“Sin la cédula de identidad y electoral no soy nadie, estoy viva y trabajo, pero no existo”, confiesa Dolores Lucrecia Sánchez, de 69 años, ya que no tiene su documento de identidad.
Su preocupación es que, por no tenerla, tampoco puede acceder a los programas sociales del Gobierno ni puede realizar otros actos de la vida civil.
Dolores es una mujer campesina que lleva años establecida con su familia en esta comunidad, localizada en las estribaciones de la Cordillera Septentrional.
Ella asegura que nació el 18 de junio de 1951 en Palo Quemado, Río Arriba, kilómetro 2 y ½ de la carretera Luperón, que enlaza a Puerto Plata y Santiago.
Dolores, diariamente, hace lo que una persona normal haría: trabajar, atender los oficios de la casa, cuidar a su familia y realizar tareas fuera del hogar como modo de subsistencia.
No es que nunca había sacado su cédula ¡sí tenía! “Era de las que daban en los gobiernos de Joaquín Balaguer y que tenía dos hojitas”, recuerda. Pero al ser de un material débil e inconsistente, la misma se le destruyó años atrás.
Desde entonces, no tiene el documento. Doña Dolores ha hecho varios esfuerzos por obtenerlo de nuevo, según declaró al programa radial Tiempo para Todo, conducido por Félix Jacinto Bretón, del municipio de Moca, provincia Espaillat.
Hasta pesadillas sufre
Dolores dijo que ha ido a Santo Domingo en repetidas ocasiones, pero nada. “Esto me tiene atormentada todo el tiempo, ni duermo bien porque hasta de pesadillas sufro”, confiesa.
“Sin este documento no soy nadie, estoy viva y trabajo, pero no existo”, confiesa Dolores.
Asegura, además, tener documentos que explican que ciertamente nació el 18 de de junio 1951.
En uno de estos documentos consta que obtuvo su primera cédula el 23 de abril de 1973.
Entonces ella, que a su juicio, no es una mujer letrada, pero si de muchos conocimientos empíricos, no entiende “el porqué se le ha hecho tan difícil obtener su nueva cédula de identidad y electoral, si estos datos figuran en la tarjeta matriz”.