Hasta el siglo XIV, los europeos se mantuvieron al margen del continente africano cuyos territorios habían sido dominados por los musulmanes
Por: Amaurys Pérez Vargas
La trata negrera entre los siglos XV–XIX: La portuguesa en el siglo XV. La literatura científica ha demostrado con suficiente documentación el papel crucial que jugaron los portugueses en el surgimiento de la trata transatlántica, la cual requirió de ciertas condiciones sociales, materiales y geográficas para implementarse. Hasta el siglo XIV, los europeos se mantuvieron al margen del continente africano cuyos territorios habían sido dominados por los musulmanes.
Sin embargo, a partir del siglo XV, se comienzan a producir incursiones hacia el sur, tal como lo evidencian los descubrimientos de las Islas de Azores y Madeira en 1420. Recordemos que estamos en la antesala del “Renacimiento”, cuyos orígenes se remontan, según algunos historiadores, en el año de 1453, cuando se produjo la caída de Constantinopla que marcó el cierre de los mercados de esclavos en Asia Central para los europeos.
Además de este factor, varios otros explican el desarrollo de la navegación y la expansión hacia el sur. Entre los argumentos más conocidos se encuentran la indagación por nuevas especias, la necesidad de mano de obra (para la producción de la caña de azúcar) y particularmente, la búsqueda del oro africano. Es así como los lusófonos emprendieron un recorrido, en el que, durante más de 50 años, fueron bordeando toda la costa occidental de África hasta llegar al Cabo de Buena Esperanza.
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En efecto, las rutas marítimas seguidas por navegantes como Diego Cao o Bartolomé Días registraron las fechas en que los portugueses tomaron posesión de los siguientes territorios: Cabo Bojador, 1434; Arguin e islas de Cabo Verde, entre 1443-44; Gambia, en 1445; Sierra Leona, en 1460; Santo Tomé, en 1474; Elmina y Congo, 1482; y finalmente, el cabo de Buena Esperanza, 1487. En ese orden, el proceso de asentamiento de los peninsulares ibéricos en el continente africano fue progresivo y paralelo a su incorporación en el tráfico esclavista que arrancó en el año de 1441 tras la toma de los primeros cautivos en las proximidades del río de Ouro.
Vale decir que este comercio infame contó con el respaldo institucional del Papa, quien lo legalizó en 1454. Un aspecto importante que se debe subrayar es la construcción e instalación de los fuertes en las costas africanas, principalmente los ubicados entre Senegal y Camerún, que agrupan los establecidos en Gambia, El Mina, Santo Tomé, Fernando-Po, Accra, la célebre isla de Gorea y muchos más.
Al respecto, el Dr. Roberto Cassá nos explica que “los portugueses establecieron factorías comerciales en islas próximas al continente o incluso en puntos difíciles de resguardar de las costas”. Desde estas fortificaciones, que luego servirán para el almacenamiento de esclavos, los lusos pudieron incursionar con facilidad en la tierra firme de los actuales países de Senegal, Benín, Congo, Angola, Mozambique, entre otros.
Así pues, cuando Cristóbal Colón inició su viaje desde el puerto de Palos de Moguer, los europeos estaban en capacidad de implementar la trata atlántica de esclavos africanos, pues las bases geográficas, políticas y económicas se encontraban listas, tomando en cuenta que desde 1450 los portugueses transportaban importantes contingentes de esclavos negros a suelo europeo.
En ese sentido, se puede afirmar que para 1492 las condiciones sociales de posibilidad se habían madurado y que solo faltaba la conquista y la colonización de América para que emergiera el denominado “comercio triangular”.
Prof. Amaury Pérez, Ph.D.
Sociólogo e historiador
UASD/PUCMM