Las cárceles del trujillismo: Una mirada a los asesinatos

Las cárceles del trujillismo: Una mirada a los asesinatos

En las cárceles del trujillismo, los opositores políticos pertenecientes a distintos partidos y organizaciones (14 de Junio, Movimiento Popular Dominicano, Unión de Grupos Revolucionarios Independientes -UGRI-, entre otros) se enfrentaron a condiciones inhumanas y abusos constantes por parte de los esbirros del Servicio de Inteligencia Militar, dirigidos personalmente por Johnny Abbes García.

Entre las víctimas de estos crímenes cometidos por la dictadura de Trujillo aparecen hombres valientes que lucharon hasta sus últimos suspiros por la libertad del pueblo dominicano. Sus nombres y martirologios, aunque a menudo son olvidados o silenciados, merecen ser recordados como símbolos de resistencia ante el oprobio. Si bien es imposible presentar todos los nombres, existen suficientes constancias y testimonios para conocer de algunos de ellos, y en esos, reconocer cómo fueron esos duros momentos en las cárceles trujillistas para la mayoría del resto.

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En una carta enviada al entonces presidente Balaguer, el 28 de diciembre de 1961, documentada en el libro de Tony Raful Movimiento 14 de Junio, Historia y Documentos, la Agrupación Política 14 de Junio informaba que: “Porfirio Gómez, Wenceslao Guillén, Manuel Ramón Liriano (Chino), Pedro Jaime Tineo, Henri Streese Cepeda, Víctor González Pardi, y que formaban un total de 27, fueron llevados a la oficina, en La 40, y se les hizo firmar unas cartas en las cuales daban las gracias por «haber sido puestos en libertad», pero luego fueron ahorcados unos, electrocutados otros, etc., en fecha 27 de enero de 1960. José Ramón Osorio (Monguito): ahorcado el 25 de enero de 1960. También fueron vistos muertos, sin haber podido establecer la fecha: Napoleón Sánchez Cabreja, Jorge Khoury, Guarino Jiminián, Pedro Montás, Domingo Russo, Francisco Manuel González (Manolito), Samuel Dinzey Torres, Luis Ramón Peña (Papilin), Julio César Encarnación Casado, Denzil y Rafael Castro Portorreal, Gilberto y Pedro Fuentes; Eugenio Perdomo: ahorcado por un tal Palma; José Espertín Oliva (Machón), quien fue ultimado a balazos cuando, después de haber sido horriblemente torturado, trató de saltar una pared de La 40 completamente desnudo, en un intento de fuga. Rafael Noble: murió el 21 de enero de 1960 a manos del teniente Lugo, de la Policía, y el oficinista Amador, de seguridad”.

Entre los mencionados en la referida misiva, destacan los fotógrafos de La 40, hermanos Fuentes Berg, así como los miembros de lo que popularmente se conocen como Los panfleteros de Santiago, quienes perecieron, según el historiador Roberto Cassá, durante la sangrienta noche del 28 de enero cuando “se reiteró la orgía criminal con el mayor número de ejecuciones”. Entre los santiagueros del 1J4, uno de los casos más notables es el de Eugenio Perdomo, tal como lo relató el Ing. Leandro Guzmán en su libro De espigas y fuego, en el que se detalla el juego macabro que orquestó Abbes García, quien colocó a la víctima en una silla eléctrica con un lazo asfixiante, el cual debía ser jalado por un periodista al que le increparon “como este te quería joder a ti, te toca a ti joderlo a él”. Aunque en un primer momento, el periodista se resistió a ejecutar la orden, este siguió apretando al conjuro de las perversas exhortaciones de los torturadores, hasta que “Perdomo cayó al fin en los estertores de la agonía, hasta que sus pulmones y su corazón se paralizaron”.

Otro caso emblemático narrado por Leandro Guzmán es el del reputado galeno Manuel Tejada Florentino, quien fue ejecutado tras elaborar un análisis sobre la situación nacional y ponderar la inminente caída del régimen de Trujillo ante los ojos de Rafael Faxas Canto -Pipe-, quien contó cómo fue ahorcado en su presencia, sentado y atado a la silla eléctrica, durante el interrogatorio dirigido por “Tunti” Sánchez, a pesar de que Tejada había advertido “en su condición de cardiólogo, que su corazón no resistiría las descargas” eléctricas. De igual forma, en su relato se señala cómo “unas horas después del estrangulamiento de Perdomo, asesinaron a Ángel Russo. Un hombre decente, un militante que tenía antecedentes antitrujillistas de larga data. El sátrapa había ordenado la muerte de todo aquel que tuviere expediente subversivo y aquello se cumplía al pie de la letra”.

Asimismo, el asesinato de Manuel González Franco -Manolito-, quien fuera torturado hasta la locura tal como se recoge en el libro de Roberto Cassá sobre los orígenes del 14 de Junio, se debió a que era “un veterano de prisiones desde su involucramiento en la Juventud Revolucionaria en Santiago”. Además de estas figuras conocidas en la lucha antitrujillista, en su mayoría fueron asesinadas personas anónimas y gente común del pueblo. Por ejemplo, las muertes de los seminaristas Luis Ramón Peña -Papilin– y Mariano Rafael García Cepeda -Marien-, integrantes del movimiento catorcista por vía de Acción Clero Cultural, contra quienes la dictadura se ensañó por sus orígenes y condición social tras la lectura de la carta pastoral, cuyas consecuencias veremos la próxima semana en la siguiente entrega de esta serie.

Dr. Amaurys Pérez, Sociólogo e historiador UASD/PUCMM

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