Evidentemente preocupado por las noticias de la sufragista estadounidense Mrs. Carrie Chapman Catt, en abril de 1923, el intelectual Federico Henríquez y Carvajal (para las maestras normales alumnas de su esposa Luisa Ozema Pellerano, «Don Fed»), se arroja a la defensa del feminismo génesis dominicano, dotándolo de una fisonomía propia y alejándolo de lo que llamó «el fanatismo sufragista estadounidense».
De acuerdo con los reportes de Feminismo Internacional -la revista de Elena Arizmendi -, Mrs. Carrie Chapman Catt llegaba a la metrópolis neoyorkina, tras un viaje por las Américas, con una triste noticia: el sufragio tardaría más de una década en concretarse en los países del Sur.
«No creo que la mujer hispanoamericana logre alcanzar el sufragio (…) ha de educarse para ese fin. Lo que ante todo se necesita es la derogación del anticuado código napoleónico, pues sus prescripciones colocan a la mujer en condiciones de inferioridad».
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Don Fed resumía el reporte en esta expresión: «¡No están preparadas!», y asume al movimiento feminista como el primer paso para alcanzar la ciudadanía, puesto que coloca en relevancia «la vida social, aspira al goce de los derechos civiles como absolutamente necesarios para la vida del individuo».
Si coincide con Mrs. Carrie en que «los códigos napoleónicos (las legislaciones vigentes, que negaban derechos civiles y políticos a las mujeres), ya caducos, anulan la personalidad de la mujer».
Coincidentemente con el relevante recorrido y análisis sociológico, otro hecho ocurre en el abril de hace un siglo, y se trata del «Primer Congreso Nacional de Mujeres en La Habana Cuba», en el cual, impulsadas por Pilar Morlón de Menéndez y Pilar Jorge de Tella, se acuerda que su feminismo realizaría un programa que incluía: reformas legislativas, al sistema de enseñanza, protección a la infancia y al trabajo de las mujeres, embellecimiento de las ciudades, creación de escuelas cívicas, intensificar la lucha contra las drogas y la trata de personas, para lograr el respaldo justo a fin de obtener el voto.
A propósito de esto, Don Fed expresa: «En este plano -la vida social- donde debe actuar el feminismo dominicano… Concientizar sobre las capacidades y facultades como individuo humano».
A raíz de esta voz de aliento, Petronila Angélica Gómez Brea le solicita el rol de consejero de la revista Fémina, el cual desempeñaría hasta el cierre de la revista e imprenta, en 1939.