Hoy día, más que nunca antes en la historia de la humanidad, la riqueza o pobreza de las naciones dependen de la calidad de su Educación Superior. Malcolm Gillis:
¡Implicaos!, fue el grito –mensaje final de Stephan Hessel.
“Tendréis que cambiar de rumbo y nave”,apostilló José Luis Sampedro. Pues bien, ha llegado el momento de implicarse,de cambiar de rumbo y nave, para el “nuevo comienzo” que preconiza la Carta dela Tierra, documento que deberíamos tener como referente esencial para los cambios radicales que debemos acometer.
La propia Declaración Universal de los Derechos Humanos establece claramente en el segundo párrafo de su preámbulo que, si no fuera posible el pleno ejercicio de los derechos humanos, estos podrían verse “compelidos a la rebelión”.
Pues bien, ha llegado el momento, de manera pacífica pero firme de la rebelión, de expresaros, de haceros oír, de inundar el ciberespacio y las calles de vuestra presencia, de vuestra voz, de vuestros puntos de vista, conscientes de que la reacción frente a los desafíos globales es inaplazable.
Ciudadanos del mundo: no os dejéis embaucar por ideólogos que han perdido hace tiempo la brújula y no se aperciben –o no quieren hacerlo– de que es toda la especie humana –este prodigio formidable y esperanzador– la que se halla en riesgo, y no debe someterse a reducción alguna, a “localizarse”, sino que debe saber reaccionar junta ante unos poderes de toda índole, incluido el mediático, que pretenden reducir las voces de “Nosotros, los pueblos…” a simples espectadores, enfrascados y ofuscados en dilucidar pertenencias a pequeñas “parcelas”, cuando, como advertía hace poco, los desafíos son sin precedentes y las soluciones, de acuerdo con Amin Maalouf, deben ser así mismo sin precedentes.
En lugar de concentrarnos en cuestiones relativas a lo más cercano y circundante, debemos abordar conjuntamente, manos y voces unidas, los peligros que nos amenazan y reaccionar antes de que sea demasiado tarde.
Mensaje de Sr. Federico Mayor Zaragoza, quien fuera Director General de la UNESCO, dirigido a los jóvenes, especialmente a aquellos que han tomado cursos de liderazgo con la Carta de la Tierra.
En el Encuentro de la semana pasada hablaba sobre los docentes universitarios para el siglo XXI. Indicaba que me había gustado mucho un artículo del profesor nicaragüense Carlos Tünnermann Bernheim[1].
Decía el intelectual que necesitáramos resumir en una frase el gran reto que imponen la globalización y la sociedad del conocimiento a la educación superior: forjar una educación superior capaz de innovar, de transformarse, de participar creativamente y competir en el conocimiento internacional. Considera que los profesores juegan un papel fundamental “en la formación del personal de alto nivel, de la inteligencia científica de nuestros países y en la generación, transmisión y difusión del conocimiento.”[2]
Una realidad que no debemos desconocer es la rápida obsolescencia del conocimiento. La tecnología hace que el cambio se produzca a una velocidad alarmante. Decían los científicos que la llamada “explosión del conocimiento”, que es cuantitativa y cualitativa, llegaría a tener una durabilidad de apenas 73 días en el año 2020. ¡Ya estamos en el 2020!
Lo que más me gustó del artículo es que el profesor Tünnermann Bernheim, no defiende la especialización per sé.
El conocimiento del siglo XXI debe estar integrado. Defiende el planteamiento de Edgard Morin sobre el “pensamiento complejo”, donde se impone la interdisciplinariedad, única forma de dar respuesta a la complejidad del mundo mismo.
“La supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas, nos dice Morin, impide a menudo operar el vínculo entre las partes y las totalidades y debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos” [3].
La afirmación de Morin implica la creación de una nueva era científica, en la cual el saber no estará departamentalizado, sino integrado. Y, ante la velocidad de los cambios, nunca antes había sido tan necesario abogar por el “aprender a aprender”.
Concluye Tünnermann Bernheim que el desafío de América Latina y el Caribe que nuestro desafío es ingresar verdaderamente a la modernidad, pero que sea concebida como proyecto de desarrollo humano sustentable y construido desde nuestra propia identidad.
Nuestras universidades están compelidas a facilitar la actualización constante de sus profesores, a crear mecanismos para que adquieran mayor formación disciplinar a través de programas doctorales.
Esto implica que nuestras autoridades universitarias deben apostar al profesor. La carga académica debería tomar en cuenta el tiempo necesario para formarse. Crear un sistema de incentivos sería interesante para que los profesores dediquen tiempo a su formación. Asimismo, publicar libros y artículos, se impone si queremos crear conocimientos. Es una realidad que, en República Dominicana, las instituciones que menos publican son las universidades. ¡Una verdadera vergüenza!
Si los profesores constituyen la piedra esencial para la calidad de la educación, deberían ocupar la cúspide de la estructura, no la base. En las universidades dominicanas y extranjeras hay una tendencia a la burocratización. El burócrata, alto o bajo en la escala, tiene mayor peso que aquel que genera conocimiento. ¿entonces?
Las estructuras universitarias están dominadas por un aparato tedioso y lento, a millas de distancias de la velocidad del conocimiento. El que sabe, el que forma a las nuevas generaciones no tiene importancia en la escala institucional.
Sin docentes universitarios bien formados, bien reconocidos, bien retribuidos, la universidad no dejará de ser una estructura obsoleta y lenta que está de espaldas a la realidad mundial.
Estas palabras están dirigidas a los hombres y mujeres de las aulas (virtuales o no) que se consideran eternos aprendices. NO defiendo, ¡jamás lo haría! a los profesores que van y vienen a las aulas de diferentes universidades a repetir lo que aprendieron hace mucho tiempo.
Defiendo a los que viven eternamente enamorados de la enseñanza y confían y creen que la educación es el único y verdadero camino hacia la construcción de una sociedad diferente. Ojalá estas palabras no caigan en el vacío. Pero siento que así será. Lamentablemente. Vivimos las urgencias, las cotidianidades que nos hacen borrar el camino y olvidar la estrategia.
[1] Carlos Tünnermann Bernheim. EL ROL DEL DOCENTE EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR DEL SIGLO XXI.
[2] Ibid.
[3] Ibid.