Dos días antes de la tragedia en el Jet Set, domingo 6 de abril, escribí un artículo titulado, “No nos queda mucho tiempo: ¡Decidámonos!”. Nunca pasó por mi mente la posibilidad de un desastre como el que hemos vivido desde la madrugada del día 8 de abril; realmente, ni soñé y mucho menos me imaginé que el pueblo dominicano estaría sumergido en un luto colectivo debido a la tragedia sucedida, donde más de 220 personas perdieron la vida al colapsar el techo de la discoteca Jet Set. Entendiendo ese contexto, debo expresar que no me gusta escribir de forma reactiva; trato de esquivar las reacciones de aquellos hechos que están sucediendo, porque cuando escribo reaccionando me siento dirigido por las emociones y por el dolor, condicionado y sin oxígeno creativo. Si escribo de forma reactiva, mi vocación se verá afectada, será muy difícil desglosar las complicaciones y los comportamientos sociales que nos afectan. También será muy raro producir artículos que generen esperanza y posibles soluciones a esos reales problemas.
No tiendo a escribir de forma reactiva, pero tampoco quiero opacar la realidad que nos ha tocado vivir; por dicha razón, el artículo de hoy se titula, “La vida no es breve, la hacemos breve”, el tema de dicha reflexión emerge del libro “De la brevedad de la vida”, escrito por el filósofo Lucio Anneo Séneca. Es bueno recordar que Séneca cultivó la vida estoica, la cual consiste en ser fuerte ante el dolor, resistir el dolor, recibirlo, aceptarlo y hasta cierto punto ignorarlo. Séneca fue profesor de Nerón; injustamente Nerón lo condenó a la muerte, pero antes de ser ejecutado, Séneca entró a una bañera y se cortó las venas, muriendo con dignidad y al mismo tiempo lleno de dolor. La historia de Séneca nos recuerda que nuestra realidad no siempre será una vida llena de risa. Hay personas justas y personas buenas que mueren, muchas veces no podemos entender el final de nuestra propia película, La Vida.
Yo mismo, estoy lleno de incógnitas. No importa mi formación teológica o filosófica, si crecí en la iglesia o no, las preguntas surgen. A veces mis limitaciones ontológicas no me permiten llegar a un pozo con agua y barro, que sacie la sed existencial y cure mis heridas con el barro sanador. Cuando no encuentro esas respuestas, deseo agarrar a Dios por las barbas, si es que la tiene, y preguntarle: ¿Qué pasó con mi hermana de tres añitos, que murió por asfixia, cuando ingirió un grano de habichuela? ¿Y por qué a ella? Estoy seguro que ya ustedes saben la respuesta a mis preguntas: ¡No hay respuesta! Me quedo sólo con la incógnita. En un silencio reflexivo, con una pregunta suspendida en el hipocampo, que produce en mi débil ser un deseo de huir o salir corriendo por las calles quiméricas y sin salidas. Inclusive, muchas veces el correr es más complicado.
Por más de once años he estado poniendo en Jarabacoa unos espacios llamados ReKarGa; es un retiro para descansar, hacer silencio y contemplación; la meta es descansar y ser más persona, más humano y más productivo; además, desarrollar una amistad con el inventor del cosmo, con el Creador. En ese retiro no muchos llegan, porque el silencio nos asusta, descansar nos incomoda, nos gusta vivir cansados. Nos sentimos más útil cuando actuamos como una máquina. Como dice Alan Fadling, un director espiritual: “Las máquinas funcionan según su utilidad: lo bien que realizan una tarea. Pero Dios no creó a los seres humanos así”. El filósofo Séneca dice que la vida realmente no es breve, sino que somos nosotros que hacemos la vida breve. También él expresa que una razón por la cual la vida es corta, es porque gastamos el tiempo en cosas que no son importantes.
La vida es corta, eso lo dice también San Pablo. El Salmo 90:12-14 nos dice: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,Que traigamos al corazón sabiduría”. Seamos intencionales, vivamos una vida en abundancia como nos dice el maestro de los maestros, Jesús. Esta Semana Santa es perfecta para reflexionar cómo queremos vivir, qué deseamos hacer en el tiempo que nos queda. A quién debo visitar para sanar mi heridas. La buena noticia, es que el Dios de la creación, el Jesús controversial, nos prometen una vida después de la muerte. Bueno, si no eres cristiano, quizás tu creencia es que vas a reencarnar en un animal o en una planta. Si eres “ateo”, tú deseo de crear, transformar, de amar y de vivir no sé dónde se irá. La realidad es que aquí, el tiempo se consume, se diluye.
Debemos enfrentar el dolor, debemos aprender del dolor, debemos estar conscientes y aceptarlo que nos iremos; y al mismo tiempo, debemos disfrutar la vida, vivirla dejando legados. Buscar a ese Dios que nos hizo a su imagen. Si eres un cantante, canta para generar gozo y esperanza. Si eres un político, disfruta ser político, usa el poder para proteger a los débiles y fortalecer las estructuras del Estado. Si eres profesor, disfruta esas 6 horas con personas reales, tócalos con amor. Si eres agricultor disfruta esos encuentros con la creación. No importa tu trabajo o vocación, no gaste tu tiempo en cosas efímeras. La vida se nos va en cualquier momento. La vida no es breve, la hacemos breve.