Las elecciones celebradas el pasado domingo en Venezuela ha sido el epicentro de la indignación colectiva, y de abusos ampliamente rechazados por la comunidad internacional, debido al grosero y falaz montaje de un proceso viciado y que adolece de transparencia, trastorna los principios de la democracia, el voto y la participación libre, y por supuesto, sin la certeza suficiente, lo que lleva a calificarse de un evento distorsionado.
Todo esto, debido a las muy bajas garantías que representa la Comisión Nacional Electoral o Poder Electoral de Venezuela, bajo el dominio y control total del oficialismo.
Un punto relevante y objeto de análisis en este escrito es el que tiene que ver con la observación electoral en las elecciones de Venezuela, dada la discrecionalidad que tiene el régimen de Nicolás Maduro para decidir quien sí o quien no puede “observar” o servir de veedor.
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Desde el calificativo referido por el Presidente de Chile, Gabriel Boric, y por el Ex Presidente de Colombia y Premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, quienes separadamente exigieron transparencia y la publicación de las actas de votación, y “veedores internacionales no comprometidos con el gobierno” o “observadores y analistas no comprometidos con el régimen” de Nicolas Maduro.
Ni los aliados acostumbrados del régimen de Nicolas Maduro como México, Brasil y Colombia han reconocido su cuestionado y falso triunfo, como tampoco la OEA, y por supuesto, la postura del Presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, no podría haber sido más correcta; una postura de un verdadero demócrata, razonable y de buen juicio cuando expresó: su «…profunda preocupación por el proceso electoral en Venezuela, pues la transparencia debe ser la base de su legitimidad. Las reglas electorales no se pueden aplicar a discreción. Un recuento de las actas con verificación internacional es indispensable para reconocer el resultado».
Entre los Informes de la observación de las Elecciones en Venezuela se destaca el emitido por el Centro Carter, en el que especifican que fueron la veeduría fue limitada o restringida por el Gobierno y el Poder Electoral (CNE) el día de las elecciones. Añadiendo, además, que: “La elección presidencial de Venezuela de 2024 no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática” (Declaración del Centro Carter Sobre la Elección en Venezuela, Atlanta, 30 de julio de 2024).
No es la vez primera que, de forma contundente, el Centro Carter realiza un informe de observación en elecciones.
Por ejemplo: En las elecciones de 1990 que se celebró en la República Dominicana, ante un clima evidente de fraude que montó el Dr. Joaquín Balaguer, y de reclamos por parte de la oposición, encabezada por el Profesor Juan Bosch y el Dr. José Francisco Peña Gómez, el Centro Carter y el NDI hicieron su informe de observación, el cual, entre las consideraciones puede leerse (traducido) lo siguiente: «PRD y PLD anunciaron patrones de irregularidades que pudieron favorecer a un determinado candidato o partido con una magnitud suficiente para cambiar los resultados».