El mes de junio ha sido propicio para que se dejaran prácticamente definidos los campos, con vistas a las elecciones generales que se celebrarán el 15 de mayo 2016.
Así, por un lado estarán el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) junto a sus partidos satélites, entre los cuales se destacan los cascarones de los otros dos partidos tradicionales (PRSC y PRD) secuestrados, que postulan la reelección del Presidente Danilo Medina y con éste de la corrupción, la impunidad, el despotismo, el endeudamiento progresivo, el burocratismo parasitario, la delincuencia rampante y la inseguridad ciudadana, la carestía de la vida, el desempleo y subempleo masivos, los servicios de salud y educación precarios y por la prevaricación de sus magistrados.
Por el otro lado estarán el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y una poderosa coalición de partidos emergentes, movimientos sociales, ciudadanos independientes y disidentes del PLD, del PRSC y de lo restante del PRD, asqueados de la política y de la mayor parte de los dirigentes que han hegemonizado la vida pública dominicana durante los últimos 50 años, que han abandonado las reivindicaciones de las grandes mayorías, vendiendo su alma a los demonios del poder unipersonal y del dinero fácil.
El triunfo rutilante de Luis Abinader en las elecciones primarias del PRM, su discurso valiente y conceptuoso, que conecta con las demandas y aspiraciones populares, junto a la frescura de su imagen que lo vinculan a las sufridas clases medias, los trabajadores y los agricultores, contrasta con los discursos llenos de ambigüedades y complicidades soterradas de los aspirantes a mandones de turno: Danilo Medina, Quique Antún, Aristy Castro y Miguel Vargas, quienes delatan en su rostro la venta de su conciencia al mejor postor.
El país repudia esas cúpulas partidarias tradicionales, que no han hecho más que manipular las instituciones y la opinión pública en su beneficio exclusivo, con honrosas excepciones. El entusiasmo que cobra la candidatura de Abinader, es porque hay ya una nueva generación que debe llegar al poder con las capacidades acumuladas y las que ofrecerán los dirigentes intelectuales y líderes comunitarios, con el apoyo de los que se han mantenido fieles al liderazgo e ideología socialista democrática del Dr. Peña Gómez y dispuestos a luchar por un país mejor.
Miguel Vargas, después de pretender encabezar la boleta opositora, sin bases ni simpatías para ser siquiera el segundo de a bordo en una coalición de centro-izquierda, sale de buenas a primeras como cola de una coalición de derechas, en la cual será estigmatizado como representante de una asociación puramente comercial, en la cual el símbolo del jacho prendido será mudo testigo de tanta deslealtad y desvergüenza, que todos lamentamos.
Lo mejor que podía pasarle a la formidable alianza opositora que se está conformando, es que tan temprano, a once meses de las elecciones, se juntaran las tres franquicias del pasado, para desenmascararlos y derrotarlos de una vez por todas, e iniciar una nueva etapa de reivindicación ciudadana, renovación institucional y verdadero desarrollo económico y social para la República Dominicana.
Las cartas de las elecciones del 2016 están echadas; Juguémoslas bien junto al pueblo, para salir al fin de la plaga morada y sus socios menores, y hacer un gobierno de progreso con equidad y libertad.