestas de los profesores son una fuerte confirmación de lo planteado en la tercera ley de Newton: “A toda acción corresponde una reacción de igual intensidad y de sentido contrario” y mi reflexión adicional es que las armas son más peligrosas o mortales si están en manos de desalmados.
Lea a continuación: Debilidad que perdura
Por: Eusebio Rivera Almodóvar
Ser rico no es un delito. Sin embargo, frente a cambios meteóricos de pobre a millonario algunos decían que “habitualmente detrás de sorpresivas fortunas había un crimen” y dejó de mencionarse después que la política se convirtió en negocio y el narcotráfico, mejor conocido como “crimen organizado”, se fortaleció teniendo en sus manos a líderes y gobernantes en muchas partes del mundo.
Dos mini-anécdotas como ejemplos: 1) Pregunté a una amiga si quería ser millonaria o ser feliz y sin titubeos me dijo: Millonaria. Ahora lo es, se casó con un político; 2) A un billetero que me ofreció uno diciéndome que sería el premio mayor del próximo domingo, le pregunté “¿Por qué no te quedas con él?” y me respondió: Hay que ganarse la vida.
Las recientes capturas de grandes cargamentos de drogas en nuestro país, son como una resurrección de la frase sobre fortunas y crímenes, de la cual deben burlarse los nuevos millonarios, políticos o no, que están convencidos de las debilidades de nuestro sistema judicial.