Al fin, luego de unas elecciones primarias, convertidas en un mercado persa, y del desastre por el boicot del voto automatizado, con la aparente intención de contar solo los votos de las pequeñas municipalidades y que esto influyera luego en las grandes, se dieron el pasado 15 de marzo unas elecciones municipales aceptablemente buenas, que tuvieron la virtud de crear el escenario para un cambio en la política dominicana.
Al parecer el oficialismo no contó fue con tres hechos fundamentales: las primarias del 6 de octubre en las que Danilo se impuso a Leonel con práctica non santas que produjo su salida del partido; la negativa rotunda del Partido Revolucionario Moderno de suspender solo los comicios del voto automatizado, que incluía a los 18 municipios más poblados; y el repudio generalizado y militante de la juventud dominicana a la manipulación de las elecciones, particularmente de las clases medias.
El resultado de ese proceso fue el triunfo casi absoluto en el voto popular del Partido Revolucionario Moderno y sus aliados en los grandes municipios y en las cabeceras de provincias. Lo simpático del caso es que de los pocos municipios que ganaron los oficialistas fueron connotados leonelistas que pueden pasarse a la Fuerza del Pueblo, como los de Santiago, Moca y Santo Domingo Norte.
Por otra parte, el aumento sustancial de los dominicanos inscritos para votar en el exterior, que acercan a los seiscientos mil votantes, que constituyen en su conjunto la cuarta demarcación, con la característica de que son en su mayoría partidarios del cambio y no ser susceptibles de la compra-venta de cédulas y votos.
Otro punto es que el PRM y aliados deben prestar atención en organizar la militancia en los distritos municipales cuyos resultados no fueron tan favorables, aunque mucho mejor que en el 2016.
Por lo demás, el PRM y sus aliados formularon una declaración de objetivos o programa de gobierno para el período 2020-2024, los que hay que convertirlos en consignas fácilmente comprensibles para el ciudadano común.
De la misma manera, es necesario darle oportunidad a los municipios, de cumplir con sus objetivos principales de brindar a sus vecinos sus servicios públicos y a resolver los demás problemas de la vida cotidiana, así como jugar un rol en su educación, particularmente en la preprimaria y primaria, así como en la creación de empleos y la atracción de inversiones en su comunidad.
Para que los municipios puedan cumplir ese papel es necesario aumentar sus ingresos como señala la ley al respecto del año 2004, que haya elecciones de sus autoridades a mitad de los períodos de los poderes nacionales, para que estos puedan desempeñar sus funciones y sean electos con el mínimo de arrastre de los poderes nacionales, y más por los líderes e intereses locales.
Ello debe incluir una evaluación de los actuales distritos municipales, porque algunos merecen pasar a ser municipios plenos, que les permitan manejar esos gobiernos autónomos, y ser verdaderas escuelas de prácticas políticas eficientes y honestas.
Para esos fines los municipios deberán a su vez establecer niveles de desconcentración, como distritos, secciones y parajes; así como convertir la Liga Municipal en centro de formación, asesoría financiera y de planificación.