Los equipos de rescate encontraron varios cadáveres y restos del Airbus 320-200 de AirAsia que desapareció el domingo, con 162 personas a bordo, cuando realizaba un vuelo entre Indonesia y Singapur.
Bangkok. Las fuertes corrientes marinas dificultaron hoy la búsqueda de las cajas negras y víctimas del avión de AirAsia que se estrelló con 162 personas a bordo el 28 de diciembre en el oeste de Indonesia, un accidente en el que hasta ahora solo han sido rescatados 37 cadáveres.
A pesar de la mejora de las condiciones climáticas, los buzos no pudieron sumergirse a causa de las corrientes para confirmar que cinco grandes objetos localizados con radares en el fondo del mar de Java pertenecen al Airbus 320-200 del vuelo QZ8510.
Tampoco pudieron descender varios submarinos no tripulados equipados con cámaras para tratar de confirmar si los restos, de entre 7 y 18 metros de largo y detectados a 30 metros de profundidad, pertenecen al fuselaje del aparato.
Hasta el momento, los equipos de rescate han recuperado en el mar 37 cadáveres, de los que han identificado a 13, según el canal de televisión Channel News Asia.
El portavoz de la Agencia Nacional de Búsqueda y Rescate (Basarnas), Bambang Soelistyo, manifestó ayer que, en su opinión, las cajas negras se encuentran cerca de las partes sumergidas del avión, donde cree que algunos pasajeros puedan estar atrapados en sus asientos.
A pesar de la escasa profundidad, el barro en el fondo marino también dificulta la captación de las señales que envían las cajas negras, que cubren en óptimas condiciones un radio de entre 2.000 y 3.000 metros.
Las baterías de las cajas negras se agotarán el próximo 27 de enero, cuando se cumple el límite de 30 días de duración.
Sin embargo, los expertos recuerdan que las cajas negras del avión de Air France accidentado en 2009 en el océano Atlántico fueron halladas dos años después del siniestro con la ayuda de submarinos no tripulados.
Un total de 27 barcos y 20 aeronaves de diversos países participaron en las operaciones de búsqueda y rescate de víctimas y de las cajas negras del avión de AirAsia, indicó Basarnas.
En un informe divulgado el sábado, la Agencia Indonesia de Meteorología, Climatología y Geofísica (BMKG, en sus siglas en bahasa) señaló que la causa más probable del accidente fue un daño en el motor causado por formación de hielo al atravesar una nube, aunque las autoridades aún buscan las cajas negras para acceder a los registros y saber qué sucedió.
Las autoridades indonesias han criticado a AirAsia Indonesia, filial del grupo malasio AirAsia, por no tener autorización para la ruta Surabaya-Singapur en domingo, cuando ocurrió el accidente, y porque el piloto supuestamente no se informó en persona del estado del tiempo con la agencia de meteorología.
Algunos pilotos alegan que el BMKG carece de capacidad para atender en persona a todos los pilotos, que por otra parte se informan del estado meteorológico en las página web del organismo.
«El hecho es que la gestión del sistema de aviación indonesia ha sido durante años un lío peligroso para las vidas y necesita una reforma urgente de funcionarios corruptos, y tecnología y equipamiento obsoleto», comenta hoy el diario «The Jakarta Globe» en un editorial.
El periódico critica que los pilotos en Indonesia no cuenten con un sistema de información climatológica en tiempo real.
«Es una locura pensar que el piloto utilizó una información sobre el tiempo con 10 horas de antigüedad o un día tarde, cuando el tiempo cambia de forma constante, especialmente ahora que el cambio climático es ya muy real», añade el editorial.
El vuelo QZ8501 despegó de la ciudad de Surabaya, en la isla de Java, el 28 de diciembre y tenía previsto aterrizar unas dos horas después en Singapur, pero se estrelló en el mar de Java unos cuarenta minutos después de partir.
Transportaba 155 indonesios, tres surcoreanos, un británico, un francés, un malasio y un singapurense, entre 155 pasajeros y una tripulación de 7 miembros.
El piloto llamó a la torre de control en Indonesia cuando sobrevolaba el mar de Java por el sur de Borneo y solicitó permiso para virar a la izquierda y subir desde los 32.000 pies de altitud (9,76 kilómetros) hasta los 38.000 (11,59 kilómetros) para eludir una tormenta.
La torre de control aprobó el viraje en el momento pero cuando unos minutos después llamó al piloto para aprobar un ascenso, solo hasta los 34.000 pies, no pudo establecer contacto.