Las 5 historias más trágicas de amor real en Hollywood

Las 5 historias más trágicas de amor real en Hollywood

La historia de Hollywood está atravesada por grandes historias de amor en cámara y fuera de cámara. Pero algunas, culminaron en horribles tragedias. Aquí, un repaso por algunas de las más tristes y recordadas.

Natalie Wood y Robert Wagner

Cuando Natalie Wood tenía tan solo diez años cayó profundamente enamorada del actor Robert Wagner. Quizá habrá sido su sonrisa o sus enormes ojos azules, pero lo cierto es que la pequeña de ascendencia rusa soñaba con aquel hombre que años después se convertiría en su esposo y en una de las últimas personas en verla con vida.

Natalie caminaba junto a su madre en un pasillo de la 20th Century Fox cuando vio a Wagner, de entonces 18 años. “Giré hacia mi madre y le dije ‘voy a casarme con él’”, confesó a la revista People en 1975.

Se reencontraron en 1957, gracias a Rebelde sin causa, y tras un noviazgo muy breve, la pareja contrajo matrimonio.

Sin embargo, al despegar la carrera de Natalie, pronto comenzaron a distanciarse y se divorciaron en 1962; las razones habrían sido varias, pero especialmente los celos que sentía Wagner de Wood, quien vivía el ocaso de su carrera en aquel entonces.

Aunque ambos siguieron con su vida en 1970 se reencontraron en una cena y, al compartir una linda velada a la que siguieron otras invitaciones, finalmente se casaron por segunda vez dos años después.

Finalmente, luego de idas y vueltas, Wood Wagner parecían estabilizarse como una de las parejas más importantes de Hollywood. Guapos, millonarios y felices. Sin embargo, todo terminó con una tragedia.

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En la noche del 29 de noviembre de 1981 el cuerpo de Natalie Wood cayó en las aguas del Océano Pacífico, frente a Los Ángeles.

La pareja se había tomado un descanso de tres días a bordo del Splendour, el lujoso yate en donde viajaban acompañados del también actor Christopher WalkenY después de unas horas de beber sin medida y de lo que, según relataron algunos testigos de la escena, pareció una rencilla entre los tres, Natalie desapareció.

La encontraron a la mañana siguiente, y comenzaron las investigaciones que en distintas ocasiones han señalado a Robert Wagner como “persona de interés”. Aunque el móvil permanece oculto hasta la fecha, versiones sostienen que se trató de un ataque de celos, como aquellos que ocasionaron su primer divorcio.

Aunque esta vez no se habríán ocasionada en el éxito de Wood, sino en el triángulo amoroso en el que ambos estaban metidos.

Joe Di Maggio, el beisbolista que tuvo a Marilyn Monroe en la cabeza hasta su último aliento

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Ya habían pasado más de 30 años desde aquel día en que Marylin Monroe fue hallada sin vida en el dormitorio de su casa en Brentwood, California, el 5 de agosto de 1962. Sin embargo, cada semana sin falta, decenas de flores llegaban a su lápida .

¿El remitente? Joe Di Maggio. El hombre que la amó, según el biógrafo del beisbolista Dr. Rock Positano, más que ningún otro. La amaba por su belleza, sí, como cualquier otro; pero sobre todo por su dulzura, su inocencia y su perspicaz inteligencia. Y su repentino fallecimiento dejó un dolor incurable en el atleta.

Joe y Marilyn se casaron en 1954 y, aunque el matrimonio duró apenas nueve meses, una vez que la rubia decidió separarse de él porque, según argumentaba, él ejercía “crueldad mental” sobre ella; el atleta no dejó de preocuparse por su exesposa.

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Aun cuando Marilyn había saltado a la siguiente relación y en 1961 terminó con el escritor Arthur Miller, Joe quiso apoyarla y la retiró de la clínica psiquiátrica en la que se había internado por su “fragilidad emocional” para buscarle refugio en un campo de entrenamiento de los Yankees en Florida.

No obstante, la relación entre la superestrella y el atleta está llena de episodios sumamente escabrosos. Aunque, según argumenta el biógrafo del deportista, todo tenía un solo motivo: el amor y la protección que Joe buscaba proporcionar a la actriz.

Finalmente, la tumba de Marilyn se quedó sin flores en 1999, cuando el beisbolista falleció a causa del cáncer de pulmón que padecía. En el lecho de su muerte, Joe todavía la traía en la cabeza el recuerdo de aquel amor: “Al fin voy a poder ver a Marilyn”, pronunció.

La familia Reeves-Syme terminó con una dedicatoria en Mullholand Drive

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En 1998, la estrella en ascenso Keanu Reeves comenzó una relación sentimental con Jennifer Syme, quien trabajaba como asistente del director de cine David Lynch y en un sello discográfico que se encargaba de promover Dogstar, la banda grunge en la que Reeves tocaba el bajo.

Según distintos medios de comunicación, ahí ocurrió el flechazo: se enamoraron en una fiesta en la que ambos coincidieron y en 1999, como el propio Keanu ya había expresado que era su deseo en entrevistas anteriores, formaron una familia. Jennifer quedó en cinta de una niña, a la que después habrían de llamar Ava Archer.

Sin embargo, Ava nació muerta. Con un dolor inmenso, Jennifer se sumergió en una depresión. Después de eso, la pareja no aguantó mucho tiempo y a principios del 2000 se disolvió para dar paso a una amistad. Pero el cariño no perecería nunca y Reeves fue amigo de Syme hasta sus últimos días.

Un año y medio después de que terminaron, Jennifer tuvo un accidente automovilístico y falleció. Hay distintas versiones sobre lo que pasó aquella noche, si ella había consumido o no algunos relajantes musculares antes de salir a la avenida o si se encontraba alcoholizada.

Lo cierto es que Syme acudió a una fiesta del cantante Marylin Manson y se impactó contra unos automóviles estacionados cuando dejó el lugar. Salió disparada de la Jeep que manejaba y murió al instante.

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En el velorio de Jennifer, Keanu fue captado por los medios de comunicación completamente abatido, enfundado en un traje negro y cabizbajo. Se había despedido de la madre de su única hija y de la familia que nunca pudo formar.

“Cuando las personas que amas se han ido, estás solo. Extraño ser parte de sus vidas y que ellas sean parte de la mía. Me pregunto cómo sería el presente si estuvieran aquí, lo que podríamos haber hecho juntos. Extraño las grandes cosas que nunca serán”, recordó Keanu en una entrevista con Parade Magazine en 2006.

“Creo, después que de la pérdida, la vida requiere un acto de reclamo. Tienes que rechazar el ser abrumado. La vida tiene que seguir”, sentenció quien quedaría inmortalizado como Neo, en aquella ficción ciberpunk. Y a la postre así lo hizo, siguió adelante.

Ahora, madre e hija descansan en el Cementerio Westwood Village en Los Ángeles, California y el nombre de Jennifer Syme quedó inmortalizado en la cinta Mullholand Drive; pues, después del accidente, el propio David Lynch decidió rendirle un homenaje y dedicar a su memoria la “mejor película del Siglo XX”, según la BBC.

Travolta y Hyland: un amor que se enfrentó a las críticas y a a la muerte

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La atracción que surgió entre Diana Hyland y John Travolta no fue diferente a aquellos romances que comienzan en los foros de grabación. Excepto, quizá, porque evolucionó para convertirse en una de las historias más trágicas que conoció Hollywood.

Cruzaron miradas durante el rodaje de El chico de la burbuja de plástico; Travolta era el protagonista y Hyland interpretaba a su madre. Mientras Diana ya había construido una carrera sólida en Hollywood, Travolta, con solo 22 años, era la sensación juvenil que acumulaba cientos de adolescentes enamoradas.

Hasta ese momento, en su status de “rompecorazones”, John no había tenido alguna relación seria. Sin embargo, el amor lo abofeteó a primera vista y, después de algunas pláticas sumamente animadas, la atracción que sentía por Diana pronto se transformó en lo que sería “el amor de una vida”.

Ambos amaban la actuación y encontraron en la pasión compartida el nicho de un amor que se antepuso primero a los 18 de años de diferencia que había entre ambos… y después a una enfermedad que terminó con todo a su paso.

“Nunca estuve más enamorado de nadie en mi vida. Pensé que había estado enamorado antes, pero no. Desde el momento en que la conocí me sentí atraído. Éramos como dos maníacos hablando todo el tiempo en el set de Bubble”, recordó Travolta.

Ni los comentarios maliciosos o escépticos ni la diferencia de edad pudieron contra el amor que aquella mujer de cabellos dorados y un joven con la barbilla partida sentían. Pero pronto la salud de Diana comenzó a deteriorarse y no dejó lugar para más.

En 1976, Diana fue diagnosticada con cáncer de mama. Lamentablemente, el diagnostico no se hizo a tiempo y la enfermedad consumió la vida de la actriz apenas unos meses después. No hubo mucho que la ciencia pudiera hacer por Diana, pero John se quedó ahí, inamovible de la mano de su amada.

Diana falleció el 27 de marzo de 1977 en California. Había encontrado a quien la acompañó hasta que la muerte se la llevó y Travolta quedó marcado con el dulce recuerdo de Diana y un amor que comenzó levantando cejas y terminó derramando lágrimas.

El duro recordatorio de la fragilidad de la vida que Natasha Richardson dejó a Liam Neeson

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En 2009, Liam Neeson se vio obligado a tomar una de las decisiones más duras que cualquiera podría tomar: decidir sobre la vida de una persona a la que se ama. Él y su esposa, la actriz Natasha Richardson, habían hecho un acuerdo años atrás, pero ¿cómo podía respetarse un trato así cuando la otra cara de la moneda era la muerte?

“Dicen que lo más difícil del mundo es perder a alguien a quien amas. Mi esposa murió inesperadamente. Fue alguien que me trajo tanta alegría… Ella era mi todo”, escribió en 2016, a manera de retrospectiva sobre lo que dejó Natasha tras su partida.

“Tenemos que detenernos y estar agradecidos por nuestros cónyuges porque un día, cuando levantes tu vista del teléfono, ya no estará allí. Lo que realmente aprendí sobre todo lo que ocurrió es a vivir y a amar todos los días como si fuera el último. Porque, algún día, lo será”.

Neeson se despidió de Natasha el 18 de marzo de 2009. En ese entonces, ya se había dictaminado la muerte cerebral de la mujer que amó profundamente durante los 16 años que estuvieron casados y que le había robado el corazón en 1993, cuando ambos formaban parte de la pieza teatral Anna Christie, en Broadway.

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Natasha había sufrido un accidente mientras esquiaba en Canadá junto a uno de los hijos que tuvo con el actor. Sin embargo, el accidente casi pasó desapercibido para la actiz, quien se lo mencionó a Neeson en una llamada telefónica como un simple detalle más de la jornada vacacional: “Oh, cariño, me caí en la nieve”. Eso fue todo.

Me dijeron que tenía muerte cerebral y viendo la radiografía dije ‘wow’. Me acerqué a ella y le dije que la amaba, le dije: ‘cariño, sé que no vas a volver, te golpeaste la cabeza. No sé si puedes oírme, pero es lo que está pasando’”, recordó Neeson en 2014, quien aseguró que su esposa y él habían acordado “desconectar el cable” si alguno de los dos quedaba en estado vegetativo.

Y así fue, a los 45 años, Natasha se despidió de forma sorpresiva ante el estupor de la farándula estadounidense y británica.