La tolerancia cero es protección efectiva durante Semana Santa. Son perfectamente identificables las circunstancias que regularmente conducen a lo infausto, no siempre fortuito, en vías de tránsito y balnearios durante los asuetos prolongados. Contra la temeridad de viajeros y vacacionistas, aun como comportamientos excepcionales, deben aparecer en cada sitio los ejercicios de autoridad.
Procede que la firmeza caracterice la vigilancia que derive en la aplicación de sanciones a la conducción de vehículos de motor ingiriendo alcohol, sobrepasando límites de velocidad y estacionándose sin señales de peligro en bordes de carreteras; llevar pasajeros en áreas de carga de camiones y camionetas, desplazarse por vías interurbanas con neumáticos en mal estado o con máquinas pesadas que no deben circular.
Evitar el uso de playas objetadas por peligrosas o después de las 6.00 p.m. y proceder contra adultos a cargo de menores de edad que les permitan el acceso a bebidas embriagantes, lo que año por año arroja numerosos casos de intoxicación.
La prevención de hechos lamentables durante la Semana Mayor no puede procurarse exclusivamente con exhortaciones a la moderación, repartiendo volantes y donando botiquines, botellitas de agua, protectores solares y hasta preservativos. Es plausible montar puestos de primeros auxilios y hospitales de campaña.
Pero los comportamientos que abren puertas a la tragedia tienen que ser enfrentados con acciones de orden público para salvar vidas y evitar daños materiales.