Tras casi un siglo de guerras internas, una dictadura de treinta años y dos décadas de disturbios políticos, la República Dominicana inició su transición democrática en el año 1978. De entrada, hay que decir que es una democracia electoral que está por consolidarse. Hasta 1990 las elecciones se vieron empañadas por fraudes masivos, mientras que a partir del 1996 los comicios se organizaron mejor y ganaron en credibilidad fundamentalmente gracias al “Pacto por la Democracia” firmado entre los dirigentes políticos, en particular Joaquín Balaguer y Peña Gómez para salir de la crisis creada por el fraude electoral del 1990. El propósito de este ensayo es presentar los factores que han facilitado la democratización de la República Dominicana. Son, según mi análisis, el papel de las élites y el desenvolvimiento económico del país. En primer lugar, se destacará la alta participación electoral de los dominicanos, la cual es un elemento básico de cualquier transición democrática.
I – Participación electoral
Desde las elecciones inaugurales del 1978, ganadas por Antonio Guzmán del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), hasta los comicios del 5 de julio, la participación electoral dominicana ha promediado un 70%, convirtiendo a este país en el segundo con mayor legitimidad electoral del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), compuesto por los países centroamericanos y la República Dominicana (ver gráfico). Costa Rica ocupa el primer lugar.
El gráfico muestra dos valores atípicos que merecen especial atención. Las elecciones del 5 de julio, que fueron ganadas por Luis Abinader, registraron una tasa de participación del 55%, la más baja de las 11 elecciones celebradas durante la era democrática de la República Dominicana. Esta situación puede explicarse por la pandemia del Covid-19, que ha afectado mucho al país y desalentó a los ciudadanos a ejercer este deber cívico por temor a ser contaminados. Recordemos que la República Dominicana es el país más afectado del Caribe con un total de 122,873 casos y 2, 212 muertos al 23 de octubre de 2020.
En tiempos normales y dado el contexto político de hartazgo contra el Partido de la Liberación Dominicana que ha prevalecido por algún tiempo, se esperaría una participación tan alta como la del 1996, año del inicio de la segunda etapa de la transición democrática en la República Dominicana, cuando los dominicanos salieron en masa a decir no al fraude masivo. La candidatura de Peña Gómez, debido a su origen haitiano, fue otro factor que influyó positivamente en la participación de los votantes.
II – El rol de las élites
Durante mucho tiempo, la teoría de la modernización de Lipset siempre ha sido la referencia para el análisis de los procesos de democratización. Sin embargo, en América Latina,este enfoque teóricoha tenido una débil capacidad explicativa, al menos para los años inaugurales de la tercera ola de transición democrática en la región. De hecho, se consideró que el decenio de los años 80s se ha llamado la “década perdida” a causa de la crisis de deuda que azotó a la región, causando el estancamiento en unos países o el crecimiento negativoy el deterioro de las condiciones de vida a nivel regional. Y la República Dominicana, con una tendencia bajista de su crecimiento económico durante la década de los 1970s y alcanzando su tasa más baja (2.1%) en el 1978, el año de la transición, no fue una excepción a esta regla.
Con esto en mente, hay que buscar las causas de la entrada de América Latina en general y de la República Dominicana en particular a la tercera ola de democratización en el papel que desempeñan las élites. La élite política tiene que ver con el efecto positivo que, gracias a una especie de ingeniería política, ciertos individuos o grupos clave han tenido sobre las reglas del juego político.
II.1 – Elites políticas
En el caso dominicano, tres líderes políticos, con la formación de tres partidos, pusieron al país en el camino de la transición democrática. Se trata de Juan Bosch, quien fundó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939 en Cuba y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973 en Santo Domingo tras una crisis interna del PRD, del cual José Francisco Peña Gómez tomó las riendas a la salida de Bosch, y Joaquín Balaguer, quien fundó el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en el 1963 en Nueva York. Los tres partidos tienen una ideología centrista: el PLD y el PRD de centro-izquierda (aunque la posición actual del PLD como partido de centro-izquierda es discutible) y el PRSC, de centro-derecha, que ha sido capaz de combinar el conservadurismo social y el liberalismo económico. Estos tres partidos gobernaron al país durante los 42 años de la era democrática hasta la llegada del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en las últimas elecciones. El PRD gobernó al país durante 12 años; el PRSC estuvo en el poder durante 10 años, mientras que el PLD fue elegido por 20 años.
Hay que destacar dos puntos en el papel del liderazgo político dominicano. Primero, los tres líderes eran grandes intelectuales de la clase media pero de origen humilde. Esto se refiere a la idea de cierta movilidad social en la República Dominicana a pesar de las grandes desigualdades, y a la importancia de una sólida formación intelectual para liderar el barco de los países, especialmente cuando se encuentran en los inicios de su construcción democrática. En segundo lugar, los tres líderes adoptaron ideologías centristas para sus partidos y evitaron en lo posible la división dentro de estas agrupaciones políticas. Estas características y acciones jugaron un papel fundamental contra la atomización y el pululamiento de los partidos, lo que el influyente politólogo norteamericano Schattschneider considera como la tumba de cualquier democracia naciente. La adopción de la ideología centrista puede tener otras explicaciones, especialmente económicas; pero en la tradición de la teoría de la élite de Pareto, Mosca y Michels o de las transiciones centradas en la élite de Burton, Higley y Karl, no hay duda de que estos dirigentes políticos tuvieron una gran influencia en la orientación ideológica de esos partidos. El rol que jugaron estos líderes, o sea Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Peña Gómez, en el devenir político dominicano desde la lucha contra Trujillo, pasando por las elecciones de Juan Bosch en el 1963 seguido de su derrocamiento hasta las elecciones del 1996, nos hace preguntarnos por el papel jugado por el PLD en el periodo de la democracia electoral y más aún las causas que propiciaron su salida del poder en las elecciones del pasado 5 de julio.
II.1.1 ¿Por qué salió el PLD del poder?
La pérdida de norte del PLD y, por tanto, el no asumir su rol dentro de la élite política dominicana explican, en buena medida, su salida del poder, ya que las causas principales del fracaso en las últimas elecciones son, primero, la incapacidad de su cúpula, especialmente Medina y Fernández, de ponerse de acuerdo y, segundo, la falta de voluntad de luchar contra la corrupción. Si las élites políticas están llamadas a renovarse vía el liderazgo, los altos dirigentes del PLD no han querido darles espacio a las nuevas generaciones. Después de tres mandatos cumplidos en el 2012, se podría esperar que Leonel Fernández se dedicara a formar jóvenes líderes y a consolidar su influencia de líder regional. Del mismo modo, Danilo Medina pudiera dedicarse a consolidar el partido, dando espacio a jóvenes talentosos. Sin embargo, ni uno ni otro ha asumido tales responsabilidades que se esperan de una élite política. La escisión del partido, por un lado, y la selección de un candidato inepto, por otro, son pruebas palmarias de la incapacidad de ambos dirigentes de asumir su rol de élite política en una sociedad democrática. Dicho, sea de paso, el problema no es propio de la República Dominicana sino de América Latina que se enraíza en una cultura política del caudillismo cuyos embates ha sufrido severamente la tercera ola de democratización en la región. Como ilustración, Chávez estuvo en el poder desde el 1999 hasta su muerte en el 19 de abril del 2013, desde cuando Maduroha asumido el poder; Evo Morales fue presidente de Bolivia desde el 2006 hasta su derrocamiento el 10 de noviembre del 2019 en medio de una crisis electoral mientras buscaba un cuarto mandato; Rafael Corea gobernó el Ecuador entre 2007 y 2017, pero al final de su gobierno, intentó reformar la constitución para posibilitar la reelección presidencial inmediata e indefinida.Con eso, no estoy poniendo en tela de juicio los progresos sociales de estos gobiernos sino la amenaza que representan para una cultura política basada en la alternancia y no en prácticas personalistasy populistas.
Por otro lado, el Estado dominicano no supo controlar la corrupción, reducir las desigualdades y la inseguridad, por lo que estos problemas han estado entre las mayores preocupaciones de los dominicanos durante más de dos décadas según encuestas del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP). A diferencia de otros países como Perú, Ecuador, Brasil y Panamá, el escándalo de Odebrecht no ha hecho ni un preso en la República Dominicana. Además, la inseguridad que le cuesta el 3.5% del PIB a América Latina y el 4.2% a Centroamérica, según un estudio del 2013 del BID, no estuvo bajo control durante los gobiernos del PLD pese a la implementación del Plan de Seguridad Democrática del 2005 y otros esfuerzos que se hicieron. Cabe mencionar que, teóricamente, la inseguridad (y máxime la delincuencia) en la República Dominicana está vinculada con la falta de oportunidad de trabajos sobre todo para los jóvenes, la desigualdad y la implementación del paradigma de “mano dura” de seguridad basada en medidas represivas, a expensas del modelo de coexistencia ciudadana y prevención que entiende que la inseguridad es multicausal y por lo tanto necesita respuestas multisectoriales (empleo, integración social, cumplimiento de la ley, uso de la fuerza, etc.).
A la luz de todos estos problemas irresueltos, han emergido movimientos de la sociedad civil como Marcha Verde y los piquetes en la Plaza de la Bandera, los cuales han contribuido a la expulsión del PLD del poder. Cabe subrayar que los problemas pendientes han ido incrementándola insatisfacción de los dominicanos con el sistema democrático, la cual ha incidido en un cambio importante en la ideología política del país.En el continuum político izquierda (0) y derecha (10), los Dominicanos pasaron de una posición centroderecha (6.9) en el 2006 a una posición centroizquierda (4.7) en el 2019, según el LAPOP. Para el mismo periodo, se observa una alta correlación (0.86) entre las preocupaciones por estos problemas y el cambio en la ideología política. Es de suma importancia que las “élites” políticas dominicanas tomen en cuenta este dato para evitar una radicalización de la ideología política, ya los extremismos tanto de derecha (Bolsonaro) como de izquierda (Maduro) hacen daño a la cultura democrática en la región.
II.2 – Elites de la sociedad civil: Iglesia Católica, Participación Ciudadana y otros
Otros actores, desde la perspectiva de las élites, que deben ser analizados son los de la sociedad civil. Los ejemplos incluyen la Iglesia Católica y organizaciones de la sociedad civil como Participación Ciudadana. La Iglesia Católica jugó un papel preponderante en la tercera ola de democratización de América Latina después del Concilio Vaticano II celebrado en el 1963. Esta asamblea de obispos dio un mayor lugar a la pastoral social en la misión de la Iglesia, que a partir de entonces hizo de la opción preferencial por los pobres la base del surgimiento de la teología de la liberación en América Latina. En la República Dominicana, las orientaciones del Vaticano II fueron aplicadas por la lucha de la Conferencia Episcopal contra la dictadura de Trujillo al menos hacia el final del régimen, y la Pontificia Universidad Madre y Maestra (PUCMM) en la persona de su rector Agripino Núñez actuó como mediadora para la resolución de las crisis políticas. Recordemos, de paso, que la Iglesia Católica siempre ha sido la institución de mayor confianza de la población dominicana según las encuestas realizadas por LAPOP.
En cuanto a Participación Ciudadana, fundada en el 1993, es un movimiento cívico que es el resultado de un proceso de reflexión entre los ciudadanos, para lograr el respeto de la voluntad popular en los procesos electorales de participación de la sociedad civil, para enfrentar la corrupción y fortalecer las instituciones políticas del país. Es la institución de observación electoral más importante del país desde el 1996.
III – Desempeño Económico
El desempeño económico de la República Dominicana ha sido crucial para la sostenibilidad de la democracia del país. Luego de la tendencia descendente de la década de los 70 hasta la segunda mitad de los 80 explicada por la crisis de la deuda, la economía dominicana ha seguido una senda de crecimiento estable con una tasa promedio de 5% en los últimos 20 años. Este crecimiento orientado a la demanda externa (turismo y exportaciones) ha permitido el ingreso de divisas a la República Dominicana, lo que ha garantizado la estabilidad de los precios y una baja devaluación del peso dominicano. Nótese que con una devaluación entre 3% y 4% anual del peso frente al dólar luego de la crisis del 2003 y exceptuando el 2006 con una devaluación de 6%, la República Dominicana es uno de los pocos países de la región que ha tenido una estabilidad envidiable del tipo de cambio. Como resultado, las condiciones de vida de los dominicanos han mejorado, como se expresa en el indicador del PIB per cápita, que pasó de 855 dólares en el 1978, al inicio de la transición democrática, a 8,282 dólares en el 2019, o sea un aumento de 8.7 veces (ver gráfico).
Sin embargo, queda mucho por hacer para consolidar la democracia dominicana. Hay que crear las condiciones para que la población crea en las instituciones públicas que actualmente son muy criticadas. El poder judicial y la policía se encuentran entre las instituciones menos creíbles según las encuestas del LAPOP, mientras que la corrupción, la inseguridad (principalmente la delincuencia) y los problemas económicos se encuentran entre las mayores preocupaciones de los dominicanos. Las preocupaciones económicas se deben a que el crecimiento del PIB es muy poco incluyente, en el sentido de que la aplicación de políticas sociales eficaces, la creación de empleos de calidad, la reducción de las desigualdades sociales, en resumen, la mejora de las condiciones de vida de la población, han estado por debajo del nivel de creación de riqueza del país. Estas preocupaciones nos llevan por los posibles aportes del actual gobierno.
III.1 ¿Qué se puede esperar del gobierno de Abinader?
Si la transición democrática está basada en la celebración de elecciones libres, honestas y democráticas, las cuales se tienen hasta ahora en buena medida en la República Dominicana, pese a que el adjetivo “honesto” no se aplica totalmente por la tendencia de los partidos a querer incurrir en fraudes, la etapa de la consolidación democrática está por hacerse. En efecto, esta última no se basa solo en elecciones sino también en la confianza de los ciudadanos en las instituciones por la coherencia de las mismas, en la inclusión económica y reducción de la desigualdad que es un gran factor de desintegración social, y finalmente en la politización cada vez más de la ciudadanía por medio de una educación de calidad.
Con respecto a la primera característica, o sea el fortalecimiento de las instituciones, el gobierno actual ha enviado buenas señales por el nombramiento de personas reconocidas como honestas por la población como Ito Bisonó, Miguel Ceara-Hatton o la procuradora Miriam Germán Brito, y la exigencia de declaración de bienes hecha a los funcionarios. Del mismo modo, el gobierno ha anunciado medidas para la inclusión económica como el acompañamiento de las mipymes para una mayor participación en las exportaciones y la creación de 600 mil empleos formales. El empleo formal mejora las condiciones del asalariado, del mismo modo que las microempresas se vuelven más productivas al tornarse hacia la demanda externa. Sin embargo, cabe preguntar si estas medidas serán cumplidas, ya que otros gobiernos, en el pasado, se fijaron objetivos que no alcanzaron. Además, conforme a Condorcet o Pippa Norris, no se puede hablar de democracia sin ciudadanos que entienden la política y que no son manipulables, el gobierno actual podrá mejorar la educación dominicana con esta meta. ¿Y ahora existe la voluntad y se tomarán las medidas adecuadas para ello? Esto es la pregunta crucial tanto para la consolidación democrática como para el desarrollo económico.
IV – Conclusión
En resumidas cuentas, la transición democrática dominicana ha sido exitosa gracias, en primer lugar, al papel asumido por las élites políticas y de la sociedad civil y, en segundo lugar, al desempeño económico del país. A este respecto, el PLD por haber estado en el poder por 20 de los 42 años de la era democrática del país ha jugado un papel importante en el establecimiento de esta democracia electoral dominicana. Sin embargo, en los últimos años, su incapacidad de asumir su rol dentro de las élites políticas del país por su permisividad con la corrupción y la falta de voluntad de posibilitar el relevo generacional lo sacó del poder.
Por fin, el PRM se ha fijado objetivos, como el fortalecimiento institucional, la lucha contra la corrupción y la inclusión económica, que pueden consolidar la democracia. De alcanzarlos, habrá realizado la segunda etapa para convertir a la República Dominicana en un país verdaderamente democrático y así alejarlo de toda tendencia ideológica radical.