La Tierra no es la misma
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<p><strong>La Tierra no es la misma<br />al día siguiente(1 de 5)</strong></p>

POR DOMINGO ABREU COLLADO
Los cinco trabajos que saldrán con este título son fruto del «Curso-Taller Internacional Cartografía de Riesgos Naturales por Movimientos de Laderas y Taludes», impartido por un notable grupo de profesionales de las geociencias de Brasil, España, Cuba, Venezuela, Costa Rica y República Dominicana.

Este curso-taller fue organizado por la Academia de Ciencias de la República Dominicana, la Dirección General de Minería, y el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo –CYTED-, a través de su Red Temática 405RT0273 «Evaluación y Gestión de Riesgos y Desastres Naturales por Movimientos de Masas en Taludes y Laderas».

Pero primero introduzcamos esa idea de que «la Tierra no es la misma al día siguiente», que no es más que reducir a una frase cuasi poética o filosófica una historia geológica de 5 mil millones de años durante los cuales nuestro planeta no ha dejado de cambiar ni un solo día.

Y esto de que no ha dejado de cambiar ni un solo día no es una figura retórica. Es una certeza que las geociencias se han encargado de confirmar en cada una de las disciplinas que las conforman.

Nuestro planeta Tierra es un ente cambiante, permanentemente en transformación. Cada nuevo día el sol encuentra algo nuevo en la superficie de cada país al que llega en forma de amanecer. Ha sido el único ojo que ha podido ver durante toda la historia de la Tierra cada uno de esos cambios. Los nuestros –nuestros ojos- se empeñan en no dar crédito a lo que ven. Y eso ha sido causa de terribles consecuencias para conglomerados humanos cuya poca edad no les permite asimilar que el planeta cambia, y con el cambio se operan movimientos masivos de rocas, tierras y aguas que buscan acomodarse en espacios que tiempo después les desalojan para mantener ese moldeo eterno. Es una actividad en la que perecen cientos o miles de personas como fruto de la desorganización en que vivimos, fruto a su vez de vivir de espaldas a la historia de la Tierra.

Los movimientos de laderas, por ejemplo, son consecuencia de movimientos mayores, muchos de ellos imperceptibles en sus inicios. Sin embargo, las geociencias nos han permitido preverlos e incluso anunciarlos con suficiente tiempo a los poblados colocados a su paso.

Pero ocurre que, así como existen barrancas visibles que dividen espacios físicos, también hay barrancas invisibles que dividen el manejo del conocimiento y de la información. Un núcleo de científicos, muy pocas personas, puede tener la certeza de que un movimiento de tierras va a sepultar una población. Pero la incapacidad de comunicación del conocimiento a esa población imposibilita la comprensión por parte de estos últimos, resultando luego la tragedia.

En el transcurso de estos cinco trabajos vamos a tratar de exponer de la manera más llana y comprensible cual es la situación. Trataremos de arrojar luz sobre los inexorables movimientos de las masas de tierra y agua, y sobre las irracionales ocupaciones de espacios que esos movimientos de tierra y agua van a hacer cambiar.

Nuestro propósito, como ha sido siempre, es informar sobre las condiciones que hacen de determinados lugares sitios seguros o sitios amenazados de desastre. De igual manera está el propósito de señalar responsabilidades en cuanto a las pérdidas humanas y materiales que ocurren cuando los cambios en el relieve del planeta encuentran a su paso conglomerados humanos.

Haremos hincapié en las condiciones de riesgo presentes en la República Dominicana, tomando como ejemplo los casos de los diferentes países representados en el recién finalizado «Curso-Taller Internacional Cartografía de Riesgos Naturales por Movimientos de Laderas y Taludes», impartido en el salón de actos de la Biblioteca Pedro Mir, de la UASD, y coordinado por el ingeniero geólogo Osiris de León.

La naturaleza y los «desastres»

El siguiente fragmento es parte de una de las publicaciones de apoyo al curso-taller en cuestión: «Mapeamentos de risco de escorregamento: contextualizacao e estudo de caso em Carmaragibe (PE)» (Bandeira, Alheiros, Coutinho, Universidad Pernambuco, Brasil).

«Los frecuentes desastres naturales registrados en casi todo el planeta, despertaron desde finales de la década de los 80 una conciencia de la necesidad de una búsqueda compartida de soluciones, llevando a la Organización de las Naciones Unidas a instituir la década del 90 como la Década Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (IDNDR).

«No obstante el esfuerzo colectivo de cerca de 180 países que se sumaron al protocolo, produciendo a lo largo de ese decenio, análisis, nuevas herramientas de evaluación, guías y procedimientos para la implementación de modelos de evaluación y gestión de riesgo, además del cambio de experiencias positivas entre gobiernos y técnicos, no se produjeron los resultados esperados.

«La continuación de ocurrencias de grandes desastres naturales (espontáneos o inducidos) envolviendo gran número de muertos, llevó a la determinación de los participantes del IDNDR, a sugerir y aprobar por la ONU el seguimiento a ese esfuerzo internacional, ahora como una acción continua, sin plazo determinado, sobre la nueva denominación de Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres –ISDR, rediseñada y redireccionada para profundizar en las cuestiones relacionadas con mayores niveles de seguridad en la convivencia con los riesgos, destacando los análisis de vulnerabilidad, ya que la década de los 90 estuvo fuertemente marcada por los análisis de los procesos destructivos y las tecnologías para evaluación, comprensión y minimización de los efectos.

«Dada la diversidad de temas abordados por el IDNDR (terremotos, movimientos de laderas, inundaciones, ciclones, sequías, incendios forestales) áreas de conocimiento como: climatología, sismología, geología, ingeniería hidráulica, ingeniería geotécnica y saluda pública, cobraron impulso en el análisis de riesgos, razón por la cual un tiempo significativo fue destinado a la redefinición de conceptos y terminologías, que permitiesen una adecuada interacción entre los diferentes técnicos, gestores e investigadores envueltos».

¿Qué son los movimientos de laderas y taludes?

La participación de Omar Márquez, de la Universidad Central de Venezuela, nos ilustró ampliamente sobre lo que son los movimientos de laderas y taludes. Expuso el ingeniero Márquez: «Los procesos de transporte de materia sólida son los movimientos de masa, donde el material movilizado es transportado por un medio cualquiera, como agua, hielo o aire. En general, los movimientos de masa son procesos geológicos exógenos de tipo natural o inducido que involucran movimiento de cierto volumen de material (roca, suelo o detritos) cuesta abajo.

«La gravedad es la fuerza que controla los movimientos, pero varios factores desempeñan un papel importante en cuanto al desencadenamiento de éstos. Entre tales factores se cuentan la saturación del material, las pendientes, la eliminación de la vegetación fija y las vibraciones del suelo debidas a terremotos o asociadas a minería».

Creo que se entiende perfectamente. Por más quieta que uno vea una ladera, si ha sido alterada en su base, o su cubierta vegetal, si le ha llovido exageradamente, si ha sido minada o si está en una línea de falla, lo más probable es que se mueva soltando sus materiales hacia abajo. Pero para eso deben intervenir algunos factores, los que están diferenciados en dos grupos: Factores de susceptibilidad y Factores desencadenantes.

Los Factores de susceptibilidad –según explica Omar Márquez- «hacen que la ladera sea susceptible de sufrir deslizamientos, sin llegar a iniciarlo y tendiendo a mantener la pendiente en un estado estable. Estos factores corresponden a características intrínsecas del terreno, tales como relieve, geología y compactación natural.

Por otro lado están los factores desencadenantes, «que inducen a la dinámica del deslizamiento, generando movilización de intensidad variable. Entre éstos se destaca la actividad antrópica», es decir, la actividad humana.

Los factores desencadenantes pueden ser abundancia de lluvias, detonaciones para minería, deforestación, etc.

Ya en función los factores desencadenantes los principales movimientos gravitacionales que pueden ocurrir en laderas y taludes son el repteo o reptación (que es un movimiento que ocurre lentamente, observables los cambios a largo tiempo); los deslizamientos (movimientos pendiente abajo, de bloques de roca o una masa de suelo. Ocurren repentinamente); los derrumbes (movimientos en caída libre con altas velocidades); y los flujos (desprendimiento y transporte de partículas gruesas y finas en una matriz de agua).

SOECI: Una actividad que evita deslizamientos

La Sociedad Ecológica del Cibao –SOECI- y el Club Rotario Tamboril continuaron el fin de semana pasado con las jornadas de plantación en las inmediaciones de Arroyo del Toro, Tamboril, en la Cordillera Septentrional.

Miles de árboles de pino fueron plantados por voluntarios y miembros de estas instituciones, en un operativo de seguimiento a las labores de reforestación que llevan ya más de 10 años en la referida montaña.

Más de 1,800 tareas de pino han sido plantadas desde entonces. Muchos de esos especímenes estarán de provecho en corto tiempo y al menos 23 de los propietarios de parcelas recibirán próximamente sus respectivos certificados de plantación.

Los esfuerzos de SOECI y el Club Rotario han involucrado cientos de voluntarios y decenas de grupos comunitarios, en busca de recuperar zonas cordilleranas con altos índices de degradación y revertir el proceso de empobrecimiento paulatino de los campesinos de la zona.

Otras 500 tareas están siendo ofertadas para este propósito, aunque por razones económicas aún no han podido incluirse como parte del proyecto.

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